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La basura barrabrava, a Brasil: el síndrome del Estado "no me importa nada"

Alegremente, 650 personas con antecedentes de violencia en espectáculos deportivos volverán a viajar al Mundial. Una pelea perdida.

Aunque es un concepto hecho, es muy cierta la idea que los espacios que no ocupa el Estado quedan a merced de los delincuentes, que se burlan de la ley y aprovechan para hacer negocios con sus manejos turbios.

Hace mucho tiempo ya que el Estado dejó huérfano al fútbol. La industria barrabrava copó todos los estamentos de una institución: pueden poner o voltear presidentes o técnicos, apretar a los jugadores para que "aporten" para la causa y cobrarles peaje a los hinchas honestos para entrar en la cancha.

Ahora bien, para volver a sucumbir ante el poder barra y permitir la impunidad, la jueza Cecilia Gilardi Madariaga de Negre decidió bloquear el envío de informes con los datos de los integrantes de "Hinchadas Unidas Argentinas" a las autoridades brasileñas, pese al acuerdo de cooperación que firmó nuestra Nación con el país hermano.

A su vez, en su habitual conferencia de prensa matinal, Capitanich se "lavó las manos": "Es una decisión de carácter judicial que respetamos".

En Sudáfrica 2010, nuestro país decidió aportar datos a la policía del país africano sobre los barras que viajaban en vez de prohibirles el viaje, lo que habilitó una fuerte vigilancia del bunker que estos personajes tenían en Pretoria, cerca de la Selección.

En esta oportunidad, los muchachos del paravalancha se instalarán en un predio del club Internacional de Porto Alegre, gracias a una gestión del líder de la "torcida" (barra) Guarda Popular Colorada, Hierro Martins.

Sin embargo, el valioso aporte de información no va a poder darse por el pedido de una organización por demás turbia, el gran manejo de una abogada, la doctora Débora Hambo, y la "eficiente" decisión de la Justicia.

Ya de por sí será dudoso saber con qué dinero solventarán estos barras el viaje, y mucho más polémico será conocer cómo consiguen las entradas, si es que las tienen, para ver a la Selección. Mientras tanto, los mortales vemos como al Estado "no me importa nada" sigue tomando decisiones que hacen sentir que se nos ríen en la cara.