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La apuesta de Obama

El presidente Barack Obama hace una apuesta política demasiado fuerte al enviar al Congreso, en un año electoral, un proyecto de presupuesto que prevé un déficit de 1,3 billón de dólares.

Barack Obama envió al Congreso el proyecto de presupuesto para el año fiscal que va desde el 1º de octubre de 2012 al 30 de septiembre de 2013. Las posibilidades de que sea aprobado son prácticamente nulas, porque los republicanos –que controlan la Cámara de Representantes, por donde ingresan las previsiones económicas de la Administración– anticiparon: "Ya está rechazado, antes de su llegada al Capitolio". Al parecer, la oposición está dispuesta a votar en contra a libro cerrado.

Objetivamente, los republicanos, adictos al equilibrio presupuestario (aunque muchos presidentes republicanos dejaron déficits siderales), no soportarían echar una mirada a la propuesta presidencial: un déficit de 1,3 billón de dólares. Y eso que esta vez el presidente no incurrió en su optimismo del primer año de su administración, cuando afirmó que en 2009 comenzaría a reducir a la mitad la deuda dejada por Bush hijo.

Lo dijo cuando ya había estallado la crisis financiera de 2008 y el país se derrumbaba hacia una fuerte recesión, con millones de puestos de trabajo perdidos y la destrucción de la economía de millones de hogares con ingresos fijos.

Ahora propone invertir sumas siderales para avanzar en la reactivación de la economía, que en los últimos tres años logró recuperar 3,7 millones de puestos de trabajo, toda una hazaña en Occidente, donde la recesión sigue imponiendo un incontenible costo social.

La cuestión del presupuesto es vital para los dos grandes partidos. El Demócrata aspira a la reelección de Obama; el Republicano se define cada vez más en favor de Mitt Romney, quien calificó al proyecto de presupuesto de "un insulto para los contribuyentes".

Es que el presidente propone eliminar las exenciones impositivas para los que ganen más de 250 mil dólares anuales y elevar a un 30 por ciento el impuesto para quienes tengan ingresos superiores al millón de dólares anuales.

Es lo contrario de lo que hizo Bush hijo, que regaló 500 mil millones de dólares a quienes ganaban más de 200 mil dólares anuales, con la esperanza de que fuesen destinados a inversiones productivas. Pero los plutócratas compraron bonos del Tesoro y, de ser beneficiarios, pasaron a ser acreedores del Estado.

Obama quiere dar una nueva vuelta de tuerca a su keynesianismo; por eso incluye en su proyecto una inversión de 800 mil millones de dólares en infraestructura y ocho mil millones que serían distribuidos entre las universidades que forman a los jóvenes para desempeñarse en tecnologías productivas de punta.

En teoría, la propuesta del presidente es más racional, pero no está demostrado que los estadounidenses voten siempre guiados por la razón. El hecho de que hayan votado por George W. Bush para dos mandatos consecutivos lo demostraría en forma suficiente.