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Juan Suris se va de boca. ¿Corre peligro su vida en la prisión?

Aunque su novia Mónica Farro dice que conserva el humor de siempre en la cárcel, el amigo de Fariña está preocupado y teme por su vida.

Una vez le preguntaron al legendario guitarrista de Los Rollings Stones si tenía problemas con las drogas. Keith Richards respondió con el sarcasmo que conserva aún a los 70 años: "No tengo problemas con las drogas, sino con la policía que me las encuentra".

Más de cabotaje, Leonardo Fariña no tiene problemas con las autos que maneja, sino con la policía que descubre que son truchos. Pero ahora el ex de Karina Jelinek está más que preocupado e intenta hacer un bajo perfil porque le han llegado noticias que la justicia de Bahía Blanca lo va a llamar a declarar en la causa que se le sigue a Juan Suris por narcotráfico y otros ilícitos.

El fiscal de Bahía Blanca Alejandro Cantaro no quiere dejar pasar ni una, ni hay tráfico de influencias que valga con él. Y Fariña sabe que no es lo mismo decir cualquier pavada frente a un micrófono televisivo, que estar sometido a la presión de que un falso testimonio o una mentira en Tribunales lo puede dejar imputado en la causa.

Suris envió mensajes poco velados hacia "los sospechosos de siempre", dijo algo así como "si no me ayudan cuento todo". Y en el terreno delictivo en que se movió, esas amenazas mueven ciertas piezas del tablero de gente que no se deja amedrentar, y más cuando el servicio penitenciario ya está salido de su cauce natural, algo que se palpa por la cantidad inusual de fugas y otros incidentes sucedidos en las cárceles de todo el país.

Lo paradójico del caso es que el principal problema de Suris no es la imputación por narcotráfico. Hay quienes dicen que luego de la apelación a su prisión preventiva la Cámara Federal podría excarcelarlo por "falta de mérito".

El tema más complicado para el amigo de Fariña es el de las facturas truchas.

Y el secreto que Suris guarda como un as debajo de la manga es muy complejo. Se trata de cómo se introducían las drogas por algunos puertos que le requerían esas falsas facturas para enmascarar un complejo sistema de entrar cocaína a la Argentina por vía marítima.

Lo sabemos y lo contamos en exclusiva para los lectores de DiarioVeloz.

Existe un protocolo de la Administración Nacional de Puertos que obliga a que todos los buques de carga, y más los que transportan productos agrícolas y cereales deben  ser fumigados una vez que amarran y antes de descargar la mercadería.

El principio activo con se fumiga es la fosfina, un elemento altamente peligroso y que debe ser manipulado por personal capacitado. Las dotaciones suben a los buques y cada uno de ellos arrastra una mochila con capacidad aproximada de 30 kilos de fosfina.

La trampa en los barcos que traen narcóticos, es que algunas de esas mochilas son vaciadas de su contenido y recargadas con cocaína que bajan a tierra inocentemente vacías.

Pero no son las dotaciones comunes de gente honrada quienes hacen la tarea, sino empresas fantasmas que se han adaptado para esa nueva modalidad del narcotráfico.

Es de imaginar que si 20 operarios descienden llevando cada uno 30 kilos de drogas, en un abrir y cerrar de ojos está en suelo argentino la friolera de 600 kilos de estupefacientes. Y decimos 20 como pueden ser 40 o más, según el porte y la capacidad de cada barco.

Los controles aduaneros no los pueden revisar cuando descienden porque es una tarea insalubre, aún cuando supuestamente la fosfina quedó en la nave, sus restos siguen permaneciendo en los envases originales.

No sabemos en cuántos puertos funciona aún ese método de ingresar drogas, pero sí lo sabe Juan Suris porque las facturas falsas que emitía eran en función de esa modalidad, ingeniosa como todas las que utilizan las bandas de narcotraficantes.

Y desde que entró en pérdida, ya no puede prestar más ese servicio y para colmo que sabe más de la cuenta, amenaza con revelarlo si no lo ayudan.

El ingenio de los narcos para introducir drogas es ilimitado, tanto como su crueldad para sacarse de encima a los tipos que les fueron útiles pero ya son una molestia y un peligro.

Suris fue un pequeño eslabón en esa cadena delictiva, pero para él ya está la leyenda del "game over", colgándole del cuello,  el juego se terminó.

Esta costumbre de hacer dinero fácil no suele terminar en forma saludable para los perejiles que se prestan al juego macabro del narcotráfico. Y mucho menos si se van de boca y amenazan con revelar lo que conocen.