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Houdini y la vida después de la muerte (IV)

Muchos mitos sobreviven en torno al legendario mago y su relación con el "Más Allá".

¿BELIEVE or not BELIEVE ? That´s the question Esa fue la gran duda que quedó planteada a partir de una serie de episodios un tanto confusos, que provocaron ratificaciones y rectificaciones por parte de Bess, y cobijaron más sospechas sobre su actitud que sobre las del propio médium. A partir de noviembre de 1928, Arthur Ford comenzó a transmitir una serie de mensajes que -paulatinamente y en el transcurso de ocho sesiones que se prolongaron durante más de dos meses- completaron correctamente el mensaje codificado de Houdini-Bess. ¿Casualidad, verdadera mediumnidad, u otro gran olvido?

La palabra inicial del mensaje, Rosabelle, se pronunció en las primeras sesiones. El 5 de enero de 1929, el supuesto espíritu "Fletcher" completó -aun en ausencia de Bess- la secuencia con las nueve palabras restantes: Answer (B) - Tell (E) - Pray-Answer (L) - Look (I) - Tell (E) - Answer-Answer (V) - Tell (E). También dio explícitas instrucciones para que se le comunicara a la interesada este resultado y se la invitara a participar en una próxima sesión.

El 8 de enero, en presencia de Bess y otros testigos, Ford actuó su rol de médium repitiendo la secuencia de palabras claves y dio la interpretación correcta de su significado: ROSABELLE  BELIEVE (Rosabelle cree).


La "gran noticia" no tardó en divulgarse y prácticamente todos los medios se hicieron eco de la misma. Por su parte Ford, más que presuroso, no desaprovechó la conmoción y le hizo firmar a Bess (junto a tres testigos) una declaración en la que confirmaba todo lo expuesto en los siguientes términos:

New York City

9 de Enero de 1929

   Independientemente de cualquier manifestación contraria, deseo declarar que el mensaje, en su totalidad, y en la secuencia acordada, que me entregó Arthur Ford, es el mensaje correcto convenido entre el señor Houdini y yo.

Beatrice Houdini

TESTIGOS:

Harry R. Zander (periodista de United Press)

Minnie Chester (amiga de Beatrice Houdini)  

John W. Stafford (miembro del círculo de Arthur Ford)


La aseveración era categórica y, ¿qué lugar a dudas podía dejar la convicción de Bess al respecto? La respuesta a esta pregunta también es contundente: MUCHAS, y las certezas no pocas.

Los cuestionamientos surgieron de inmediato y no se ahorraron duras críticas para Ford, ni mucho menos para la propia esposa del gran Houdini. 

¿Inimputabilidad?

Se relaciona con el estado de salud de la esposa de Houdini y, tal vez, podemos considerarla la crítica más "benevolente" que pudo haber recibido Bess después de su carta del 9 de enero, si se tiene en cuenta que otras apuntaron  directamente a involucrarla como parte de un gran fraude.

El primer dato curioso que surge, es el olvido ya mencionado acerca de la palabra forgive que anunciara Ford en la primera sesión y que fuera el detonante para que Bess empezara a confiar en él. Recordemos que no había pasado ni un año de sus declaraciones a The Brookling Daily Eagle ["Houdini Had Death Pact With Mother That Failed Like One With His Wife, por Jane Corby, The Brookling Daily Eagle, 13/03/1927, pp. 1 y 11] y esto, por supuesto, permite una leve sospecha sobre la claridad mental de Bess. Si bien era relativamente joven, se puede suponer que su estado emocional no era óptimo ante la pérdida irreparable de su marido. El desaliento por no haber encontrado un solo médium que le transmitiera el mensaje esperado, también pudo haber sido un factor decisivo para abrir una nueva esperanza y rendirse ante las revelaciones de Ford.

Se sumaron algunos acontecimientos que -al menos en principio- refuerzan esta hipótesis. Aquel comienzo de año no había sido el mejor para Bess. Al padecimiento de una gripe, se agregó una caída en la escalera de su casa que le ocasionó lesiones en la columna y -completando el cuadro de infortunios- tuvo algunas manifestaciones delirantes que incluso fueron reflejadas en los medios. También se habló de un intento de suicidio en la noche del 4 de enero de 1929 [Kalush, W. & Sloman, L. (2007) The Secret Life of Houdini. Atria Books, N.Y.].

El 3 de enero de 1929, la periodista Rea Jaure del New York Evening Graphic,  titulaba: "VIUDA ENFERMA SE COMUNICA CON HOUDINI". Evidentemente a la palabra enferma se le dio una doble connotación: física y psíquica. Según la nota, en un estado de "semidelirio", Bess gritaba implorando a su difunto marido: "Harry, querido, ¿porqué no vienes a mí desde el más allá?"; y -con llanto y resignación- concluía: "Yo sé que vendrás a mí, mi querido." [Christopher, M. (1969) Houdini: The Untold Story. Thomas Y. Crowell Company, N. Y., p. 254].

Lo significativo es que la condición poco favorable de Bess se mantuvo durante días, incluso en las fechas de la famosa sesión y posterior firma de la carta confirmatoria.  El propio abogado de Bess, el Dr. Ernst, lo señaló en una misiva de esta manera: "Con respecto al supuesto mensaje de Ford... cuando la señora Houdini firmó el papel a efectos de que el mensaje era genuino, ella estaba confinada en su cama después de la caída, había estado tomando drogas y no estaba en condiciones de saber lo que estaba haciendo." [Christopher, M. (1975) Mediums, Mystics & The Occult. Thomas Y. Crowell Company, N. Y., p. 130]


También hubo otras implicaciones que hicieron dudar de su cordura. Mientras dejaba constancia -en la carta del 9 de enero- de que el mensaje de Ford era totalmente correcto, el New York World de la misma fecha reproducía sus siguientes declaraciones: "Yo no tenía idea de qué combinación de palabras usaría Harry, y cuando él dijo 'believe', esto fue una sorpresa." 

¿Sorpresa?,  sorpresa fue su otra manifestación pública acerca de otros dos mensajes que Houdini había pactado con su amigo Remigius Weiss y el conocido espiritista Sir Arthur Conan Doyle. Consultados ambos al respecto, la negativa fue absoluta.

Según declaraciones de Bess, una copia del famoso mensaje se encontraba en una caja fuerte del Manufacturers Bank. Si bien prometió al periodismo que mostraría ese documento después que mejorara su "cerebro enfermo", nunca lo hizo. Su propio abogado, B. M. L. Ernst, tiempo después  le reveló a M. Christopher que dicha copia sólo existía en su imaginación (Christopher, 1975, op. cit.  p. 129).

Para sumar pruebas de su frágil memoria, es menester recordar que en 1928, precisamente meses o un año antes de que Ford anunciara el código, Harold Kellock publicó su libro "Houdini. His Life Story. From the Recollections and Documents of Beatrice Houdini". Como bien lo señala el título, la biografía estaba basada principalmente en los datos que proporcionó la propia viuda.

Lo significativo, y vaya nuevo descuido, es que el autor revelaba en la página 105 el código que Houdini y Bess utilizaban [Kellock, H. (1928) Houdini. His Life Story. Harcourt, Brace & Co., N.Y.].


Esta serie de hechos apenas si nos aproximan al confuso contexto que imperó durante todo el proceso.

¿Complicidad?

Como no podía ser de otra manera, las sospechas de fraude comenzaron a cobrar peso y la ética de Bess se puso en duda al ser acusada de complicidad con Ford.

El mayor escándalo provino de un artículo publicado el 10 de enero en el Graphic con el rimbombante título: "HOUDINI MESSAGE A BIG HOAX! Ford Admits He Got Secret Code from Magician´s Widow" (¡EL MENSAJE DE HOUDINI FUE UN GRAN FRAUDE! Ford Admite que el Código Secreto lo Obtuvo de la Viuda del Mago).

La crónica revelaba una reunión entre la periodista Rea Jaure y Arthur Ford en la cual, supuestamente, se obtuvo la confesión del médium de cómo se negoció el secreto del mensaje de Houdini. Bess habría proporcionado el mensaje completo para que Ford pudiera promocionar adecuadamente una gira de conferencias que ambos llevarían a cabo y, obviamente, les aseguraría excelentes ingresos.


Esta acusación nunca se pudo probar y la propia involucrada hizo su descargo en el mismo periódico con una extensa carta publicada el 20 de enero de 1929. En dicha carta Bess reiteró enfáticamente que no fue parte de ningún fraude y que nunca traicionó la verdad  proporcionando las palabras del mensaje a Ford. El mensaje que había obtenido era el que estaba esperando de su marido y, si no fue por ayuda espiritual, ella no sabía de qué otra forma pudo haber sido.

También la confundía el hecho de que existieran tantas historias al respecto, que muchos manifestaran que el mensaje ya era conocido y que nadie se lo haya informado antes, dejando que Ford  finalmente se lo anunciara.

Más allá de su defensa, lo significativo fue que Bess no retomó vínculos con Ford y, hasta el final de sus días, sostuvo que nunca nadie la convenció de una verdadera comunicación con su difunto esposo. Esta aparente contradicción tal vez se entienda mejor con declaraciones posteriores que aparecieron publicadas el 26 de marzo de 1933 en el New York Sunday Mirror:

 "Existió un momento en que yo deseaba intensamente tener noticias de Harry. Yo estaba enferma, física y mentalmente, y tal era mi avidez que los espiritistas pudieron carcomer mi mente y hacerme creer que ellos realmente habían tenido noticias de él." (Christopher, 1975, op. cit. p. 134)

Y si esto no fuera suficiente, basta recordar que durante 10 años continuó con sesiones  públicas e informales en cada nuevo aniversario de la muerte de su esposo. La última sesión a la que asistió  fue celebrada el 31 de octubre de 1936.


El 11 de febrero de 1943 Bess falleció sin haber modificado hasta ese momento su última desaprobación a cualquier mensaje espiritista que sugiera una comunicación con Houdini.


Conclusión

Nunca se aportaron pruebas del verdadero mensaje que pactaron Houdini y Bess. Durante un tiempo la viuda sostuvo que existía copia de dicho mensaje en una caja fuerte bancaria, pero nunca mostró esa copia. El supuesto mensaje fue reconocido como verdadero después que Arthur Ford lo anunciara y Bess lo avalara, pero el documento siempre faltó a la cita.

No caben dudas de que la salud mental de Bess no era la mejor, pero su deterioro psicofísico no invalida la hipótesis de una complicidad fraudulenta con Ford. Una mirada benigna a toda esta historia, bien puede hacernos suponer y aceptar lo último que ella dijo reconociendo su enfermedad y cómo los espiritistas le carcomieron su mente.

El médium no era un corderito inocente y sus antecedentes no eran los mejores como para impedir que se dude de su honorabilidad. El toque de gracia a sus maniobras fraudulentas fue dado, precisamente, por dos autores crédulos de lo paranormal. En 1973 sale a la luz "Arthur Ford: The Man who Talked with the Dead", libro escrito por Allen Spraggett (pastor fundamentalista) y el Reverendo William Rauscher (rector de la Iglesia Episcopal de Cristo, Woodbury, New Jersey). Ambos biógrafos analizaron la documentación personal del médium y revelaron cómo el pícaro Arthur Ford, al igual que Houdini cuando asombraba con su rol de médium en la compañía del Dr. Hill, tampoco dejaba sus sesiones libradas al azar. El "trabajo sucio" lo hacía personalmente o recurría a eficientes secretarios que se encargaban de proporcionarle suficiente información sobre los consultantes antes de cada sesión. Las principales fuentes de consulta eran la biblioteca de Filadelfia, los periódicos y -muy especialmente- un gran archivo de necrológicas que actualizaba permanentemente [Spraggett, Allen & Rauscher, William V.  (1973) Arthur Ford: The Man Who Talked with the Dead. New American Library (Times Mirror), N.Y.]


Si no fuera que gran parte de ese archivo fue destruido por orden expresa de Ford antes de su muerte, seguramente hubieran encontrado el recorte del Brookling Daily Eagle del 13 de marzo de 1927 y las declaraciones de Bess sobre la palabra "forgive".

Ante esta maraña de contradicciones, ratificaciones y rectificaciones, menos evidencias que certezas, relación sospechada de un ventajista profesional y una viuda desequilibrada, la conjetura de Martin Gardner se impone con mucha probabilidad: "Mi opinión es que Bess, enferma y alcoholizada en 1928, había divulgado el secreto, pero nunca fue capaz de admitirlo después." [Gardner, M. (1981) Arthur Ford. En Science, Good, Bad and Bogus, Prometheus Books, Buffalo, N.Y. Edición castellano: La Ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso, Alianza Editorial, Madrid, 1988. Publicado originalmente el 3 de mayo de 1973 en New York Review of Books].