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Haddad, el intelectual ungido por Lula para recuperar el poder

Es el menos petista dentro del Partido de los Trabajadores. Es abogado, con un máster en Economía y un doctorado en Filosofía.

Frente a las fieles multitudes de simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad reitera una y otra vez la misma frase esperanzadora: "Vamos a hacer a Brasil feliz de nuevo". Y toda su campaña se basa en la premisa de que él es la encarnación del popular expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.

Sin embargo, fuera de su rol de candidato, es el menos petista dentro del PT. Abogado, con un máster en Economía y un doctorado en Filosofía, este exprofesor universitario de 55 años ha estado siempre alejado de las raíces del PT, los sindicatos y los movimientos sociales. No tiene mucho peso dentro del partido, y justamente por eso fue elegido por Lula para reemplazarlo en la fórmula petista; la idea es que pueda ser controlado por el aparato dejado en pie por el líder de la izquierda brasileña.

Haddad, de perfil moderado y modales amables, pertenece a una familia de inmigrantes libaneses cristianos ortodoxos que se estableció en San Pablo y se dedicó al comercio de telas. Llegó al PT por medio de su actuación en el centro de estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Pablo, donde ejerció casi toda su carrera académica. Está casado con su novia desde la adolescencia, la dentista Ana Estela, con quien tiene dos hijos ya adultos.

En 2001 saltó a la administración pública, en el área de finanzas y desarrollo económico de la capital paulista. Pero luego, con Lula recién estrenado como presidente en 2003, fue llamado como asesor del Ministerio de Planificación primero y del Ministerio de Educación después. A Lula le pareció confiable y eficiente, conocedor del área, así que en 2005 lo nombró titular de Educación, cargo que ocupó hasta 2012, ya con Dilma Rousseff en el Palacio del Planalto.

Se destacó por el aumento de las inversiones en el sistema educativo, la creación de becas para estudiantes de bajos ingresos en universidades privadas, los esfuerzos por la alfabetización de adultos, la implementación de índices para medir la calidad educativa, la reformulación del Examen Nacional de Enseñanza Media para el acceso a la universidad, y el programa antidiscriminatorio Brasil Sin Homofobia.

Con gran prestigio en el gabinete de Dilma, ganó la alcaldía de San Pablo y administró la mayor metrópolis sudamericana desde 2013 hasta 2016. Impulsó numerosas iniciativas para reducir el tránsito como una extensa red de bicisendas y carriles exclusivos para colectivos, que tuvieron bastante oposición, así como la peatonalización de la tradicional avenida Paulista los domingos.

Pero la medida que más rechazo le generó fue un aumento del impuesto inmobiliario, que le puso a la clase media progresista en contra. Perdió la reelección y se convirtió en una suerte de paria dentro del PT. Lula lo puso entonces a trabajar como coordinador del programa de gobierno para su nueva candidatura presidencial.

Al quedar preso el exmandatario, Haddad hizo valer su título de abogado para visitarlo frecuentemente en su celda. Se ganó de vuelta su confianza y poco a poco venció la resistencia de otros líderes petistas. Aunque la primera opción de Lula para reemplazarlo era su amigo y exgobernador de Bahía Jaques Wagner, este mismo indicó que sería mejor poner una persona más joven, de cara al futuro