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Guillermo Francella: "Me gusta pensar cada paso que doy"

* Por Jorge Luis Montiel. En todos los frentes Hizo un filme de Ana Katz, no descarta encarar un texto clásico, vuelve a la televisión junto a Campanella y, en Mar del Plata, la obra que interpreta junto a Alfredo Alcón es un éxito.

En la película El hombre del año de 1970, protagonizada por el legendario Alberto Olmedo, el personaje alcanzaba notoriedad por poseer dos corazones dentro de su pecho. Guillermo Francella hace dudar si no los tiene. Es que transmite una imagen tan cordial y afable, no sólo en cada uno de sus trabajos sino en la vida misma y, sobre todo, con el público. Parece ese hermano, pariente o amigo íntimo que todos necesitamos cerca.

Aquel al que recurrimos para compartir un pesar o la amargura cotidiana, porque sabe dibujarnos una sonrisa de felicidad y alegría, en los labios. Indudablemente el 2010 fue su año artístico. No sólo por el éxito mundial en el podio de los podios de la película El secreto de sus ojos de Juan José Campanella, donde su carrera pegó un volantazo al transitar un rol de ribetes dramáticos. El filme ganó el Oscar, y tuvo el privilegio de vivir ese instante al lado del director, cuando recibía el galardón de manos de Pedro Almodóvar.

 También la fortuna de haber podido transitar un escenario junto al gran Alfredo Alcón, en Los reyes de la risa . Un sueño hecho realidad que acarició durante décadas, con el que acaba de desembarcar en Mar del Plata, para colocar desde el primer día el codiciado cartelito de “No hay más localidades”. “Por favor, les pido un momento, estamos trabajando”, dice con educación y altura a los chicos y las mujeres que lo reconocen en la puerta del teatro y literalmente se abalanzan sobre Guillermo Francella mientras transcurre la sesión fotográfica.


En cambio, al terminar, se presta a posar junto a ese público fiel que lo quiere sin retaceos. Instalado en la comodidad de su minúsculo y despojado camarín, enciende un hornito de cerámica sobre el que deposita algunas gotas de fragancia relajantes. “Ayuda a sustraerse un poco del nerviosismo típico antes de la función”, confiesa e inicia una charla distendida.

Filmaste “Los Marziano” dirigido por Ana Katz. ¿Harías más cine de autor? ¿Trabajarías en una película de, por ejemplo, Pablo Trapero o Lucrecia Martel?

Ser dirigido por Ana (Katz), junto a Mercedes Morán, Arturo Puig y Rita Cortese, fue una experiencia fantástica. Y recién nombraste a dos tremendos directores que si tuvieran un guión que me agradara, con mucho placer diría que sí. Cuando hay películas realmente para que la gente las consuma, me convocan y me gusta la historia, soy candidato a hacerlas.

En cuanto a lo que se denomina cine alternativo o experimental, depende. Hay que ver. Una película sin ninguna identificación, no me dan ganas. Hay directores que filman lo que quieren olvidándose del público, que no les importa incluso.

Ese tipo de cine, no. ¿Te imaginás en un “cameo” de la versión americana de “El secreto de sus ojos”?
Podría ser... pero el recuerdo es tan grato, que mejor dejarlo así. Ojalá que les salga como a Juan (José Campanella). La remake de Nueve reinas no me gustó. En un futuro, proyectando hacia adelante, ¿dirigirías cine? Me gustaría, pero lo veo más delicado. Me encanta trabajar con los actores, proponer, sugerir, pero a nivel cinematográfico...(busca las palabras) Los grandes directores logran hacer invisible a la cámara y contar una historia. Eso no es sencillo. Alfredo Alcón te vio en televisión y te propuso trabajar juntos Así fue y así salió. La admiración que tengo por Alfredo es de toda la vida. Desde que era adolescente lo iba a esperar a la puerta de los teatros. Hizo personajes que me marcaron mucho. Compartir el escenario con él era un sueño. Sólo saber que quería hacer comedia conmigo, fue concretarlo.

¿Cómo es trabajar con él?

Una delicia. Nos reímos todo el tiempo. Tiene un humor maravilloso, anécdotas con personalidades de la cultura de España y de Argentina. Tenemos una relación muy linda. Muchas veces corrés el riesgo de desilusionarte al trabajar con alguien que admirás, porque cuando lo conocés, no era lo que te imaginabas. Acá, por el contrario. En la cotidianidad, es donde se incrementa nuestra relación y aflora su fantástica manera de ser.

Enrique Pinti hará “El burgués gentilhombre” de Molière en el San Martín, ¿harías un clásico?

 Si. Leí las obras completas de Molière y hay varias que alguna vez tengo ganas de hacer. También Goldoni y algún clásico nuestro como Discépolo. A veces hay que perderles un poco el respeto a esos textos. Si intelectualizás mucho a un autor como Molière, puede resultar un bodrio. Tiene que haber un director que tenga la cabeza necesaria para hacerlas dinámicas y comerciales. Ojo, que no sea mala palabra decir “comercial”. Justo. El teatro comercial es dirigido por gente del ambiente alternativo como Veronese y algunos de estos mismos hacedores hacen pie en la tele, como el dramaturgo

Javier Daulte que escribió “Para vestir santos”, ¿qué opinás de esa movida?

Siempre depende de los resultados. Viajo bastante, tengo oportunidad de ver televisión afuera y te digo que en varios países no es buena. La nuestra sí. Todavía puede estar mejor. Estas chances de incorporar gente de otros círculos son muy productivas. El tema es que podamos tener una pantalla heterogénea donde veamos comedia, dramas, suspenso, tira diaria, semanal, hasta teatro clásico. También el chisme, pero que haya para elegir. Cuando la tele es toda igual, ahí te deprimís porque no hay matices.

¿Te genera ansiedad no tener pantalla televisiva?

No. La verdad es que no dejo de estar. Hice en 2001 y 2002 Poné a Francella ; en 2003, Durmiendo con mi jefe ; y en 2005 y 2006, Casados con hijos . Los últimos años estuve en el aire por las repeticiones. ¿Te molestan? Ya estoy tan acostumbrado... No pasa nada, ya está. Los cambios en tu carrera parecen ser muy estratégicos. Sí. Es cierto. Me gusta pensar cada paso que doy. Sus ojos claros apuntan directo a los de su interlocutor, pero no de manera desafiante ni altanera. Su mirada revela interés y respeto, hasta cierto cuidado por las formas en alguien acostumbrado a los reportajes. “¿Acá hace calor o soy yo?, ¿vos como te sentís?”, consulta al cronista. “Disculpen, ¿está prendido el aire acondicionado?”, pregunta a la gente de producción, revelando su costado meticuloso. ¿Laboralmente sos obsesivo o detallista? Las dos cosas. Todo debe funcionar como corresponde. No tolero que algo quede a media marcha o la desidia en la persona que hace una tarea. En ese sentido, más que detallista, soy obsesivo porque haya un resultado satisfactorio. Toda la vida fui igual. ¿Qué anhelás, de ahora en más, como actor y persona? Se habla del mejor año de mi carrera, pero creo que todos han sido de una enorme satisfacción. Gracias a Dios se me dio algo durante treinta años: que lo personal y lo laboral vayan de la mano. Para terminar te propongo un juego: golpean la puerta del camarín, ¿quién te gustaría que fuera? ( Piensa ) Mi padre. ¿Qué díria? Estoy seguro que muchísimas cosas... ( Se emociona ) Lo perdí muy joven a papá. Se me fue al comienzo de mi profesión. Alcanzó a verme en un comercial y una obra de teatro off, casi nada. Se fue temprano. Si se abriera esa puerta y entrara él, tendría una charla íntima... ( Enmudece ) Me fui un poquito…disculpame.