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Exclusivo: Cristina Kirchner invitó a Isabel Perón a visitar la Argentina

Pocos lo saben en el entorno Presidencial, y nadie fuera de él. Hace tiempo, Isabel Martínez de Perón mantiene correspondencia privada con Cristina Fernández. Por D. Boimvaser

* Por Jorge D. Boimvaser
info@boimvaser.com.ar

Pocos lo saben en el entorno Presidencial, y nadie fuera de él. Hace tiempo (no sabemos cuánto, pero se nos dice que quizás desde la muerte de Néstor Kirchner),  Isabel Martínez de Perón –la primera mujer que llegó a ser Jefa de Estado en la Argentina- mantiene correspondencia privada con la segunda mujer que  llegó a la máxima conducción del país: Cristina Fernández de Kirchner.

El tono del intercambio epistolar es secreto, pero en Madrid se deslizó desde el entorno de Isabelita que la Jefa de Estado la invitó a venir a la Argentina, posiblemente para homenajearla por haber sido quien gobernaba en 1976 cuando la destituyó la tétrica dictadura militar que gobernó hasta el 10 de diciembre de 1983.

La respuesta de Isabel fue, siempre según esas fuentes españolas,  que se sentía débil para emprender ese viaje por ahora. No descartó que lo pueda hacer en algún otro momento. Sus 81 años –nació en 4 de febrero de 1931- le pesan demasiado para emprender un viaje que sentimentalmente quizás pueda deteriorar su salud.

Pero lo misterioso del caso no es una invitación de ese estilo, sino la forma en que ambas mujeres intercambian correspondencia.

En tiempos de correos electrónicos, valijas diplomáticas inexpugnables y cuestiones de alta seguridad, el sistema utilizado es el siguiente.

Isabel escribe las cartas manuscritas, de puño y letra. A Cristina Kirchner la llama por su segundo nombre, Elizabet.

La carta ocupa solo una hoja de papel. Son breves y su contenido nadie lo sabe.
Una vez escrita, la viuda de Juan Domingo Perón se comunica con una monja de clausura que vive recluída en un convento en San Luis. Esta religiosa es la primera posta del correo.
Una vez que el sobre esta en sus manos, se la entrega a otra religiosa que permanece en un enclave religioso en el barrio porteño de Once.

De ahí una comunicación telefónica con la oficina privada de Presidencia de la Nación. Un colaborar de absoluta confianza de Cristina Fernández  pasa a buscar a la madre Superiora  y la lleva directamente al despacho de la Presidente.

Nadie toca el sobre y solo lo abre la jefa de Estado. Después de leerla, toma una hoja de papel y escribe la respuesta. La versión madrileña sostiene que el encabezamiento de la Presidenta es mucho más formal.  Cristina Fernández utiliza el apellido olvidad de Isabelita: Martínez Casas.

Mientras Cristina Fernández escribe la respuesta, la religiosa aguarda en el mismo despacho. Se cierra el sobre y el recorrido de regreso a Madrid es el mismo procedimiento, pero a la inversa.

La monjita se contacta con su par de San Luis, y de ahí –suponemos que con acompañamiento de alguien de suma confianza de Presidencia-,  en vuelo a Madrid la misiva es entregada en mano a Isabelita.

Esa modalidad de "carta en mano"  (o punto a punto), es propia de las antiguas costumbres de las sociedades secretas, tipo logias masónicas.

También supimos que a una de las religiosas se la conoce como la "Madre Peralta", y tiene un atributo que produce cierto recelo en la jerarquía religiosa: Se le atribuye tener una gran capacidad de videncia.  Es de esas personas que con solo mirar a otra puede leer su pasado, sus angustias o debilidades. Y quizás por eso vive en el estado de clausura en el que solo toma contacto con el exterior excepcionalmente.

Una de esas excepciones es precisamente participar de este intercambio de correspondencia entre las dos mujeres que accedieron a la Jefatura de Estado en la Argentina.

No se descarta que Isabelita finalmente acepte la invitación de venir a la Argentina, algo que deberá ocurrir no más allá de este año, teniendo en cuenta que el paso del tiempo es inexorable, y los tiempos se achican para tomar esa determinación.