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Estrategia de guerra: escondernos 

El viernes 10 de abril de 2020, el Presidente Alberto Fernández anunció la segunda etapa del Aislamiento Social Preventivo hasta el 26 de abril de 2020, “para no ir en busca del virus y para que no nos encuentre” hay que quedarse en casa.

Quedate en casa
Quedate en casa

El primer indicio de la política sanitaria preventiva que desplegaría el Gobierno Nacional fue la suspensión de clases para todos los niveles educativos, desde el 15 de marzo de 2020 al 31 de marzo de 2020, hoy prorrogado al 1 de junio de 2020.

Siguió el decreto 297/2020 por el cual se establece el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio desde el 20 de marzo de 2020 al 31 de marzo de 2020 por el cual sólo podrían circular y concurrir al lugar de trabajo, como así también ejercer el comercio, las actividades imprescindibles como ser salud, seguridad, transportes, alimentación, etcétera. 

Si bien en un principio generó alguna resistencia en la población, lo cual se evidenció en la gran cantidad de autos secuestrados y número de causas por atentar contra la Salud Pública entre otros, luego, ante los controles implementados y una suerte de conciencia social colectiva se verificó un alto acatamiento.

Pero la cantidad de muertes a nivel mundial y la velocidad de contagio del virus, sumado a la determinación del Gobierno de evitar pérdidas humanas, la cuarentena se amplió al 12 de abril de 2020 y el pasado viernes, 10 de abril, antes de que culmine el plazo, el Presidente de la Nación anunció una nueva extensión del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio hasta el 26 de abril de 2020. 

Sin duda y a tenor de los números, quedarnos en casa, sirvió. La comparación con países de la región así lo avalan, especialmente al ver a países que no implementaron la cuarentena o que sus habitantes hicieron caso omiso, las muertes no dan tregua (Estados Unidos, España, Italia).

Efectos colaterales

La economía de un País es reflejo de las economías de quienes la integran y viceversa. El Presidente adelantó que prefiere perder un punto del PBI antes que una vida. 

La situación de las miles de familias argentinas podría resumirse en estos tres ejemplos:

-Los que no cuentan con medios de ninguna clase o son cuentapropistas, servicio doméstico, etcétera. Para ellos se reforzaron las ayudas sociales desde la Tarjeta Alimentaria como la entrega de alimentos o viandas en comedores, hasta un  Ingreso Familiar de Emergencia (IFE de $10.000) 


-Los que teniendo trabajo y percibiendo salario, no pueden afrontar los gastos de tarjeta de crédito, alquileres, etcétera. Para ellos se implementó a través del decreto 320-2020 la suspensión de desalojos por 6 meses, la posibilidad de pagar en tres meses la deuda por alquileres, etcétera.  A los que no pueden pagar los consumos de la tarjeta se instrumentó un plazo de gracia de 3 meses para empezar a pagar sin que ello implique el corte del crédito. 

-Los que tienen una pyme, un comercio unipersonal, los que viven de la venta diaria, o de brindar servicios como los profesionales independientes, en este grupo las cosas se pusieron muy difíciles.

Al no facturar, al no vender, al no ejercer la profesión no sólo dejan de generar ingresos sino que también se endeudan ellos; y los desempleados son los que más golpeados quedarán por la restricción o aislamiento.


Balance final

No hace falta ser un analista económico para presagiar una crisis económica de ribetes alarmantes, sin embargo, sin el aislamiento obligatorio, se generaría la misma pérdida económica acompañada además por miles y miles de personas fallecidas. 

Ante la disyuntiva entre la vida o la muerte Argentina prioriza la vida, se acata y realiza esta segunda etapa de aislamiento planificada por el Poder Ejecutivo.

Como dijo una persona que respeto mucho, quedará un mundo post tercera guerra mundial pero sin escombros, porque el enemigo invisible fue un virus, el coronavirus.

Quedará para nosotros los argentinos la convicción de haber perdido todo, poco o mucho de lo material, pero haber colaborado para salvar vidas. 

Quedarse en casa será el equivalente de haber peleado en la guerra.

Quedarse en casa, aunque sea aburrido, aunque genere pérdidas económicas, aunque moleste, es hoy la demostración de amor al prójimo de todos los argentinos.

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