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Escándalo: La mucama despechada

*Por Cecilia Di Lodovico para revista Noticias. La asistente por veinte años de la diva (Mirtha Legrand) prende el ventilador. ¿Deudas impositivas, maltrato e infidencias?

Cuenta la historia que Rosita Ollín era una señora muy pobre que cocinaba para una familia rica que la despreciaba. Un buen día, la persona que peor la trataba se enfermó y necesitaba una transfusión de sangre para sobrevivir. Ninguno de sus familiares podía ayudarla, excepto Rosita que aceptó donar su sangre. Para Mirtha Legrand, yo soy Rosita Ollín.

Así, con un cuento para niños, Lina Rosa Díaz (49) ilustra los 21 años que pasó junto a la diva. "Los demás empleados se burlaban de mí, pero yo siempre me callé ante los malos tratos de la señora porque no quería perder mi trabajo", dice la mucama histórica –tanto en los almuerzos televisados como en su casa- que sirvió a numerosas estrellas que pasaron por la mesa de Legrand.

Está enojada y, por momentos, se quiebra hasta las lágrimas. "Pasé cosas horribles. No pido nada que no me corresponde, solo lo justo". Con "lo justo", Lina se refiere a los 800 mil pesos que le reclama por evasión de aportes. "Desde que me tomó, trabajé en negro. Nunca tuve feriados, francos ni vacaciones. ¿Qué va a pasar con mi jubilación?", se pregunta.

Por sus servicios -"de mucama, cocinera y asistente"- recibía un pago de 200 pesos al día, sin viáticos. Es decir, unos 4 mil pesos por veinte días de trabajo, de lunes a viernes. "Me cansé de pedir aumentos o un reconocimiento, por eso la denuncio", aseguró a NOTICIAS.

Sin embargo, fuentes allegadas a Legrand creen que la denuncia frente a la AFIP está vinculada al robo de dinero y joyas, ocurrido en diciembre del 2010, en su piso de Av. Libertador al 2800. Los investigadores sospechan que un "entregador" dio coordenadas sobre la ubicación de la caja fuerte de "Chiquita", quien se encontraba de viaje en ese momento.
Tres semanas atrás, la policía realizó un allanamiento en la casa de Díaz, ubicada en Florencio Varela y en la que vive con tres de sus cinco hijos. La sospecha caló hondo en la sensibilidad de la ex leal mucama.

"Todo este tiempo me sentí humillada y denigrada", aseguró la mujer que llegó a la televisión con 27 años, a través de una agencia de mucamas.

"Daniel Tinayre pidió dos personas. Yo tenía experiencia porque trabajaba en un restaurante y conocía de comidas y vinos. Nos hicieron varias pruebas y quedé junto a Luisa Salinas, pero la aprobación final la dio la señora (Legrand). Otra chica no pasó porque era muy morocha y eso no le gustaba. Cuando la conocí la noté muy detallista y me dio un saludo cálido", reconoció.

Fue en 1991, cuando la actriz y conductora volvía a la televisión de la mano del ex presidente Carlos Menem.

El lunes 2 de abril, Díaz trabajó por última vez para "la señora". "Yo adoro la paz, pero ella se buscó la guerra", desafió la asistente.

NOTICIAS: ¿Por qué, después de 21 años, decidió denunciar a Legrand? Lina Díaz: Porque me cansé de la tomada de pelo. Imaginate. ¿Yo puedo vivir con ese dinero? Hago de todo: le cocino, le limpio, la asisto, le arreglo la casa. Y, hasta que terminó el programa, hacía lo mismo pero en televisión por el mismo precio. Está acostumbrada a no pagar porque todo lo consigue por canje: peluqueros, maquilladores, vestidos, hasta las flores para su marido fallecido. Va a los restaurantes más caros y no paga un centavo. Si pedís 100 pesos, es un escándalo. Considera que uno tiene que estar agradecido por trabajar con ella. Incluso, te hace sentir que tenés que trabajar gratis y que no tenés derecho a nada.

NOTICIAS: ¿Cómo pasó de trabajar con ella en televisión a asistirla en su departamento de Palermo? Díaz: Seis años atrás, la señora sufrió un robo y echaron a la mucama.
La culparon pero a la mujer nunca pudieron probarle nada. Estaban desesperados porque nadie quería trabajar para ella. Me aconsejaron que no vaya porque en esa casa siempre había robos y culpaban a los de afuera. Me pidieron el favor de reemplazarla por unos días.

Los días se transforaron en años y la confianza creció. Lina debió intervenir en el escándalo del romance entre Juanita Viale -embarazada- y el ministro de Economía Martín Lousteau. Tras la infidelidad, la nieta de Legrand debió refugiarse en la casa del country Club Argentino junto a su marido Gonzalo "Manguera" Valenzuela.

"Me mandaron para cocinar, pero tenía que lavar y planchar. Fue una situación muy fea porque la pareja estaba en crisis", contó Díaz.

NOTICIAS: ¿Cómo es el trabajo en la casa de Mirtha Legrand? Díaz: Yo lloraba todo el tiempo. Todo lo quería "rápido, rápido". Si tardabas un poco, se ponía histérica. Me humillaba frente a los demás y me trataba como si yo fuera tonta. Te llama con un timbre que tiene en cada habitación de la casa. Mediante un tablero, yo sabía dónde estaba para no perder tiempo e ir directamente.

NOTICIAS: ¿Qué servicios le exigía? Díaz: Quería que todo estuviera perfumado.
La ayudaba a cambiarse y le daba la comida en la cama. En el baño el papel higiénico siempre estaba completo, al igual que el jabón. Tiene siete placares con ropa separada por evento y otros para carteras y zapatos.

En muchas cosas tengo la culpa yo, porque la mimaba con detalles y después me recriminaba si no lo volvía a hacer. Por ejemplo, debía combinar el centro de mesa y la vajilla. Era un servicio de excelencia.

NOTICIAS: ¿Cómo le pagaban? Díaz: Al principio no me pagaban nada. Después me fueron aumentando hasta llegar a mil dólares con el uno a uno. En varias oportunidades me dieron cheques que jamás pude cobrar.
Pasé Navidades sin poder comer.

NOTICIAS: ¿Por qué se quedó si no estaba cómoda con el trato? Díaz: Siempre me presionaban. Me decían, "Lina, pensá, no te quedés sin trabajo. Seguí" (se quiebra). No podía tomarme licencias. En mi último embarazo, tuve contracciones en el programa y no me dejaron ir al hospital ni tener reposo después del parto.

NOTICIAS: ¿Alguna vez sintió cariño por su empleadora? Díaz: Yo siempre la quise mucho. Por eso me quedé al lado de ella. Consideré su situación, el abandono de su hija, de sus nietos y la muerte de su hijo. Ella siempre está muy sola. Muchas veces estuvo enferma y la dejaban solita. La hija ni se enteraba. Juana viene solo a buscar plata, Nachito (Viale) es un poquito más humano, pero cuando tiene algún negocito, sino ni aparece.

O vienen a comer para destrozarla, le dicen que todo lo que hace está mal.
Y, en su caso, lo que tienen sí se lo deben a ella.

NOTICIAS: ¿Cómo es Mirtha Legrand en la intimidad de su casa? Díaz: Es como el personaje que va a hacer en la novela. Se adora. Es la número uno y los demás no existen.
Cree que todos se deben a ella que es la más linda, la más buena y la más generosa. Se victimiza constantemente.

Ella acusa, pero no le gusta que la acusen. Cree que el Gobierno la ataca porque, según dice, le tienen envidia.

Tiene delirios de grandeza, debería tratarse.

NOTICIAS: ¿Qué cambió cuando Daniel Tinayre falleció? Díaz: Mirtha se transformó en un león porque no había quién le ponga un freno. Por ahí, ella despedía a alguien y él lo volvía a tomar. La señora siempre fue histérica y el día del "carajo- mierda" fue uno más. Su marido siempre tenía que bajar al piso y ponerla en su lugar. Él siempre le decía: "Eras una pequeña burguesa de Santa Fe, te di fama y ahora sos rica, ¿qué es lo querés ahora?".

GUERRA DE ASISTENTES. Elvira Guaráz es la mano derecha de Mirtha Legrand.
Según Lina, Elvira también cobra en negro al igual que el chofer, de nombre Marcelo. Sin embargo, Guaráz negó las acusaciones de su ex compañera.
"Elvira es la que maneja la plata de los gastos cotidianos. A la señora no le podés hablar de plata porque se pone como una fiera", aseguró Lina.

NOTICIAS: ¿Qué pasó con Elba Almirón, otra de las históricas asistentes? Díaz: Hace cinco años que Elba está alojada en un geriátrico que ella le paga. Cuando yo llegué, Elba estaba en silla de ruedas, dormía en una habitación y la tenían encerrada.

Yo la bañaba y la atendía porque me daba mucha lástima. A veces estaba días enteros sin bañarse. Ella no tenía dónde ir. Le pagan un sueldito de 1.000 pesos. Un día se cayó y se lastimó. Yo la llevé al hospital Fernández. También le pagaban en negro. Nadie le manda un peluquero ni que le corten las uñitas. Le debe 60 años de servicio, le crió a los hijos, era su mano derecha. Fue una tarada, como yo.