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En el último mes el promedio de muertes diarias por covid-19 en Argentina pasó de 105 a 386 personas

La comparación es en base a los registros oficiales del Ministerio de Salud. Aunque se mantiene abajo del pico de la semana pasada, ese indicador todavía sigue siendo alto.

El pasado domingo, trece meses después del primer caso en Argentina (el 3 de marzo del año pasado) Argentina superó los tres millones de casos de coronavirus. Si bien durante las últimas semanas se registró una meseta en la curva de contagios (posiblemente relacionada con las restricciones impuestas por el Gobierno), la curva de fallecimientos continúa con un crecimiento acelerado.

Anoche, de acuerdo con el último parte epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, el país notificó 64.792 fallecidos desde el inicio de la Pandemia.

El aumento en la cantidad de decesos cada 24 horas viene creciendo de manera sostenida desde el 23 de marzo pasado. Sin embargo, el ritmo de ese incremento se aceleró a partir del 19 de abril, como se ve en el cuadro. Durante el último mes, según la Unidad de Datos de Infobae, el promedio de muertes diarias por COVID-19 aumentó un 268 %: es decir, casi 3 veces más.

Mientras que el 3 de abril, el promedio de nuevos muertos diarios había sido de 105 fallecidos cada 24 horas. Ayer, 3 de mayo, fue de 386 diarios. Si analizamos en números brutos, el lunes 26 de abril se notificaron 443 muertos y anoche se reportaron 540. Es un aumento del 22 % en apenas una semana.

Consultada acerca de la evolución en la curva de fallecidos, la médica infectóloga Bárbara Broese, Jefa de Epidemiología del Municipio de San Isidro habla de una conjunción de factores. Por un lado, explica, la aparición y detección de las variables de Manaos y de Reino Unido “sin nexo epidemiológico con turismo”. Por el otro, las características de las nuevas cepas: “más transmisibles y con capacidad de generar síntomas más graves”.

Según Broese, solo el 2% de las secuencias de los genomas circulantes de SARS-CoV-2 analizadas durante la última semana corresponden al virus que circuló en la primera ola en la Ciudad de Buenos Aires. En el Gran Buenos Aires ese porcentaje corresponde al 3,9%. “El resto de las variantes que circulan en el AMBA son variantes nuevas”, asegura.

Siguiendo con lo relevado por la Unidad de Datos de Infobae, el pico de la primera ola, el año pasado, fue el 9 de octubre cuando se notificaron 515 fallecidos en un día, aunque por fecha real habían sido 334. El récord de muertos en lo que va del año fue el 29 de abril, cuando se reportaron 561 fallecimientos en un solo día.

Aunque la mayor cantidad de decesos corresponden a la provincia de Buenos Aires (33.413) y a la Ciudad (7.903); provincias como Santa Fe (4.682) y Córdoba (3.412) registran cifras altas de fallecidos desde el inicio de la pandemia. Aunque en menor medidas, Mendoza (1.866) y Tucumán (1.657) también.

El aumento de muertes viene impactando desde hace semanas en la ocupación de las Unidades de Terapia Intensiva. El total disponible a nivel nacional de camas UTI es de 12.501, un 47% más respecto a la situación pre-pandemia, un número que no varió en los últimos seis meses de cara a la segunda ola, de acuerdo con el relevamiento realizado por la Unidad de Datos de Infobae.

Ayer, lunes 3 de mayo, de acuerdo al parte de la situación sanitaria reportado por el Ministerio de Salud de la Nación, 5.426 estaban ocupadas por pacientes con coronavirus: el 43% del total, el punto máximo desde el vertiginoso ascenso de contagios en el último mes.

Según Broese, el promedio de edad de los pacientes que están en las Unidades de Terapia intensiva disminuyó con respecto a la primera ola. “Mientras que el año pasado estaban entre los 70 y los 80 años, ahora tienen entre 51 y 59. Por tratarse de cuerpos más jóvenes resisten más tiempo y pueden pasar internados de tres a cuatro semanas. Sin embargo uno de cada tres se muere”, explica la médica infectóloga y sostiene que parte de esta tendencia se debe a que las personas de esta franja etaria (de 50 a 60) todavía no recibieron la vacuna contra el COVID-19.

“El panorama en la calle no coincide con lo que se vive adentro de los hospitales. Estamos en una situación crítica, trabajando bajo altos niveles de estrés y con faltante de drogas, lo cual repercute en la calidad de la intubación. Es cierto que debido a las últimas medidas adoptadas por el Gobierno el promedio de casos diarios disminuyó, pero cuando llegue el invierno es probable que vuelva a aumentar y vamos a estar frente a una tercera ola”, concluye Broese.

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