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Empiezan a entrenar a la elefanta Mara para trasladarla en una caja a Brasil

La elefanta estuvo encerrada en el zoológico de la Ciudad y era obligada a trabajar en varios circos.

El Gobierno porteño anunció que la elefanta Mara será trasladad a un santuario de elefantes de Latinoamérica, ubicado en el Mato Grosso, Brasil.  A partir del lunes llegará al Ecoparque la caja en la que vivirá durante un viaje de 2.600 kilómetros por tierra.

La elefanta fue obligada a trabajar en varios circos. A mediados de los 90, la rescataron de uno de ellos pero su destino no fue mejor: la encerraron en el zoológico de la Ciudad. Ahora, a sus 54 años, la elefanta Mara está más cerca de una semilibertad.

"Está todo dispuesto para que en los próximos meses la elefanta Mara viaje al santuario. La caja de traslado ya está en camino y los principales permisos y certificados ya fueron aprobados por las autoridades sanitarias de Brasil y Argentina", confirmó este jueves el secretario de Ambiente de la Ciudad, Eduardo Macchiavelli. Desde el Ecoparque precisaron que ambos países consensuaron el tipo de análisis sanitarios requeridos para habilitar el traslado del animal. Y que ya se obtuvieron las autorizaciones de exportación e importación.

En su momento se identificaron 135 pasos para poder derivar a la elefanta, incluyendo desde la selección de posibles destinos hasta estudios veterinarios o su acostumbramiento a la caja. En mayo de 2017 se firmó un acta de entendimiento con el santuario de Chapada dos Guimarães, en Mato Grosso. Desde entonces se fue avanzando con los trámites burocráticos y, también, con la preparación física de la elefanta. Por ejemplo, se la entrenó para poderle realizar los exámenes médicos durante la cuarentena previa a su viaje: un análisis de sangre y un lavaje de trompa para tomarle muestras y asegurarse de que no tenga tuberculosis.

La caja en la que viajará, y que llegará el lunes desde Brasil, pertenece al santuario y ya fue utilizada para trasladar a otros elefantes. Pesa 5.600 kilos, tiene 5 metros de largo, 3,20 de alto y 2 de ancho. Mara deberá aprender a entrar y salir voluntariamente y a vivir en su interior. La ayudarán con comida como estímulo positivo. Es que durante una semana esa caja será su casa, en una travesía en camión de alrededor de cuatro días, con paradas periódicas en función de la necesidad de la elefanta.

"La fecha de traslado no está confirmada aún, pero con seguridad se resolverá en los próximos meses dependiendo de cuestiones sanitarias y administrativas", explicaron en un comunicado desde el Ecoparque.

El objetivo es que a más tardar en mayo, Mara ya esté viviendo en el santuario de 1.100 hectáreas creado por las organizaciones estadounidenses Global Sanctuary for Elephants Elephant Voices. En su nuevo hogar tendrá una pequeña montaña, un río, un arroyo, árboles y pasturas. Será un entorno cerrado y con supervisión veterinaria, pero sin rejas. Los animales que vivieron en cautiverio no pueden adaptarse a su hábitat natural.

En el santuario la esperan Maia y Guida, dos elefantas que fueron explotadas en un circo de Minas Gerais por cuatro décadas. Pasaron los últimos años encadenadas en una granja. Hasta que en octubre de 2016, su vida dio un vuelco cuando las trasladaron al Mato Grosso.

En el ex Zoológico porteño, Mara también tiene como vecinas a dos elefantas, pero no se llevan bien. Es que ella es de origen asiático y Kuki y Pupi, sudafricanas. No pueden estar juntas y, por eso, nunca las sacan al mismo tiempo a la parte exterior del recinto.

Mara nació en cautiverio en la India y fue vendida al zoológico de Tiepark Hagenbeck de Hamburgo, Alemania. En mayo de 1970, la adquirió Ramón Tejedor, que la llevó a Montevideo en Uruguay para explotarla en el Circo África. Un año después, la trajeron a la Argentina, donde fue incorporada al Circo Sudamericano. Así, pasó de circo en circo, hasta llegar al Rodas el 9 de marzo de 1980.

En el Rodas, Mara y su domador, Blas Godoy, se encariñaron. "Le hablaba y entendía todo. Levantá las patitas, le pedía, y ella ­¡hop!, las subía. Entonces le daba cinco caramelos y me besaba con la trompa", le contaba a Clarín Godoy hace 20 años. En 1995, un decreto prohibió la explotación de animales en espectáculos circenses. Y el 16 de noviembre de ese año, Mara llegó al zoológico en carácter de depósito judicial.

La elefanta y Godoy se extrañaron y él solía visitarla. Hasta que le pidieron que no fuera más porque, cuando se iba, Mara se deprimía y no comía. Por años, cada tanto seguía levantando la pata o moviendo su trompa como si estuviera en un show. Además, movía la cabeza maniáticamente, porque sufría de zoocosis, un trastorno psicológico que desarrollan los animales en cautiverio.

En la actualidad se calcula que Mara tiene 54 años. Posee un alto nivel cognitivo. Y come unos 100 kilos de frutas, verduras y forraje por día. Para mejorar su calidad de vida, y la de las otras elefantas, los cuidadores establecieron rutinas de enriquecimiento y estimulación. Como el forrajeo, que consiste en dispersar el alimento en el recinto para que tengan que buscarlo. Además, se lo colocan en altura, para que utilicen varios músculos para alcanzarlo. Y como golosinas, les dan caña, corteza de árboles, melón y sandía.

Para estimular sus sentidos, utilizan esencias o generan una lluvia artificial con mangueras, lo que genera una interacción entre animal y cuidador. Para jugar tienen una pelota hecha con cubiertas. Y en su recinto se instaló una pileta para que las elefantas se refresquen. También se cambió el piso sólido, que las lastimaba, por tierra para que puedan acostarse, revolcarse y jugar.

"La derivación de Mara es un logro importante para su bienestar, y también para el de las otras dos elefantas, que podrán de disponer de más funcionalidad de espacio", dijo el subsecretario a cargo del Ecoparque, Federico Iglesias. Hasta ahora fueron derivados más de 800 animales del ex zoológico porteño.

En los próximos días, además del proceso de acostumbramiento a la caja, la elefanta deberá comenzar una cuarentena. Los dos ejemplares africanos también tendrán que hacerla, ante la imposibilidad de cambiarlos de recinto. Mientras tanto, se definirá la logística del traslado. Así comenzará la última etapa de la odisea de Mara, que finalmente conocerá algo parecido a la libertad.

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