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El verdadero sentido de YPF

Después de las Malvinas, pocas palabras levantan tanto fervor soberanista en Argentina como YPF.

Cuando el Gobierno amaga con nacionalizar la filial de la petrolera española Repsol sabe que cuenta con el respaldo de la mayoría de la población. No sólo porque Repsol es el mayor contribuyente fiscal del país (un tercio de los ingresos totales), ni porque que sea la mayor empresa por puestos de trabajo (4.000 empleados directos y 16.000 indirectos), ni porque aporte un tercio de la producción de hidrocarburos, ni porque sea una de las pocas entidades con presencia física en todas las provincias. Lo que realmente pesa en el imaginario colectivo cuando se enarbola la palabra YPF es todo lo que la compañía ha sido y ya no es.

"De entrada era Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Y desde que se privatizó en 1992, la sigla existe por sí misma como marca, ya no significa lo que significaba", comenta Jorge Lapeña, secretario de Estado de Energía entre 1986 y 1988. "En su momento, en materia energética era la nave insignia. Su escudo tenía la bandera argentina. Era un emblema de independencia o de búsqueda de independencia energética." Fue creada por el Estado a principios del siglo pasado, en 1922, con el nombre YPF, pero ya existía desde 1908, apenas un año después de haberse descubierto acá el petróleo. Pero desde antes de privatizarse, en 1992, vino sufriendo un proceso de achicamiento o desguace. Hoy es una empresa privada más, apenas una sombra de lo que era. Antes, casi todo el petróleo que se producía en la Argentina, lo producía YPF. Ahora, solo el 35%. Aunque sigue estando en el corazón de todos, sólo se trata de nostalgia."