DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

El objetivo, derrotar la inflación

La adecuación de los salarios, asignaciones por hijo y otras ayudas sociales a la suba de precios es justa, pero un aumento permanente de precios puede devorar los ingresos fijos en el mediano plazo.

La indexación de los salarios privados y públicos y de las ayudas sociales del Estado para recuperar el valor real por efectos de la inflación es una alternativa de política económica que puede tener buenos resultados en el corto plazo, aunque resulte negativa como acción permanente, como lo demuestran las experiencias de las últimas décadas.

Indexar significa, básicamente, equilibrar la evolución de los salarios con la de los precios, para evitar la pérdida del poder adquisitivo y mantener un mínimo de equidad social.

Lo mismo vale para las ayudas sociales de diversas categorías –entre ellas, la asignación universal por hijo–, que si bien no constituyen un salario en sentido estricto, ya que no son retribuciones monetarias por trabajos realizados y pactados en las convenciones colectivas,

son beneficios que otorga el Estado a los sectores más rezagados o empobrecidos de la

población.

Pero tanto los salarios como las ayudas sociales forman parte de lo que genéricamente se denomina remuneraciones de una persona o una familia y están comprendidos en los efectos –positivos y negativos– de la indexación.

En principio, la adecuación de los sueldos y las ayudas sociales a la evolución de los precios debe ser considerada positiva siempre y cuando no se ingrese en una especie de "carrera indexatoria", que en el fondo es una variante de la carrera inflacionaria y que puede perjudicar al conjunto del sistema económico y, sobre todo, a los más pobres y a los sectores con menor poder de negociación con empresas o con el Estado.

Por cierto, la reciente actualización de la asignación universal por hijo en 22,7 por ciento está muy por detrás de los aumentos salariales pactados por los sindicatos con empresas privadas o con el Estado en sus distintos niveles.

Algo similar ocurre con las asignaciones familiares, que están incorporadas al salario en el caso de los trabajadores en blanco o formalizados. Precisamente, las asignaciones por hijo estuvieron inmovilizadas por 14 meses, de modo que la mejora del 22,7 por ciento implica, en todo caso, sólo un mínimo acercamiento al porcentual de la suba de precios, pero no una equiparación

Siempre es negativo un crecimiento con inflación, aunque ésta aparezca como moderada y controlable en un principio.

La suba de precios es un fenómeno que carcome los ingresos fijos. Aunque la suba de la ayuda social se presente en este contexto como una alternativa justa y equilibrada, no debe distraer al Gobierno nacional de lo que debería ser el objetivo central de su política: la lucha contra la inflación, hoy en niveles elevados.

Brasil y Chile, por caso, que poseen gobiernos de distinto signo ideológico en cuanto al foco de sus objetivos económicos, han puesto como prioridad la lucha contra la inflación. Sería muy bueno imitar esos ejemplos muy cercanos.