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El lado B de Gabriel García Márquez: su relación con el narcotráfico

El escritor fue mensajero de Pablo Escobar en su relación con el Presidente de Cuba, Fidel Castro.

Todos tenemos un lado B, algún muerto en el placard. En este momento tan especial, donde destacamos todo lo positivo al despedir a un escritor de la puta madre (con perdón de la expresión), no hay que olvidarse tampoco de sus deslices, de sus puntos impuros.

En el libro "El verdadero Pablo", de la periodista colombiana Astrid Legard, el sicario y mano derecha del narcotraficante, John Jairo 'Popeye' Velázquez narra en detalle la relación entre Escobar y el presidente de Cuba, Fidel Castro, y su hermano Raúl.

En su interior, Escobar tenía deseos de ser guerrillero, por lo que su acercamiento con los cubanos no debería sorprender, pero sí el papel del premio Nobel Gabriel García Márquez, quien ejerció de "mensajero" entre ambas partes.

"El último contacto que yo conocí entre Fidel y el Patrón fue en ocasión de haber sido enviado por él a los Estados Unidos a comprar un misil Stinger tierra-aire. Dado que mi vuelo hacía escala en la ciudad de México, Pablo, conociendo la amistad de Castro y el escritor Gabriel García Márquez, le solicita hacerle llegar una comunicación a Fidel, que me entrega en un voluminoso sobre sellado", cita Popeye en el libro.

"Llegué al Aeropuerto Benito Juárez y el escritor me estaba esperando, rodeado de gente, en la puerta de la sala. Me saludó amablemente y le dije: 'Maestro, aquí le envía Pablo para que por favor le entregue esta carta al comandante Fidel Castro'. Simplemente me la recibe y me dice: 'Así se hará'", agrega. (La historia también la cuenta en el video, desde el minuto 2:50)


Claramente el escritor sabía de la relación entre las partes e, incluso, se relacionaba también con Escobar, algo que era muy común en esa época, donde el narcotraficante era amo y señor de Colombia. Luego, habiendo transcurrido varios años y con El Patrón ya muerto, escribió "Noticia de un secuestro", con el caso del rapto de Maruja Pachón, secuestrada por el Cartel de Medellín.

Lejos de querer denostar la memoria de García Márquez (quien, por cierto, es uno de mis escritores favoritos), citando este caso sólo busco distanciarme de los sentimientos que siempre me despertó él, conocerlo por completo y, emulando a otro referente como Rodolfo Walsh, cumplir con la premisa de que "el periodismo es libre o es una farsa".