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El diálogo, herramienta eficaz para solucionar los conflictos

La presidente Cristina Fernández de Kirchner está dando importantes señales a favor del diálogo, desechando los consejos de ejercer la confrontación como método para hacer valer la autoridad e imponer decisiones.

En los últimos discursos, desde el resultado favorable de las Primarias del 14 de agosto, hay un marcado alejamiento de la confrontación y un acercamiento creciente al diálogo y la moderación de las palabras que no puede pasar por alto.

Los sectores con los que la confrontación fue mayor, como el campo y los medios de comunicación, ya no son objeto de descalificación y comienzan a tejerse canales de enlace que pueden superar las diferencias del pasado.

Hay un claro mensaje al principal opositor político, Mauricio Macri, de que más allá de las diferencias políticas habrá canales de diálogo y acuerdos institucionales, cuando de trabajar por intereses comunes se trate.

Las recientes reuniones internacionales dentro del G20, en Francia, y en especial la reunión mantenida con el presidente de los EE. UU., Barak Obama, hablan de un mensaje de tono conciliador y que busca integrarse al mundo con una actitud diferente.

No es que por mostrarse más dialoguista o menos confrontativa en sus discursos, la presidenta haya renunciado a sus convicciones o cambiado su política en general, por el contrario desde la reafirmación de sus ideas con firmeza está planteando una nueva forma de comunicarse.

Esta actitud permite plantearse escenarios de mayor colaboración entre todos los sectores para afrontar los graves problemas económicos y sociales, que debe resolver el país, en el marco de una crisis económica europea que repercute mundialmente.

En ese marco se inscribe la amable reunión que mantuvo la Presidenta con la nueva cúpula del Episcopado de la Iglesia Católica, encabezada por el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, en un encuentro distendido que sirvió para acercar nuevamente al Gobierno y a la Iglesia, que mantenían una relación un poco distante.

El vocero episcopal Jorge Oesterheld señaló que Arancedo calificó a la reunión, de ‘grata’ y ‘muy amable’. Dentro de las filas eclesiásticas admiten que el nuevo Episcopado aspira a inaugurar una nueva etapa en la relación con el Gobierno.

Arancedo reemplazó al arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado, Jorge Bergoglio, que mantenía una tensa relación con la Casa Rosada.

Antes del encuentro, Cristina Kirchner, dio señales de una postura contraria al proyecto de despenalización del aborto impulsado hace una semana en una comisión del Congreso y cuyo debate, sin el apoyo oficialista, fracasó. Ello fue recibido muy gratamente por la Iglesia que se opone férreamente a cualquier iniciativa que atente contra la vida de las personas desde su concepción.

Durante el gobierno del ex presidente Néstor Kirchner las relaciones con la Iglesia fueron poco cordiales y de confrontación tanto en los gestos como en las palabras. Nunca recibió a las autoridades eclesiásticas. Luego, en el actual gobierno, Cristina Kirchner suavizó la estrategia y recibió tres veces a la conducción de la Iglesia, encabezada por Bergoglio.

Sin duda es importantísimo lo que puede aportar la Iglesia al imprescindible diálogo que debe ejercerse espontáneamente entre los distintos actores de la República, no como algo que se otorga graciosamente, sino como parte fundamental, habitual, de las reglas de juego de la democracia donde quien piensa distinto debe ser respetado aún cuando sea minoría.

El conflicto entre los gobiernos de Tucumán y Santiago del Estero también encontró su mesa de diálogo por iniciativa de la Presidenta de la Nación, a través de la Secretaría de Ambiente y

Desarrollo Sustentable, donde en reunión técnica se acordó la urgente presentación de un plan de acción para que a partir del 2013 no haya más vuelcos de vinaza, cenizas ni restos del lavado de caña durante el proceso de elaboración de azúcar, en ríos y arroyos que tributan al embalse Río Hondo.

Todas las empresas tendrán que presentar un proyecto para realizar, a mediano plazo, el tratamiento de sus desechos para darle la debida disposición final.

Algunas medidas por implementar en el corto plazo por los ingenios consistirían en la fertilización de campos con vinaza, o la realización de lagunas de sacrificios para contener este desecho que se genera durante la elaboración de bioetanol. A medida que avance el tiempo, tendrán que aplicar otras tecnologías más importantes, como el uso de biodigestores.

No por acceder al diálogo Santiago del Estero dejará de ejercer todas las acciones legales necesarias para defender sus intereses, más aún de conocidas las declaraciones del fiscal general Antonio Gómez quien le aseguró a EL LIBERAL que no cre en la palabra del Gobierno de Tucumán ni en los industriales que siempre prometen para cin el vuelco de vinaza, pero lo hacen sólo cuando termina la zafra, ya que no va a aceptar ningún plan de gestión que no esté respaldado por un juez que controle el respectivo cumplimiento del plan de saneamiento.
Tampoco cejará con los monitoreos de tributarios y del embalse Río Hondo para saber el estado ambiental en que se encuentra la cuenca.

El juez federal de Tucumán, Mario Racedo, procesó y embargó a 14 industriales de esa provincia por contaminar la cuenca Salí Dulce, en el marco de las investigaciones por supuestas violaciones a la ley nacional de Residuos Peligrosos.

Las denuncias que llevaron al procesamiento de los industriales fueron impulsadas por el gobierno santiagueño en 2005, al verse afectado el lago de Río Hondo por el vuelco continuo principalmente de vinaza.

El diálogo es la herramienta más eficaz para solucionar los inevitables conflictos que se presentan tanto en el seno de la familia, de la sociedad como del gobierno en general. Es la base del entendimiento pacífico de las personas, para arribar acuerdos imprescindibles a los efectos de alcanzar la convivencia civilizada que templa los espíritus.

El país, en sus últimas décadas ha confrontado mucho más de lo que ha dialogado y es evidente que no le ha ido bien con esa actitud. Con razones o sin ellas, nuestra idiosincrasia es proclive a la disputa lo que nos complica el diálogo. Una historia de desconfianza mutua y desencuentros profundos nos marcó negativamente.

Es hora de deponer actitudes que a nada conducen e iniciar una nueva etapa donde, más allá de la defensa de los legítimos intereses, sepamos dirimirlos dentro de un marco razonable de diálogo serio.