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El dedo en la llaga

* Por Guillermo Villarreal. El titular de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, logró irritar con gestos y palabras los ánimos de los funcionarios de la Casa Rosada.

Es que el prelado gualeguaychense puso con sus opiniones el dedo en la llaga sobre dos puntos sensibles de la prédica gubernamental: corrupción y equitativa distribución del ingreso.
Lozano apuntó a la corrupción, un vocablo evitado desde siempre en la comunicación kirchnerista, justo cuando el vicepresidente Amado Boudou está siendo investigado por un supuesto tráfico de influencias.

"La Iglesia está preocupada por los niveles importantes de corrupción" en el país, dijo el jueves al cabo de una reunión con la CGT Azul y Blanca, que lidera el gastronómico Luis Barrionuevo.
Aclaró, sin embargo, que esa no era una inquietud episcopal nueva, sino de décadas.

En tanto, voceros de la Pastoral Social dijeron a DyN que las expresiones del obispo no tenían como objetivo al gobierno en particular, sino a la sociedad en su conjunto. "A quien le quepa el sayo que se lo ponga", graficaron las mismas fuentes.

Lozano también provocó malestar en los residentes de Balcarce 50 a raíz de su advertencia sobre la distribución de la riqueza, considerado por el gobierno uno de los principales logros del "modelo" kirchnerista.

Aunque destacó que hubo "un crecimiento importante" en las variables económicas y confirmó que "muchos salieron de la pobreza", el prelado aseveró que "queda mucho por hacer porque no se repartió con equidad el ingreso".

Otro gesto que exacerbó los ánimos del entorno presidencial fue la visita que monseñor Lozano efectuó el martes a Hugo Moyano, titular de la central obrera, en medio de la interna de la CGT.
Encuentro que sirvió, dijeron, para avanzar "en una agenda común" sobre temas clave como el primer empleo entre los jóvenes y el trabajo no registrado o en negro.

Pero sobre todo molestó que el obispo haya dicho: "Lo que es un bien para los trabajadores, lo es para la patria". Frase que mereció múltiples interpretaciones de los funcionarios.

Ese malhumor kirchnerista se tradujo ese mismo martes en una sutil represalia hacia la Iglesia, pero que no pasó desapercibida en ambientes eclesiásticos. Ese mismo martes, la Presidenta recibió las cartas credenciales del nuevo nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, en una ceremonia colectiva junto con otros once nuevos embajadores.

El desliz protocolar fue considerado "una desprolijidad" por un influyente obispo consultado por DyN. "No es un tema menor", acotó. Es que la Convención de Viena considera al representante de la Santa Sede como decano del Cuerpo Diplomático, por lo que debió tener un tratamiento especial la recepción de la documentación que lo acredita como embajador nombrado por el papa Benedicto XVI.

Pero no es la primera vez que ocurre. Néstor Kirchner, siendo presidente, dejó esperando por más de tres horas en oficinas auxiliares de la Casa Rosada al recién llegado monseñor Adriano Bernardini, antes de recibirle las cartas credenciales.