El clima era la salida
A más de tres décadas de la primera Cumbre de la Tierra, Argentina retrocede en su compromiso ambiental y en su presencia internacional. Las decisiones políticas recientes, como el retiro de las negociaciones climáticas y el quiebre de vínculos estratégicos con China, exponen una pérdida de visión geopolítica que podría tener consecuencias económicas, tecnológicas y diplomáticas para el país.
En 1992 comenzó a gestarse en el mundo las Cumbres para el Cambio Climático, que es una corriente para cuidar la casa de todos, NUESTRO PLANETA TIERRA, de los problemas que generamos nosotros mismos como civilización, desde nuestro afán de salir con altísimos niveles de producción en fábricas, lanzando constantemente smog/gases y soluciones a los ríos/mares, siendo la primera de ellas en Río de Janeiro, en la que se establecieron algunos principios rectos hacia adelante.
En la COP3, que se realizó en 1997 en Japón, se dictó el PROTOCOLO DE KYOTO, desde el cual se establecieron sistemas de premios y castigos, como también se clasificaron a los distintos países por grupos, y a nuestro país se le adjudicó el carácter de menores influencias en cuanto a los niveles de contaminación.
Hasta la Cumbre de París en 2015 (COP 21) éramos uno de los principales artífices para llegar a 2030 con menores influencias de contaminantes en América del Sur, que sufrió una disminución de esa influencia, hasta que en la COP26, que se realizó en Glasgow, se restablecieron los objetivos.
En el último cambio de gobierno, en diciembre de 2023, y en forma conjunta con el NO INGRESO A LOS BRICS, se dispuso desde la política que Argentina disminuyera su intervención en las COP siguientes. Así es que, ante la cumbre que se inicia el lunes 10 de noviembre en Brasil (volviendo al origen de todo ello), nuestro país va a ser representado por funcionarios de 4.º/5.º nivel en importancia en relaciones exteriores.
Con lo expresado en el párrafo anterior, y en conjunto con el quiebre de las relaciones comerciales con China, el Gobierno demuestra realmente que no entiende de geopolítica, puesto que los lugares que nosotros dejamos libres son ocupados por EE. UU., que no es ni más ni menos que una economía plenamente competitiva con la nuestra en todos los sectores económicos.
Con el enfriamiento de las relaciones con China, el mismísimo Donald Trump pidió que despidieran al jefe de Gabinete de Ministros porque hablaba demasiado con funcionarios chinos, justo en el momento en que EE. UU. terminó de negociar con Xi Jinping, que le vendía granos de soja por un total de U$S 20 MM —cerca del 35 % del total de nuestras exportaciones anuales— y, encima, ofrecía un crédito de otros U$S 20 MM.
Traduciendo un poco: no solo no nos ingresan esos 20 MM, sino que, encima, nos pretendía endeudar por otros 20 MM, lo que genera una diferencia de -U$S 40 MM en contra de nuestra economía. Esto nos coloca en una situación de colonización económica, de acuerdo con lo que establecía J. F. Kennedy en la década del 60, cuando afirmaba que en el mundo que venía la guerra se daría por la economía y no por el enfrentamiento bélico.
En forma seguida a la renuncia del JGM, el PEN paralizó las obras chinas en represas en ejecución al 90 % de su finalización, e inclusive las proyectadas, por lo cual, en un futuro muy cercano, tendremos una demanda ante el CIADI por cerca de otros U$S 30 MM, que EE. UU. no nos va a otorgar, porque seguramente pretende que China construya obras de infraestructura en su propio territorio.
Las ventajas de las obras chinas en nuestro país, más allá de su realización, es que implican una transferencia de tecnología de última generación, a la cual nosotros hoy no tenemos acceso, por el altísimo nivel de sobreendeudamiento que dejaron el ministro de Finanzas y el presidente del BCRA en el período 2016-2018, Luis Andrés Caputo.
Aunque, volviendo al tema original de las cumbres climáticas, estas posibilitaban una forma de salida al sobreendeudamiento establecido en los acuerdos de mayo y agosto de 2018, por un total de U$S 45 MM, que ya se encontraba refinanciado para empezar a pagar en 2026, NUNCA hablamos de la negociación que se gestó en abril de 2025, porque NUNCA se aprobó por el Congreso Nacional, y la vuelve plenamente ilegal, y por la cual deberán responder —incluso hasta en la Justicia— quienes se ocuparon de rubricarla.
Nuestro país tiene muchísimo potencial en generación de Mecanismos de Desarrollo Limpios (MDL), y ellos proveen fondos no reintegrables que podrían haberse utilizado para saldar la deuda leonina del FMI —con intromisiones en las políticas dictadas desde nuestro propio país— y quedarnos únicamente con la reestructurada con bonistas internacionales, que es plenamente pagable. Con ello volveríamos a tener plena soberanía económica y política, sin necesidad de someter a TODA la población a un SACRIFICIO INÚTIL, en el cual están perdiendo los ahorros que pudieron generar en el transcurso de los últimos 20 años, ya que hasta 2005 estuvimos pagando los horrores generados por las políticas económicas que se aplicaron desde 1989 hasta 2001.
Hoy Brasil posee cerca de 500 MDL y Argentina retrocedió de los 40 que poseía en 2023 a niveles de inexistencia, con la imposibilidad de acceder a fondos de libre disponibilidad, con lo cual se demuestra, una vez más, el supremo nivel de inoperancia e ineptitud de la administración actual.
Este tipo de conocimientos se adquieren, en principio, en posgrados y maestrías dictadas en nuestro país desde 2005 en adelante, a los que se suma la experticia adquirida en el desarrollo de los profesionales que incursionan en ellos.
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