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Cuando el polvo baje quedarán los puros

Por Fernando Stanich* Las elecciones dejaron una nube de polvo en suspensión tan densa como la tierra que asfixia por estas horas a los tucumanos.

Ajeno a la ansiedad que carcome a sus más íntimos colaboradores y al tendal de futuros desocupados que generaron los comicios, el hombre que hoy se sabe todopoderoso volvió de Israel y decidió blindarse de leales y marcar distancia de aquellos cuentapropistas que lo rodean.

Algunos arriesgan que mantendrá la vértebra más sensible de su gabinete. Los ministros que más veces se fueron del Ejecutivo -a juzgar por los rumores- seguirían en sus cargos, en una decisión consecuente con las acciones que lo caracterizan: Alperovich no está acostumbrado a soltar piezas. Así, uno de los heridos de gravedad que dejó la sangría de los acoples optó por cicatrizar sus quemaduras bajo las cristalinas aguas de Cuba. "Pirincho mantiene a los gremios en línea", justificó uno de los hombres que apuesta por su continuidad. Y recrea un pretendido diálogo entre Alperovich y Jiménez, en el que el "uno" puso en caja al movedizo funcionario, aunque le garantizó que lo "bancará".

La sucesión de muertes en las calles tampoco hará mella en un ministro que será recordado por la feroz y extensa revuelta policial de abril y mayo. "Resolver el problema de la inseguridad no es cuestión de cambiar un nombre", parece ser el razonamiento del gobernador para sostener a Mario López Herrera. "No hay a quién poner", sugirió otro caminante de los despachos oficiales. "Pablo (Yedlin) nunca estuvo en duda. Él siempre puso la cara por las decisiones que tomó José en el conflicto con los autoconvocados", añadió ese mismo alperovichista para dar por acabada la discusión respecto del ministro de Salud.

Claro que el poder no se cocina en las hornallas de esos tres despachos.

Alperovich sí está dispuesto a crear -de hecho- la figura de un jefe de Gabinete. Porque el plenipotenciario Jorge Gassenbauer se hará cargo de la Secretaría General de la Gobernación, pero manejará a control remoto el Ministerio de la Producción: dejaría a Jorge Feijóo. Gassenbauer es, indiscutidamente, el hombre que más conoce y en quien más confía Alperovich. Otra que ganó fidelidad y acumuló cargos es la ministra de Desarrollo Social, legisladora electa, senadora suplente y candidata a diputada, Beatriz Mirkin. Un premio a su militancia alperovichista será el pasaje a Buenos Aires y el comando a distancia de su ministerio: el ex mirandista "Quique" Zamudio la reemplazaría.

Si Alperovich se rodeará de inofensivos, ¿volverá Manzur? Eso es tan incierto como la probabilidad de que llueva. Pero sí hay una cosa segura: Alperovich no le pedirá a la presidenta por el regreso del hombre al que el 80% de los oficialistas quiere mantener lejos.

Si el mandatario quiere sentirse protegido cuando comienza a discutirse su futuro es porque en pocos confía. Aunque apenas lo balbucea, camina hacia una reforma constitucional para sostener el poder. El cuándo es lo que se debate. Hay quienes opinan que hacerlo en lo inmediato sería dilapidar los casi 600.000 votos que obtuvo: esa apuesta le haría perder la mitad del capital electoral. Otros apuntan que no hay mejor momento que ahora: la oposición está pulverizada y sin recursos económicos, se calmarían las fieras de intendentes, concejales y legisladores asfixiados por el tope reeleccionario y, de paso, taparía de polvo las ambiciones del intendente, Domingo Amaya.

La incertidumbre agiganta las ansiedades. Hace tiempo que no llueve y la nube de cenizas electorales no se aplaca. En este invierno que se despide, hay oficialistas y opositores dispuestos a poner un sapo panza arriba y echarle sal con tal de que caiga un poco de agua. No vaya a ser cosa que la seca venga para largo.