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Córdoba, entre el desorden y el caos

Las luchas por el poder y las candidaturas para las próximas elecciones han agravado la situación de descontrol, desorden y caos en que está sumida la ciudad de Córdoba desde hace tiempo.

La ciudad de Córdoba enfrenta un sinnúmero de problemas: los históricos y los rutinarios para esta gran urbe de más de 1,3 millón habitantes, así como los provocados por paros del personal y falta de gestión municipal.

Los contratiempos obedecen a muy diferentes causas, como el tamaño y la extensión de una de las áreas urbanas más grandes del país, hasta una dudosa y cuestionable gestión municipal, que no brilla precisamente por su eficacia y aciertos. A éstas hay que añadirles las que son de jurisdicción provincial, como la prestación de los servicios de energía eléctrica y de agua potable.

Así, cada tanto, los ciudadanos deben sufrir las consecuencias de los paros sorpresivos en el transporte urbano, manifestaciones callejeras de diversos orígenes, conflictos entre taxistas y remiseros y una falta casi total de ordenamiento del tránsito, lo que hace que –cada vez con mayor frecuencia– la segunda ciudad del país se convierta en un verdadero caos.

A este panorama lamentable, hay que agregar que en varias escuelas municipales aún no empezaron las clases por problemas edilicios, que las cloacas no funcionan y el insólito y denigrante espectáculo de restos humanos esparcidos en un descampado donde juegan niños.

A la siempre difícil tarea de hallar soluciones en un contexto en que el Estado ha cedido el manejo del espacio público, se suma que el actual es un año electoral, lo que desata sordas o ruidosas luchas por el poder y las candidaturas, que deterioran aún más la gestión gubernamental.

En su discurso ante el Concejo Deliberante, el intendente Daniel Giacomino dijo que su principal legado a su sucesor iba a ser un mayor orden en las cuentas públicas y la reducción del gasto salarial, dos puntos con los que la opinión pública está plenamente de acuerdo.

Pero en esa oportunidad el intendente debió admitir su responsabilidad por el no inicio de las clases en la totalidad de las 38 escuelas municipales y pedir disculpas por no haber hecho lo que tenía que hacer en tiempo y forma.

A todo esto, el municipio sigue sumergido en un serio conflicto por la efectivización de más de 1.400 contratados, que se hallan en esa situación desde finales de la gestión de Luis Juez y comienzos de la de Giacomino, además del reclamo para mejorar la posición de unos 300 monotributistas. Las asambleas del gremio municipal (Suoem) –verdaderos paros encubiertos– tornan más caótico el estado de la ciudad.

Lo que es realmente grave son las maniobras electorales en una situación tan conflictiva. El intendente Giacomino –que ya perdió en la Justicia la posibilidad de una reelección en sus funciones– pretende ahora una candidatura a diputado nacional o compartir una fórmula gubernamental con el kirchnerismo.

Esta aventura política agrava aún más la falta de gestión para ordenar el caos de la ciudad.