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Comenzaron las PASO, que marcarán el apoyo al Gobierno o la vigencia de Cristina

La disputa electoral se centra en la provincia de Buenos Aires, donde la expresidente es precandidata a senadora. Enfrente, Bullrich se apoya en Vidal para ganar.

Las primarias, tan denostadas a partir del debate sobre su utilidad, se convirtieron al final en una elección crucial que hoy tiene en vilo a la política y la economía argentinas, a la espera de un resultado que definirá los márgenes de poder de Mauricio Macri, las perspectivas políticas y judiciales de Cristina Kirchner y la puja por el liderazgo en el peronismo.

La presencia de la expresidente, además, podría disparar un proceso de polarización que la llevaría a enfrentar a Esteban Bullrich, quien quedó opacado por sus terribles furcios a la hora de hacer campaña, en las legislativas del 22 de octubre como si se tratara de un ballotage presidencial.

Este escenario, forzado por una grieta que perdura en el tiempo, terminaría desarticulando la idea de las primarias como una encuesta anticipada para convertirlas en una estratégica playa de maniobra.

Ayer, el mensaje que transmitió el oficialismo hacia su interior era evitar "la euforia excesiva o la depresión", cualquiera que fuera el resultado, porque "todavía queda un tiempo largo hasta que termine el partido". Las primarias de hoy serán efectivamente una instantánea que podrá modificarse parcialmente en las elecciones de octubre. Pero más allá de su carácter temporal, los resultados comenzarán a arrojar luz sobre definiciones cruciales para el futuro de la Argentina.

Sergio Massa y Florencio Randazzo descreen que vaya a consagrarse este proceso de polarización. Y descreen por razones obvias: como autoproclamados representantes de la tercera vía, serían sus primeras víctimas.

¿De qué manera? Randazzo perdería en octubre el voto de muchos kirchneristas críticos, que se inclinarían por apoyar a Cristina para evitar el triunfo de Bullrich.

Del mismo modo, a Massa se le escurriría el apoyo de un cúmulo de antikirchneristas disconformes con Macri, que redirigiría su voto hacia Bullrich con tal de que Cristina no gane.

Lo que en la teoría se elige hoy son los candidatos para la disputa de tres senadurías y 35 bancas de diputados nacionales. Pero como las PASO se desnaturalizaron y la mayoría de los aspirantes ya fue ungido por el dedazo de los partidos, la jornada se convertirá en el primer mojón de una pulseada entre gobernabilidad y superviviencia.

Mauricio Macri necesita fortalecer su tropa en el Congreso para profundizar las reformas pendientes, y a Cristina le urge demostrar a propios y extraños que su ciclo aún no se ha terminado, que sigue vigente.

La mayoría de las encuestas que se hicieron públicas ubican a la ex presidenta con una luz de ventaja sobre Bullrich. En la Casa Rosada desean que las consultoras -instrumentos de campaña si los hay- se estrellen con sus propios yerros, como ocurrió en las elecciones presidenciales anteriores.

En la provincia, Vidal tiene buena imagen pero habrá que ver si eso solo alcanza para contrarrestar la caída del salario real, los tarifazos y la pérdida de empleo, que se sintieron con peregrina fuerza en el gran Buenos Aires.

La gobernadora se involucró de lleno en el tramo final de la campaña para apuntalar a Bullrich, protagonista de sucesivas metidas de pata. Lo hizo con un inesperado giro combativo que rindió sus frutos en un set televisivo, lo que obligó a evaluar a última hora si la estrategia de la candidez fue la más adecuada.

Por ahora es Cristina la que capitaliza los efectos del ajuste y el malhumor social con una inusual campaña, cuya carencia de liturgia y simbología peronista se explica en la necesidad de sumar masa crítica por fuera del PJ.

La ex presidenta, en su nueva versión light, juega en esta elección varios partidos en simultáneo pero el principal parece haberlo ganado: lejos del cadáver político que muchos imaginaban, probablemente a fin de año se adueñe de una banca y, con ella, de los fueros parlamentarios.

En todo caso, de acuerdo al puesto que obtenga, y a la diferencia de votos con sus contrincantes, dependerá si el título de senadora será el final de su recorrido o apenas un trampolín hacia una candidatura presidencial en el 2019.

Mucho se juega en la provincia de Buenos Aires, el escenario donde se libra "la madre de todas las batallas", donde sufraga casi el 40 por ciento del padrón nacional, donde se dirime el modelo de país.