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Clase media y crisis económica: sufriendo frente a las góndolas

Por Giuliana Salguero.

Cada visita al supermercado es una exposición al abismo. Frente a la góndola aparece la sensación de estar al borde de un precipicio. El temor de dar un paso brutal y significativo con el mero acto de elegir una pasta de dientes. La angustia de la barrera de cristal que me separa de lo básico, mientras una voz íntima y perturbadora me alienta a comprometer mi economía en un yogur. 

Confieso que es un momento humillante. Que cada decisión de compra es una encrucijada. Que lo que alguna vez fuera un momento de gratificación semanal, hoy es una pesadilla que intento eludir cada tarde.

En un país con cifras alarmantes de pobreza, sería inmoral incluirme entre los más desfavorecidos. Sería una victimización infame. Aun así, pertenezco a un grupo social sin clasificación. A“la franja del limbo”: una zona inaugural donde habita la clase media empobrecida en completa soledad y sin redes de amortiguación.

Incluso sin pasar hambre (en el sentido más estricto), represento a miles de personas que, de un tiempo a hoy, entraron en un círculo de privaciones y necesidades no resueltas.

Tengo casa y trabajo. Pero cada día como menos y peor. 

Frente a la góndola: un sudor frío me recorre. La certeza de que hay algo que no funciona si cada día elijo lo elemental. El queso es un lujo que no me puedo permitir. Tan solo 5 artículos -entre los que casi nunca hay carne- cuestan lo que gano en dos días de trabajo.

En cada compra me siento interpelada por lo que dejo de comprar, por las cuentas que me faltan pagar, por el universo completo de confort al que no alcanzo y del que alguna vez disfruté (con esfuerzo, pero sin angustia).

Los especialistas lo reconocen como una experiencia colectiva de desvalimiento, que impera en el relato de quienes han sufrido una “vertiginosa caída” en su nivel de vida.

 “En los últimos dos años, hay una marcada sensación de sufrimiento y desubicación entre quienes pertenecieron a la clase media, y hoy no encuentran mecanismos de adaptación para sobreponerse a la crisis” me dice la Dra.Verónica Mora Dubuc, médica psiquiatra MN 70.612, cuando le pregunto si mi experiencia personal tiene correlato en el conjunto.

“Les ha resultado muy difícil a los que no son por definición “el sector más vulnerable”, sobreponerse a la pérdida sostenida del poder adquisitivo, y encontrarse con este nuevo status económico sin mecanismos defensivos. Les provoca ajenidad y vergüenza” agrega.

Por mi parte, sabiendo que no soy la excepción sino la regla; sobreviviente de una crisis que dejo poco en pie, me debato entre comprar shampoo o detergente. Como comprenderán elijo lo segundo por obvias razones: ¡no se puede lavar los platos con Sedal!

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