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Caso Riquelme: El egoísmo se llevó al ídolo de Boca

La partida de Juan Román Riquelme a Argentinos Juniors dejó un sinfín de sensaciones en los hinchas xeneizes por la no renovación del 10.

La noticia fue una bomba: Juan Román Riquelme arregló con Argentinos Juniors. El enganche definió que su futuro estaba en La Paternal y no en La Boca. Después de varios tironeos entre la dirigencia xeneize y el 10, el jugador de 36 años decidió cambiar de aire y volver al club que lo vio nacer. ¿Quién es el culpable?

En este caso, del cual hay asuntos que todavía no fueron esclarecidos públicamente, hay dos posiciones antagónicas. Daniel Angelici y el propio Riquelme. El Presidente nunca quiso al 10 y hasta renunció a su puesto de tesorero en la última renovación de Román. El ídolo de Boca, siempre jugó a favor suyo y nunca le importó el club "del cual es hincha".

Angelici empezó a tantear la situación hace seis meses, con declaraciones polémicas y contradictorias. Estos fueron llamados de atención para Román, que sabía que los dirigentes lo querían afuera. El 10 jugó, fiel a su estilo, manejando los tiempos, pero había un problema: sí seguía quería todo.

Según se supo, Román quería un contrato con dólar blue y que se fuera actualizando con el paso del tiempo. Esto fue lo que denunció Angelici, que aceptó pagarle un contrato en dólares, pero oficial. Riquelme es el jugador más caro de la Argentina y uno de los pocos que cobran en la divisa norteamericana. Sin embargo, el egoísmo lo llevó a Argentinos Juniors.

El 10 es uno de los máximos ídolos de Boca, pero a él no le importó su condición de referente y jugó para él. No le importaron los hinchas, que pedían a gritos que se quede, ni el hecho de ser un ídolo para el club, algo que no se hace de un día al otro. Por su lucha interna con los dirigentes, a quién quiere dejar mal parados, se fue al club de La Paternal por, seguramente, menos dinero.

Los dirigentes también tienen su culpa. Ninguno quiso al ídolo porque sabían esta situación y que Riquelme es un foco de conflicto permanente. Su alto contrato, su rebeldía y el hecho de jugar pocos partidos hicieron que no le quisieran renovar, pero tenían que hacerlo para no pagar "el coste político". Ninguno tuvo la honestidad de decir "no le vamos a renovar".

El caso Riquelme quedó demostrado en que a ninguno le interesa Boca más allá de sus intereses personales. Román se fue para "voltear" a los dirigentes, que terminaron cumpliendo parte del objetivo, aunque seguramente quedarán debilitados por la ida del ídolo, de cara a las próximas elecciones. Esto es el fútbol profesional, señores.