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Bien de salud, mal de ánimo

El cristinismo maximalista aún debe pasar el verano.

Sobre Informe de Consultora Oximoron

Redacción Final Carolina Mantegari

especial para JorgeAsísDigital

"La Doctora, como la llaman ustedes, ya está bien de salud, aunque mal de ánimo", confirma la Garganta. Podría -se asegura- volver hoy. Interrumpir la sobreactuación del descanso, que oficialmente se extiende hasta el lunes 18.

Podría, también, La Doctora, utilizar el pretexto de la salud deteriorada para irse. Y que las minas antipersonales le estallen al continuador. "Pero aunque tenga el ánimo por el piso, rajarse no está en su naturaleza".

Con diferencia de estación, aquel célebre veredicto de Álvaro Alsogaray -relativo al invierno- mantiene cierta vigencia. Ahora, se impone pasar el verano. Confirma Oximoron que el cristinismo debe "irla llevando". Como pueda.

Complemento teórico del estratégico "vamos viendo". Signa la cultura de la improvisación, que dilata la ceremonia del estallido. "No se compren el cuento de la urgencia", sugiere la Garganta.

Experta en el funcionamiento de la residencia de Olivos, sobre todo del último mes. Conoce detalles de los movimientos de "La Casa".

Desde "la instancia del deshabillé". De cuando La Doctora la pasaba en camisón, el día entero.

Las mujeres eran cuatro. La Doctora junto a la madre, la hermana y la hija.

Bien de salud, mal de ánimo. En la Argentina todo, absolutamente todo, puede esperar. Nada es, en el fondo, dramáticamente indispensable. Las dificultades se minimizan como se elevan. Ansiedades metodológicas que clavan los medios desesperados de comunicación.

Atormentados por la imposibilidad de disponer de fuentes. Y los economistas, en cambio, exhiben -para la Garganta- sus deseos. "Pero como si fueran verdades inapelables".


La dura instancia del día entero camisón quedó atrás. El acceso ya no está reservado sólo para Máximo, En el Nombre del Hijo, y para Carlos Zannini, El Cenador.

A los incondicionales, los maximalistas de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora, Máximo los recibe en la oficina que El Furia ocupaba en Olivos.

Ahí se reúne con De Pedro, El Wado, "el buen pibe que trafica inteligencia". Y con Axel, Larroque, a veces hasta con Recalde chico.

Quien entra también a verla a La Doctora es Amado Boudou, El Descuidista. Algo aliviado porque La Doctora representa el único sostén. Insuficiente.

Y hasta pasó Julio De Vido, el Ex Supersecretario, el Depilado, vaciado por El Cenador.

Ambos -De Vido y Zannini- ya se reportan, según nuestras fuentes, también a Máximo, hoy convertido en el Jefe del Clan.

Bien de salud, mal de ánimo. Súbitamente responsable desde que es padre, en un principio Máximo se resistió a la idea de arriesgar la salud de la madre. Como se arruinó, irresponsablemente, la vida de El Furia, el Padre.

Pero sabe que la salud de la madre evoluciona favorablemente. Para continuarla. Sin mayores inconvenientes. Nunca menos.

Máximo, junto al Cenador, cree administrar el regreso de La Doctora.

Pero es La Doctora quien, según nuestras fuentes, los conduce a ellos. Los manipula.

Mientras se aguarda la total recuperación, la remontada del ánimo, La Doctora tiene que controlar, en adelante, la magnitud del stress.

De manera que el reencuentro con los aplaudidores será emotivo, brevemente espectacular.

Aunque el retorno a la gestión sea gradual. Paulatinamente prudente. Más, acaso, de lo necesario.

Porque no es -evalúa Máximo con los maximalistas- el momento de arrugar. Nunca menos.


Cambio en Economía

Trasciende que el cambio más significativo que se viene es el de ministro de Economía.

Tal como fue su deseo, cuando lo acosó la inofensiva cronista griega, Lorenzino se va (tal vez hacia alguna embajada).

Pero la salida de Lorenzino no es para que Diego Bossio se entusiasme en exceso con la idea de suplirlo. Para satisfacción de algunos gobernadores del justicialismo devaluado. De los pocos que aún le hacen caso a Juan Carlos Mazzón, El Chueco.

Bien de salud, mal de ánimo. En selectiva soledad, La Doctora estudia los posibles reacomodamientos internos. En el bolillero se incluye también el posible ascenso del maximalista Axel Kicillof, El Gótico. Lo impulsa, por supuesto, Máximo.

Cuesta encontrar, de todos modos, algún economista que tenga algún prestigio que arriesgar y se obstine en inmolarse. Justifica que comience a hablarse seriamente de la promoción, como ministro, aunque suene demencial, de Aldo Ferrer.

Trátase del promisorio octogenario, el adalid de la antigua receta de "vivir con lo nuestro", que respalda los arrebatos del modelo que se inunda.


Al menos, Ferrer podría proporcionarle (al boceto del modelo) cierta simbólica prolijidad en las maneras. Y una nada desdeñable estabilidad laboral a la solitaria señora Mercedes Marcó del Pont, apodada (mal) La Arrostito, merced a la imaginación de Guillermo Moreno, que hoy forma parte inamovible del inventario.

Aparte, Ferrer es impulsado, según nuestras fuentes, por si no bastara, por El Loco. Florencio Randazzo, El Ex Killer emancipado.

Bien de salud, mal de ánimo. Randazzo funciona solo, La Doctora lo respeta, pero -al contrario de aquel Furia- no lo quiere. El Loco supo hacerse un gobierno propio, y hoy se siente preparado "para dar cualquier pelea". Sobre todo la presidencial. Para no dejarlo sólo, en la parada, al adversario eternamente interno de la Cuarta Sección Electoral.

Es Domínguez, El Lindo Julián.

Mientras tanto, para pasar el verano, el cristinismo maximalista trata de fortalecerse después de las derrotas. Para encarar el desplazamiento que se viene, en materia de Poder.

Del Poder Ejecutivo al Poder Legislativo.

El presupuesto ya está adentro, aprobado, en la bodega. Contiene las ventajas de la Emergencia Económica. Competencias para alterar las partidas, como si aún se estuviera en el 2002.

Deben renovarse las autoridades parlamentarias. Todo indica que Domínguez, El Lindo Julián, va a continuar en la presidencia de la Cámara de Diputados.

Aunque no mantenga un rol confiable en las oraciones cotidianas de Máximo y El Cenador.

Ni agraden, tampoco, determinadas reuniones. El desborde de los entusiasmados que se exceden, ambiciosamente, en el fervor.

Nunca menos


Bien de salud, mal de ánimo. Aunque continúe la carga del desánimo, y se transforme -incluso- en depresión, no hay ningún lugar para el recurso venerable del helicóptero. Imposible en un gobierno de matriz peronista. Reservado -el helicóptero- para los radicales. Por su parte Boudou, El Descuidista, culmina el periplo triste de una paradoja.

Envuelto en celofán, con moño dorado, lo entregan. Van a gatillarlo judicialmente por las chiquilinadas transcurridas.

Justamente en el momento en que intenta destacarse -El Descuidista- por la inusual sensatez. Contrasta con los deseos de los treintones maximalistas que se juntan con Máximo, y lo consolidan en la idea de no retroceder. Justo ahora. Nunca menos.

Con El Descuidista afuera del juego, sólo resta operar, en adelante, sobre la senadora Rojkes de Alperovich. Planifican bajarla del camello.

Suplirla en la Presidencia Provisional del Senado. Y aquí no hay cuestión de género que valga.

Carolina Mantegari

Consultora Oximoron. Redacción final