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A sangre fría: De Pepita la pistolera al Baby Etchecopar

Tener la mente fría para organizar una estrategia defensiva cuando la muerte llama a tu puerta no es cosa para cualquiera, lo mismo que armarse para legítima defensa. Por Jorge D. Boimvaser.

* Por Jorge D. Boimvaser
info@boimvaser.com.ar

Para quienes no lo tienen presente, A sangre fría fue el título de la primera investigación policial novelada en la literatura mundial, obra del genial Truman Capote.

Sangre fría y reflejos mentales para que la parca no te lleve en circunstancias extremas fue lo que tuvo Baby Etchecopar cuando fingió un infarto y alcanzó a manotear el arma que le salvó la vida. Por unos días los garantistas que rechazan la tenencia personal de armas para defensa propia –y de la familia- (aún para quienes saben utilizarlas) quedaron en silencio.

La historia retrotrae a una situación similar que Margarita Di Tulio –conocida como Pepita la Pistolera-, le contó al autor de este informe en 1988, en Mar del Plata. Hacemos memoria: Di Tulio fue la perejila –junto con otra gente que no se conocía entre sí-, que usó la justicia de la provincia de Buenos Aires cuando asesinaron a José Luis Cabezas. Había que buscar un responsable de inmediato –un chivo expiatorio- y como parece ocurrir con en el caso Candela Sol Rodríguez y antes con el albañil después del crimen de Norita Dalmasio, en ese momento la mujer que regenteaba prostíbulos en el puerto de la ciudad balnearia fue la víctima para culparla por una muerte que no había cometido.

¿Por qué le decían Pepita la pistolera? La mujer que también estaba vinculada al mundo de las drogas, había tenido un incidente del cual resultaron muertos tres sicarios que la fueron a matar a su propia casa.

En octubre de 1988 la entrevisté para un artículo que al final el diario La Prensa no quiso publicar, y ella contó una historia que parecía de película clase C, pero real al fin.

Por sus características especiales, aún recuerdo su testimonio y lo transcribo como si la hubiera visto hace unos días. Su relato fue así:

"Mi papá fue un tipo con tendencia nazi y machista. Quiso tener hijos varones pero tuvo dos mujeres (Nota: La hermana de Margarita fue la esposa del boquetero Rubén Alberto de la Torre, partícipe del famoso robo al Banco Río de Martínez en el 2006). Desde chiquita me hizo vestir ropas de varón y me enseñó a practicar tiro al blanco cuando aún no había cumplido 10 años. Salí con buena puntería, me gustaban las armas. ¿El episodio de 1985? Yo estaba en casa cuando aparecieron tres tipos (Alejandro Lozada, "el tarta Grande", su hermano Roberto y Américo Córdoba... jóvenes pero pesados en serio), me dijeron que me iban a violar y después me mataban. Les dije vamos a la pieza, violar no... yo me acuesto con los tres juntos (no usó esos términos, obvio). Cuando estábamos los cuatro en la habitación, les propuse primero sacarme el vestido yo y que después se desnudaran los tres juntos. Cuando me vieron (la mujer tenía una figura hermosa y además era bella, el combo perfecto para obnubilar a cualquiera), se apuraron en bajarse los pantalones y ahí cuando guardaron las armas y comenzaron a desvestirse alcancé a manotear un arma que guardaba bajo la almohada y antes que se dieron cuenta los liquidé a los tres. Eran ellos o yo...


Lo decía con una pícara sonrisa, como quien contaba una anécdota más de su vida.

Nunca dijo qué hacía su marido entonces, un capitán de pesca también fallecido.

La justicia marplatense la condenó en primera instancia a 20 años de prisión, después le redujo la pena a 3 años y quedó libre.

En el ámbito de los prostíbulos marplatenses, Margarita era respetada. Zona de hombres duros y negocio de malvivientes que no temen a nadie, pero saben bien quien impone respeto. Esas tres muertes que produjo son jinetas que pesan fuerte en los bajos fondos.

La última aparición pública de Margarita fue en el 2006. Cuando se supo que su hermana Alicia había denunciado a su esposo por integrar la banda de boqueteros, Pepita le dijo al diario La Capital: "Mi hermana deshonró el apellido, los Di Tulio no somos buchones".

En septiembre del 2009, la mujer falleció después de sufrir un accidente cerebro vascular y estar algunos meses en estado comatoso.

El Baby Etchecopar fingiendo un infarto le quitó a los asesinos los segundos de distracción necesarios para tomar el arma y salvar la vida propia y de la familia.

La sangre fría no es atributo de cualquiera, no se compra en el super ni se adquiere por Internet.

Margarita Di Tulio y el Baby, parecidos y diferentes.

Historias dolorosas, porque nadie sale indemne mentalmente después de matar a otros, al menos en la cabeza de Etchecopar no se imagina alegría ni soberbia. Di Tulio tenía una formación cero humanismo, aunque la vida le otorgó alguna sensibilidad especial pese a la dureza del camino recorrido.

Pero el acto reflejo de tener la sangre fría fue común a ambos.

Un sabio dijo: "En los tiempos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento".

Acertaste. El sabio que escribió ese proverbio fue Albert Einstein.