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¿Y si imitamos a Cuba?

* Por Alieto Guadagni. En notas anteriores hemos considerado el éxodo de alumnos de las escuelas estatales del nivel primario que se registra, por primera vez en nuestra historia a partir del 2003; el caso es que se acaba de publicar el Anuario de Estadísticas Universitarias (2009) que evidencia un fenómeno parecido en la universidad.

En el 2009 ingresaron al primer grado de la escuela estatal un 7% menos de alumnos que en el 2002 (250.000 niños menos), algo similar ocurre con el ingreso al primer año en la Universidad estatal, ya que en el 2009 ingresaron a primer año un 5% menos que en el 2002 (16.000 estudiantes menos). En ambos casos se registra un fuerte incremento en la matricula privada; es así como en el 2002 apenas uno de cada seis estudiantes ingresaba a una Universidad privada mientras que en el 2009 esta proporción se ubica en uno cada cuatro.

Señalemos que en las naciones que lideran el progreso económico más del 40% de los jóvenes tienen hoy títulos universitarios; en América Latina se destaca Cuba con 21%, Brasil 19 y Chile 15; pero es preocupante que en nuestro país apenas el 14% de los jóvenes concluye el ciclo universitario. Señalemos también que el último año de la escuela secundaria en Brasil y en Chile es distinto al nuestro, ya que la preocupación de los adolescentes chilenos y brasileros es enfrentar exámenes generales, que son una importante valla que debe ser superada para ingresar a la Universidad, y tener acceso en el futuro a un título superior que les permita incorporarse capacitados al escenario laboral. Por el contrario, nuestros adolescentes están liberados de tamaño esfuerzo, ya que el discurso progresista ha establecido que no son admisibles exámenes generales de carácter limitativo.

Somos uno de los pocos países en el mundo sin exámenes generales a la finalización de la escuela secundaria, sin embargo esta facilidad no nos ha servido para tener más graduados universitarios. A pesar que en Chile y en Brasil las exigencias para ingresar a la Universidad son mayores a las vigentes en Argentina, estos dos países gradúan muchos más universitarios; esto se explica porque en Argentina se gradúan en las Universidades estatales apenas el 23% de los ingresantes, mientras que esta proporción se triplica en los dos países vecinos; como se ve tener muchos estudiantes con ingreso fácil no garantiza tener muchos graduados. Es interesante señalar que en Cuba existen también exámenes generales de ingreso a la Universidad, que se toman justamente en estos días de mayo, este año el cupo de ingreso a la Universidad estará fijado en 46.341 plazas, determinando, por ejemplo, que por cada vacante en Ciencias Sociales existan seis vacantes en las carreras científicas y tecnológicas. En el diario oficial Granma el Ministerio de Educación Superior de Cuba anuncia con toda claridad y precisión que Si un joven quiere cursar una u otra carrera se considera el promedio de los exámenes y también cuentan sus resultados en el bachillerato para ordenarlos mediante un escalafón... prevalecerán el rigor, el orden y la calidad en el acceso... Tal propósito reafirma las ideas de Fidel sobre la calidad de la enseñanza. Esto concretamente significa que en Cuba no solo hay examen de ingreso sino que además existen cupos cuantitativos para cada una de las carreras universitarias. Alguien podría argumentar en Argentina que los cubanos son elitistas, mientras que nosotros, sin cupos ni exámenes generales a la finalización del ciclo secundario, decidimos sacrificar calidad para ganar en inclusión social al facilitar un mayor acceso a los niveles superiores educativos.

En el caso de la Universidad, la fórmula que se presenta entre nosotros como eficaz para lograr este meritorio objetivo de la igualdad de oportunidades es ausencia de limitaciones de exámenes generales al finalizar el secundario, pero nuestra receta no sirve porque debilita fuertemente los incentivos para el imprescindible esfuerzo en el estudio, y además porque la mayoría de los pobres no concluye el ciclo secundario. La igualdad de oportunidades no se logra suprimiendo exigencias sino promoviendo no solo el esfuerzo estudiantil sino también la calidad e inclusión, por eso nunca tendremos más y mejores graduados universitarios sino fortalecemos ya el nivel primario y secundario. La experiencia de Cuba, Brasil y Chile enseña que razonables exigencias académicas para ingresar a la Universidad, mas políticas de becas para estudiantes de pocos recursos es una formula exitosa no solo para tener más graduados universitarios, sino también para elevar el nivel de sus calificaciones profesionales.

En estos momentos se está considerando en el Congreso la nueva Ley Universitaria, es una buena oportunidad para decidir la implantación de los exámenes generales a la finalización del ciclo secundario. Vale la pena que nuestros sectores progresistas examinen la experiencia cubana.