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Videla y los escritores

* Por Jorge Castañeda. El fallecimiento de Ernesto Sabato ha despertado una polémica sobre el encuentro del entonces presidente de facto Jorge R. Videla con los escritores.

Una antigua crónica publicada en la revista "Crisis" señalaba que "sobre la misma explanada de la Casa de Gobierno, a la salida del ya ahora famoso almuerzo, los escritores invitados hicieron diversas declaraciones. Ernesto Sabato señaló que 'hubo un altísimo grado de comprensión y respeto mutuos. En ningún momento la conversación descendió a la polémica literaria e ideológica'. Además, expresó su inquietud por la prisión del escritor Antonio di Benedetto. El sacerdote Castellani confesó haberse preocupado por 'Haroldo Conti, un cristiano que fue secuestrado hace dos semanas y del que no sabemos nada'. Borges, quien antes de ingresar al despacho presidencial había manifestado: 'Soy tímido y, ante tanta gente importante, seguramente me sentiré abochornado', eludió hábilmente el cerco tendido por los hombres de prensa y desapareció. El presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Horacio E. Ratti, reconoció haber dejado en manos del presidente una larga lista de reivindicaciones e inquietudes que afectan a sus representados. En efecto, sobre la mesa del general Videla quedaron los problemas de los derechos del autor, la reglamentación de la Ley del Libro, la designación de asesores literarios en emisoras radiales y televisivas, así como el nombramiento de agregados culturales en el exterior, la preservación del patrimonio idiomático nacional, etc. Junto con estas aspiraciones, también quedó en Casa de Gobierno "la lista de una docena de intelectuales que se encuentran a disposición del Poder Ejecutivo e igualmente se dio el nombre de otros escritores cuya suerte preocupa hondamente a los hombres de letras. Entre ellos Haroldo Conti, Alberto Costa y Carlos Pérez, desaparecidos. Antonio di Benedetto, preso. César Tiempo, cesanteado de la Dirección del Teatro Nacional Cervantes. El poeta Miguel Ángel Bustos y el cineasta Raimundo Gleizer".

En un reportaje realizado en julio de 1976 también por la revista "Crisis", el padre Castellani expresó que "las propuestas de los escritores al presidente ninguna de ellas fue importante, porque estaban centradas exclusivamente en lo cultural y soslayaban lo político. Sabato y Ratti hablaron mucho sobre la Ley del Libro, sobre el problema de la SADE y sobre los derechos de autor. Pero la preocupación central de un escritor nunca pueden ser los libros. Yo traté de aprovechar la situación por lo menos con una inquietud que llevaba en mi corazón de cristiano.

Días atrás me había visitado una persona que, con lágrimas en los ojos, sumida en la desesperación, me había suplicado que intercediera por la vida del escritor Haroldo Conti. Yo no sabía de él más que era un escritor prestigioso y que había sido seminarista en su juventud.
Pero, de cualquier manera, no me importaba eso, pues, así se hubiera tratado de cualquier persona, mi obligación moral era hacerme eco de quien pedía por alguien cuyo destino era incierto en esos momentos. Anoté su nombre en un papel y se lo entregué a Videla, quien lo recogió respetuosamente y aseguró que la paz iba a volver muy pronto al país".

Llamativamente agrega que "Borges y Sabato en un momento de la reunión dijeron que el país nunca había sido purificado por ninguna guerra internacional. Ellos más tarde lo negaron, así como aseguraron decir cosas que, en realidad, no dijeron".

Finalizando la nota el padre Castellani contó que, "al salir, había una nube de periodistas y los fotógrafos eran interminables, parecían formar de seis en fondo. Borges aprovechó algún vericueto para retirarse rápidamente. Antes de hacerlo nos invitó para que fuéramos a su casa a tomar un café. Cuando Sabato, Ratti y yo zafamos del asedio periodístico, nos fuimos hasta la casa de Borges, pero ahí nos llevamos una sorpresa. Una persona que nos abrió la puerta dijo que Borges no nos podía atender porque estaba en cama con fuertes dolores de estómago. En fin, son cosas que pasan...".

Con respecto al tema de los escritores desaparecidos, Ratti aseveró que "Videla nos aseguró terminantemente que cada una de estas situaciones iba a ser analizada y aclarada de acuerdo con la ley, lo que nos tranquilizó bastante. Porque lo que nos preocupa es cuando de un escritor no se sabe nada de nada, si está vivo o si está muerto. Queremos que se aclare esto, que nos informe. Después la Justicia hará lo que corresponde".

Han pasado ya 35 años de aquella reunión y hoy todos sabemos cuál fue el destino de miles de intelectuales que perdieron sus vidas a manos los grupos represivos y de otros miles que tuvieron que elegir la tristeza y el desarraigo del exilio. Hoy podemos decir que aquella reunión ya es historia, pero es saludable recordar estos hechos para poner en perspectiva a algunos hombres y mujeres de letras que fueron protagonistas en aquellos años de plomo.