Vanesa González: "Me gusta meterme en la boca del lobo"
*Por Pablo Procopio. Está sola y sin ningún amor a la vista. Pero dice que la seducen el misterio y el riesgo.
Caperucita Roja es todo un icono de la cultura popular y, en muchas ocasiones, ha influido en la sociedad urbana la creencia de que los lobos son peligrosos para los seres humanos. Pero Vanesa González (25) no les tiene miedo, e incluso los provoca y les habla en la ficción de Pol-Ka que protagoniza junto a Gonzalo Heredia (30) por El Trece. Vestida apenas con una capa roja y sugerente lencería, les habla a las hormigas, a los mosquitos y a las arañas que se cruza en la isla del Delta donde se hace esta producción de fotos.
"Estoy acostumbrada al Tigre porque mi papá tiene una casa acá, y muchas veces me vengo a quedar. Ya los mosquitos me conocen y por eso no me pican", dice con un mohín que anticipa esa mezcla de mujer inocente y picara que es.
Después contará que es la hija única de un padre empleado en comercio exterior y de una madre docente, que siempre estuvieron pendientes de ella, y jurará que no tiene novio desde hace tres meses y que se siente bien, a pesar de que está sola. "Hoy, mi trabajo me ocupa todas las energías, otras veces podía combinar entre la televisión y el teatro, pero Lobo me lleva todo el día. Me levanto a las seis de la mañana y no vuelvo hasta la noche. No tengo voluntad para mucho más, pero está buena la experiencia de trabajar sólo en la tele y no tener que salir corriendo al teatro".
-¿No extrañas las tablas?
-Siempre se extraña el teatro, pero este año no podía hacer muchas cosas a la vez. Otras veces, mientras estaba en la televisión, hice papeles fuertes en teatro, como el de Ana Frank, o de Anne, la hija que descubre el secreto más oscuro de su padre en Todos eran mis hijos. Ahí trabajé con mi maestro Lito Cruz, al que me une una relación muy paternal porque lo conozco desde hace diez años. Ahora, con Lobo, decidí dedicarme a disfrutar, me permite entrar en la casa de un montón de personas... Es un ida y vuelta: eso genera que muchos después me vayan a ver al teatro.
-¿Cuándo te diste cuenta de que el teatro era parte de tu vida?
-Desde muy chica. Empecé a estudiar en Banfield, y a los 16, un año después de que mis padres se separaran, me vine a vivir a la Capital con mi papá porque quería estudiar con Lito Cruz.
-¿A qué jugabas cuando eras chica?
-Siempre tuve mucha imaginación. Jugaba a ser "mamá perro", mis peluches eran mis cachorros y yo los llevaba con la boca de un lugar para otro.
Podía estar horas jugando a eso, o disfrazarme mientras veía las películas de Disney para actuarlas.
Era la típica que imitaba a toda la familia en las reuniones... todos se reían, pero yo lo tomaba con mucha seriedad.
-Desde hace dos años vivís sola, ¿cómo es tu guarida?
-¡Está buenísimo! Cuando mis amigos entran a casa dicen que es como un camarín: tiene colores intensos y fuertes, como azul eléctrico y rojo, y está llena de fotos pegadas en la paredes de actores que me gustan. Además tengo una biblioteca con hermosos libros. Al otro lado de mi cama sólo hay uno de poesía de Alejandra Pizarnik.
-Pizarnik decía que el poeta es el gran terapeuta, ¿el teatro es parte de tu terapia?
-No, hago terapia. Para mí la actuación es un juego donde uno puede equivocarse y experimentar, y a veces hay que animarse a hacerlo mal. Pero a medida que pasa el tiempo, me atrevo más a probar.
Igual soy súper exigente, un mínimo error ya me arruinó el día. Estoy aprendiendo a alivianar un poco, pero lamentablemente soy así en todos los aspectos de la vida.
-¿Qué harías de no haber sido actriz?
-Es difícil pensar en otra cosa, porque desde que soy chiquitita pienso que quiero ser actriz, siempre sentí que podía actuar. Pero creo que hubiese estudiado psicología, es una carrera que me intriga, y por eso me atrae.
-¿Los hombres intrigantes también te seducen?
-Sí, me encantan los hombres que son buenas personas, aventureros y con algo de misterio. No tienen por qué ser actores, pero sí ser sensibles, y no hablar mucho, porque siempre me gusta descubrirlos de a poco. Soy curiosa, y me gusta meterme en la boca del lobo.
- ¿Y ahora hay un lobo en tu vida?
-No, hace tres meses que terminé mi última relación -su último novio fue Iván Ferrigno, nieto de Norma Meandro, se conocieron estudiando canto-.
Pero ahora estoy sola y bien, muy bien, aunque veces se extraña el calorcito de alguien que querés a tu lado. Con mi última pareja crecí mucho, Iván es muy buena persona.
-¿Si tuvieras que elegir, preferirías un novio con cama adentro o con cama afuera?
-En estos años me acostumbré a vivir sola, ¡me va a ser difícil convivir con alguien! Me encanta escuchar música a todo lo que da, ponerme a cantar como una loca mientras me estoy bañando, y caminar desnuda por toda la casa... leer, comer cuando quiero y lo que tengo ganas, estar en silencio, y tener tiempo libre para salir con mis amigos, hacer gimnasia, ir a ver teatro y ponerme a escribir. Eso sí, soy obsesiva de la limpieza, ensucio algo y lo lavo, les cambio las piedritas a mis gatos. Soy súper obsesiva y estoy llena de mañas, pero me siento feliz.
"Estoy acostumbrada al Tigre porque mi papá tiene una casa acá, y muchas veces me vengo a quedar. Ya los mosquitos me conocen y por eso no me pican", dice con un mohín que anticipa esa mezcla de mujer inocente y picara que es.
Después contará que es la hija única de un padre empleado en comercio exterior y de una madre docente, que siempre estuvieron pendientes de ella, y jurará que no tiene novio desde hace tres meses y que se siente bien, a pesar de que está sola. "Hoy, mi trabajo me ocupa todas las energías, otras veces podía combinar entre la televisión y el teatro, pero Lobo me lleva todo el día. Me levanto a las seis de la mañana y no vuelvo hasta la noche. No tengo voluntad para mucho más, pero está buena la experiencia de trabajar sólo en la tele y no tener que salir corriendo al teatro".
-¿No extrañas las tablas?
-Siempre se extraña el teatro, pero este año no podía hacer muchas cosas a la vez. Otras veces, mientras estaba en la televisión, hice papeles fuertes en teatro, como el de Ana Frank, o de Anne, la hija que descubre el secreto más oscuro de su padre en Todos eran mis hijos. Ahí trabajé con mi maestro Lito Cruz, al que me une una relación muy paternal porque lo conozco desde hace diez años. Ahora, con Lobo, decidí dedicarme a disfrutar, me permite entrar en la casa de un montón de personas... Es un ida y vuelta: eso genera que muchos después me vayan a ver al teatro.
-¿Cuándo te diste cuenta de que el teatro era parte de tu vida?
-Desde muy chica. Empecé a estudiar en Banfield, y a los 16, un año después de que mis padres se separaran, me vine a vivir a la Capital con mi papá porque quería estudiar con Lito Cruz.
-¿A qué jugabas cuando eras chica?
-Siempre tuve mucha imaginación. Jugaba a ser "mamá perro", mis peluches eran mis cachorros y yo los llevaba con la boca de un lugar para otro.
Podía estar horas jugando a eso, o disfrazarme mientras veía las películas de Disney para actuarlas.
Era la típica que imitaba a toda la familia en las reuniones... todos se reían, pero yo lo tomaba con mucha seriedad.
-Desde hace dos años vivís sola, ¿cómo es tu guarida?
-¡Está buenísimo! Cuando mis amigos entran a casa dicen que es como un camarín: tiene colores intensos y fuertes, como azul eléctrico y rojo, y está llena de fotos pegadas en la paredes de actores que me gustan. Además tengo una biblioteca con hermosos libros. Al otro lado de mi cama sólo hay uno de poesía de Alejandra Pizarnik.
-Pizarnik decía que el poeta es el gran terapeuta, ¿el teatro es parte de tu terapia?
-No, hago terapia. Para mí la actuación es un juego donde uno puede equivocarse y experimentar, y a veces hay que animarse a hacerlo mal. Pero a medida que pasa el tiempo, me atrevo más a probar.
Igual soy súper exigente, un mínimo error ya me arruinó el día. Estoy aprendiendo a alivianar un poco, pero lamentablemente soy así en todos los aspectos de la vida.
-¿Qué harías de no haber sido actriz?
-Es difícil pensar en otra cosa, porque desde que soy chiquitita pienso que quiero ser actriz, siempre sentí que podía actuar. Pero creo que hubiese estudiado psicología, es una carrera que me intriga, y por eso me atrae.
-¿Los hombres intrigantes también te seducen?
-Sí, me encantan los hombres que son buenas personas, aventureros y con algo de misterio. No tienen por qué ser actores, pero sí ser sensibles, y no hablar mucho, porque siempre me gusta descubrirlos de a poco. Soy curiosa, y me gusta meterme en la boca del lobo.
- ¿Y ahora hay un lobo en tu vida?
-No, hace tres meses que terminé mi última relación -su último novio fue Iván Ferrigno, nieto de Norma Meandro, se conocieron estudiando canto-.
Pero ahora estoy sola y bien, muy bien, aunque veces se extraña el calorcito de alguien que querés a tu lado. Con mi última pareja crecí mucho, Iván es muy buena persona.
-¿Si tuvieras que elegir, preferirías un novio con cama adentro o con cama afuera?
-En estos años me acostumbré a vivir sola, ¡me va a ser difícil convivir con alguien! Me encanta escuchar música a todo lo que da, ponerme a cantar como una loca mientras me estoy bañando, y caminar desnuda por toda la casa... leer, comer cuando quiero y lo que tengo ganas, estar en silencio, y tener tiempo libre para salir con mis amigos, hacer gimnasia, ir a ver teatro y ponerme a escribir. Eso sí, soy obsesiva de la limpieza, ensucio algo y lo lavo, les cambio las piedritas a mis gatos. Soy súper obsesiva y estoy llena de mañas, pero me siento feliz.