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Una fractura social expuesta

*Por Alcadio Oña. La fractura del mercado laboral y las desigualdades emergentes son considerables y ni por asomo fueron removidas en estos años de "crecimiento con inclusión" , como el kirchnerismo llama a su modelo. Basta con ver el informe: Más de la mitad de los ocupados trabaja en condiciones irregulares

Entre asalariados, cuentapropistas y autónomos, en la Argentina existen 8 millones de ocupados en situaciones irregulares. Los hay tanto en blanco como en negro, que no cobran vacaciones ni días por enfermedad, sin acceso a jubilaciones o a indemnizaciones. Dicho más claramente, carecen de un trabajo que pueda entrar en la categoría de decente.

Hay otros rasgos de lo mismo, también elocuentes. En el sector formal, donde es posible discutir salarios en paritarias, los privados y los estatales absorben el 70 % del ingreso generado por el empleo y la mitad del ingreso de todos los hogares. Esta última proporción cae a la décima parte en la ancha franja de quienes están en negro.

Inevitablemente, un cuadro así deriva en fragmentación social . Según estudios privados, en el cuarto inferior de la pirámide el desempleo bordea el 30 %, casi cuatro veces mayor a la tasa general que dice el INDEC. Y el 18 % del trabajo que sí existe es intermitente, de corta duración y, por lo mismo, con alto riesgo de perderlo. Allí domina la pobreza.

Pero incluso entre los presuntamente favorecidos del sector registrado, las diferencias salariales son abismales. Algunos, como los petroleros, ganan cerca o arriba de $ 15.000 mensuales, mientras otros, como los textiles y los de la construcción, no llegan a $ 3.000 . Sueldos tan desparejos son parientes de la fuerza relativa de cada gremio y de su capacidad de presión, ambas también asociadas a la muy diferente situación financiera de las empresas.

En algún sentido, el panorama completo habla de las posibilidades de hacerse oir y de la llegada de unos y otros a los lugares donde se toman decisiones. Revela el desigual derrame del crecimiento de la economía y, finalmente, todo deja pedaleando al insistente discurso oficial.