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Un silencio que nos afecta a todos

* Por Jorge Lanata. La pelea entre el Gobierno y Clarín pasó ayer un límite: lo que se compromete ahora es el sistema. El silencio -¿no lo aprendimos todavía?- no es salud, sino todo lo contrario.

La "teoría Horacio Gonzalez" de prohibir a Vargas Llosa en la Feria del Libro, se supo, no fue superada sino revertida a tiempo. La visión de un futuro "nacional y popular" necesita del silencio para subsistir: del silencio de un Premio Nobel, o del de algunos periodistas, del silencio logrado por efecto de la persuasión o de la pauta publicitaria, o del piquete. Hay quienes creen observar en los cruces de poder diferencias políticas de fondo; se desvelan por saber quién maneja a quién, si Cristina a Moyano o al revés; crean entornos donde no los hay. Cristina y Moyano son socios, socios que se necesitan y que no pueden pensarse separados: sin la mafia de los medicamentos y las obras sociales no hay lavado de dinero para la campaña electoral , sin el INDEC con los ojos vendados no hay contención social ni aumentos controlados, sin jueces federales de mirada cándida no hay excarcelaciones oportunas.
Son socios: la permanencia de unos garantiza la impunidad de otros.
Curioso mimetismo: esta vez Moyano tuvo un desplante digno de la "primera Cristina", aquella que, en su afán por agradar, hablaba de más aun aquellas pocas veces en las que se dignaba a dialogar. Cualquier sicólogo de café señalaría que su compromiso con Covelia es tal que se fue de boca sin advertirlo; amenazó al periodismo, a los jueces, a la Confederación Suiza y excluyó al G 20 sólo porque no sabe de que se trata.
Sus socios lograron contenerlo, aunque sólo un poco: recién entonces supo Moyano lo lejos que se encuentra de convertirse en Lula.
Moyano se indigestó de poder. Quienes lograron contenerlo hasta la noche del sábado en la planta de Clarín cometieron otro error al pensar que esta era una discusión de forma y no de fondo: podía llegarse al silencio de Clarín de manera menos frontal. El resultado sería el mismo: supuesto conflicto gremial de una empresa vinculada, policía que no llega, gobierno que no reprime y se nos hizo tarde para sacar el diario.
Una piolada nacional y popular de socios con cuentas en Suiza . El problema del silencio es que nunca es suficiente.
¿Habrá después de éste otros domingos? ¿Algún lunes, un viernes? ¿Seguirán todas las causas cayendo en Oyarbide? ¿Comenzará una maratón de "6,7 8" en cadena? Esta es una pelea en la que todos saben lo que quieren. Alguien me preguntó, esta mañana, si yo veía a la gente preocupada por este asunto de la censura a Clarín.
Me dolió decir que no. O que quizá si, pero no a la mayoría.
Creen que esta pelea no los afecta , del mismo modo que la patota que el domingo impidió la salida de un diario debe haber creído que triunfaba. Tropezamos varias veces con la misma piedra.
Seguimos pensando que, a veces, un poco de silencio viene bien . Nuestra capacidad para inventarnos enemigos es infinita. Haríamos bien, alguna vez, en mirar al espejo en lugar de romperlo.