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Un ataque dirigido a un jerarca moyanista

*Por Sergio Dattilo. Cristina de Kirchner, que ya tiene como rutina atacarlo a Hugo Moyano, cargó con dureza contra él a través de sus seguidores en Aerolíneas Argentinas, que provocaron demoras y cancelaciones de vuelos por un tema de internismo sindical.

La Presidente se pronunció contra «la conflictividad en Aerolíneas Argentinas»; empresa en la cual todos los sindicatos (salvo uno) son miembros de la Coordinadora de Gremios de Transporte que lidera el camionero.

La enérgica diatriba fue contra los mismos gremios que la habían aclamado en el Salón Blanco de la Casa Rosada cuando anunció la reestatización de la línea de bandera. El ataque presidencial responde a las medidas de fuerza que aplicó la UPSA (personal superior) que encabeza Rubén Fernández, que provocaron demoras y cancelaciones el miércoles en vuelos de Aerolíneas Argentinas y su «hermana» Austral.

Los reclamos del gremio son de índole interna: recategorización de sus afiliados, reincorporación de algunos despedidos y poca cosa más. Para eso, llevaron a cabo asambleas que desequilibraron el normal tráfico aéreo en Aeroparque.

Fernández culpó a Mariano Recalde, presidente del grupo aéreo estatal, de demorar el cumplimiento de un acuerdo firmado con el Gobierno que debía entrar en vigencia en marzo pasado. La del miércoles fue la tercera medida de fuerza de UPSA en dos semanas: ya habían hecho una el 26 de abril -también en Aeroparque- y una semana después en Ezeiza.

La Presidente sumó un round más en la pelea que mantiene con la cúpula de la CGT. «Los argentinos no pueden ser rehenes de nadie», dijo. «Yo aposté y sigo apostando a nuestra línea de bandera porque sigo apostando a una Aerolíneas Argentinas de todos, no solamente de los que trabajan allí. Estamos poniendo millones de dólares y queremos un servicio que les sirva a todos los argentinos», se quejó.

La huelga de los empleados jerárquicos de Aerolíneas-Austral es parte de los problemas que vienen causándole a Recalde -hombre en quien la Presidente ha depositado toda su confianza en el manejo del grupo- los gremios que responden a Moyano, pero que a nivel de la empresa lidera el piloto Jorge Pérez Tamayo, secretario general de APA (comandantes).

Quien en tiempos de mayor cercanía con el Gobierno fuera el piloto de los vuelos presidenciales, rompió lanzas con la administración de la empresa hace casi un año, y en una asamblea de su gremio llamó poco menos que a una guerra contra Recalde. Lo secundan los gremios que nuclean al personal de tierra (ATA), las tripulaciones de cabina (AAA), la mencionada UPSA y una fracción menor de los técnicos.

La excepción a este alineamiento a pie juntillas con Moyano la constituye APTA (técnicos), cuyo secretario general Ricardo Cirielli -exsubsecretario de Transporte Aerocomercial, y que fuera el primer sindicalista que apoyó la candidatura de Néstor Kirchner en 2003- hoy está junto a Luis Barrionuevo en la CGT Celeste y Blanca.

Ayer APTA aprovechó la aparente caída en desgracia de Moyano para patearlo en el suelo: le recordó a Fernández (uno de sus agentes en el sector aéreo) que en tiempos en que Aerolíneas era del grupo español Marsans jamás le habían hecho una huelga, tras acusarlos poco menos que de genuflexos ante los anteriores dueños de la aérea.

¿Se animará ahora la Presidente a encarar la tan demorada reestructuración del personal de Aerolíneas? La posibilidad parece lejana, pero es inocultable que buena parte del déficit crónico de la empresa se debe a su desproporcionado número de pilotos, que poco menos que triplica la relación avión-piloto que mantienen aéreas de todo el mundo. Es obvio que éstos son los empleados más caros del grupo, no sólo por sus salarios sino porque trabajan (o sea, vuelan) un tercio de las horas promedio de sus colegas de otras aerolíneas.