"Tuve todo y lo dejé por amor"
Adriana Brodsky habló de su época de oro y confesó: "Tuve todo: dinero, fama, poder, y lo dejé por amor".
De aquella Bebota infartante que descolló en los 80' a esta mujer bella y madura, que repasa su vida y quiere volver a los medios. "Cambiaron los códigos, pero me sé adaptar", afirma la rubia, ya recuperada de una depresión post- separación que la mantuvo muchos años alejada del ambiente: "Sufrí mucho; no salía de mi casa. Pero me la banqué sola y resurgí".
Dice que tuvo el mundo en sus manos. Que lo dejó por amor. Que sufrió una gigantesca decepción. Que se hundió en un pozo depresivo. Salió después de mucho remarla, sola con sus hijos. Y quiere volver a los medios. "Me estoy largando a cantar... ¿Si me gustaría ira Cantando por un sueño? ¡Claro!", cuenta Adriana Brodsky, bellísima a los 56 años.
-¿Se cambiaron muchas cosas desde tu época hasta hoy?
-Si empezamos a comparar, hay un abismo absoluto. No en todo, pero sí en un montón de cosas.
-¿Antes había otros códigos?
-Mirá: antes ninguna se jactaba de haber salido con tal o cual persona; nadie hacía alarde de nada. Lo que se ve hoy es increíble.
-¿Por qué creés que hubo esa mutación?
-Porque todo cambia. Y si no te adaptás...
-Pero vos no vas a salir a armar escándalos...
-No. porque tengo otros objetivos. Aunque me cuesta insertarme nuevamente, mi alma no está en el medio: está conmigo.
-¿Por qué querés volver?
-Porque necesito trabajar. Mucha gente se acuerda de mí y quiero aprovechar eso.
-Trabajar, trabajaste siempre.
-Desde los 14. Arranqué como cadeta en una inmobiliaria de San Telmo, que estaba a la vuelta de mi casa. Era un "che pibe" más. Mi mamá era secretaria ahí.
-¿Y tu papá?.
-Recién lo conocí a los 12 años. De hecho, no sabía que tenía un padre... Es una historia... En mi casa no se hablaba del tema.
-Y saliste a laburar...
-Porque en casa no sobraba la plata. Vengo de un hogar humilde. Me hice sola, tuve que hacerlo. Era eso o la nada. Salía a lucharla todos los días. Y la sigo remando.
El imaginario colectivo nacional siempre tiende a recordarla como aquella Bebota que el Manosanta (el genial Alberto Olmedo) recibía en su particular despacho. Eso fue hace 25 años, pero la magia permanece. Arrancó como modelo, explotó en la peluquería de don Mateo en 1982 (de la mano de Gerardo Sofovich), protagonizó un exitoso comercial donde exhibía su imbatible cola ("¡Hitachi, qué bien se te ve!") y fue chica Olmedo durante dos intensos años. En su momento, todos los ratones del país los provocaba ella. "Pensar que de chica me veía fea: era un cuervito, con cara de nada. A los 13 hubo una metamorfosis. Igual, jamás imaginé que me iba a convertir en sex symbol", afirma.
-¿En tu momento de mayor éxito te la creíste?
-No, no... Mi ego pasa por otro lugar.
-¿Ni un poquito?
-Nunca me la creí. Si no me pasó cuando era lo que fui, que tuve todo en mis manos, te imaginás que...
-¿Qué significa tener todo en tus manos?
-Era joven, sin problemas, con dinero, fama, poder, todo, todo lo que se te ocurra. Too much... Y era feliz. Le agradecía a Dios todos los días.
-¿Cuánto duró?
-Muchos años. Después me casé y dejé todo, pero de mil amores, porque en ese momento pensé que había encontrado mi lugar en el Universo.
-Cuando te casaste con (Bautista) el Tata Yofre...
-Sí. Pensé:"Dejo todo, esto es lo más, tengo dos hijos, Soy feliz, es lo mejor que me pudo dar Dios"... Y dejé un lugar que era súper importante, que había logrado en base a mucho sacrificio y respeto.
-Ahí fue cuando te alejaste.
-Más que alejarme, ¡me fui! Te repito: lo hice convencida, porque el objetivo de mi vida era formar una familia, Después me separé y viví muchos años de duelo.
-Si mirás atrás y te nombro, la palabra "matrimonio", ¿qué me decís?
-Que me arrepiento de muchas cosas. No sólo de eso.
¿De qué cosas? Cosas personales... Ojalá pudiera decir que no me arrepiento de nada, pero no es así.
-¿De haber dejado todo?
-De eso no, porque ahí puse el alma, el amor, la honestidad, la confianza, todo, todo. Bueno, me salió mal; no tengo coronita, ni jamás lo pensé. Mis hijos (Agustina, de 21; Javier, de 20) tampoco: sufrieron como cualquier chico de un matrimonio que se separa... Intenté, remé, luché, mucho más de lo que pensé que podía luchar en mi vida. Hoy todo es sacrificio. Me ves así porque me produzco y le pongo onda, garra. Como todos, bah.
-El duelo, después de la separación, ¿lo viviste sola?
-Absolutamente sola... Con mis hijos. No me daba para estar ni con una amiga. Son dolores muy grandes. Fue una cosa muy fea.
-¿Romper tu segundo matrimonio?
-Sí. Me costó mucho recuperarme. En realidad, aprendí que hay cosas de las que no te recuperás jamás. Curas un poco las heridas, pero siempre están.
-¿Creés que van a estar siempre?
-Desde ya. No hay nada en mi vida que se haya curado totalmente. La remo, pero hay muchas cosas que me pasaron y que nadie sabe, son secretos... Tengo un montón de secretos. Y soy de guardar, no tengas dudas. Jamás me abro del todo con nadie.
-¿No te hizo mal guardar tanto?
-Es malísimo. Pero vas aprendiendo. Hoy, si me pasara algo así, actuaría diferente. Hablaría con un psicólogo, con amigas, saldría, ya no me encerraría... Estuve mucho tiempo encerrada.
-¿Al punto de no salir de tu casa?
-Sí. De encerrarme con mis chicos, para estar presente en todo momento. Hasta dormía con ellos.
-Casi un cuadro depresivo.
-Sí, por supuesto. Para mí fue una cosa muy grave.
-¿Qué significaba ser una sex symbol nacional?
-No podía salir a la calle. Tomar un taxi era una odisea: se me ponían los autos al lado. Ir a comer, imposible. Era muy acosador, había gente que te seguía, que te llamaba.
que te ofrecía regalos y el oro y el moro.
-¿También plata por sexo?
-Sí, aparece todo tipo de gente.
-¿Cuánto hace que no hacés tele?
-Ufff... Tele abierta, más de diez años. Estuve conduciendo un programa de turismo en cable. Ahora tengo un proyecto para hacer un ciclo que mezclara lo deportivo con un concurso de preguntas y respuestas. Y me lancé a cantar, como te dije: hice un tema a dúo con el periodista uruguayo Marcel Daset.
-Te tenés fe en este regreso.
-Por supuesto. Toda la fe.