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"Tenés semen en el pantalón": el relato de una joven que sufrió un calvario en el tren Sarmiento

Antonella, una joven de 20 años contó los detalles del incómodo momento que vivió de regreso a su casa.

Dos cuadras tras bajarse del tren y dos cuadras más para llegar a su casa. Iba escuchando música, estaba parada en el cordón de la vereda, esperaba para cruzar. Le tocaron el hombro, se sacó los auriculares y vio a otra joven "con cara de espanto". "Fijate que tenés algo muy raro en el pantalón", le dijo.

El acto reflejo hizo que pasara su mano y entendiera con rapidez la reacción de la mujer al ver la mancha. "Era semen, no era otra cosa, no había posibilidad de que sea otra cosa. Lo confirmé cuando llegué a mi casa", dijo Antonella -quien prefirió no exponer su apellido- a Infobae.

"Todos los días me tomo el Sarmiento en Morón para ir al trabajo en Caballito. A las 16 hago el viaje inverso. Ayer salí más temprano, me lo habré tomado pasadas las 14. A las 15 estaba en Morón. El tren funcionaba con demoras, como siempre. Fue un poco más lleno de lo normal. En Liniers quedé apretada, iba parada y había mucha gente", relató la joven de 20 años.

Antonella continuó: "Yo estaba con auriculares y leyendo un libro. Me bajé, hice dos cuadras y me faltaban otras dos. Me paré en un semáforo y, esperando para cruzar, esta chica me tocó el hombro. Por inercia, como cuando te dicen 'tenés algo', me toqué. Y pensé: 'qué pelotuda, ¿qué hice?'. Vi lo que tenía en la mano y la chica también".

"¿Por qué me puse ese pantalón? ¿Por qué estaba escuchando música? ¿Para qué me pasé la mano cuando me avisaron", se preguntó. Como si fuese su culpa.

Antonella corrió las dos cuadras hasta su departamento. Lloró desconsoladamente en el ascensor y volvió a correr hasta el baño, quitándose la ropa en el camino, para calmar la angustia en la ducha, al menos por algunos minutos.

"Tenía una mezcla de asco. La mano manchada. Angustia, nervios, temblaba mucho. Sentía vergüenza. Ni siquiera recuerdo si cerré con llave. Estuve 40 minutos en la ducha, pasándome jabón por todos lados, llorando", recordó.

El episodio ocurrió durante la tarde del jueves. Hoy por la mañana Antonella volvió al trabajo, en el mismo tren, lidiando con la obligación de actuar como si nada hubiese ocurrido. "Fui apoyada contra una de las ventanas, miraba a todos los hombres con desconfianza y si alguno se me acercaba mucho, me corría".

El pantalón que volvió a mirar tras bañarse fue directo a la basura. "Quería mandar audios y no paraba de llorar. A cada rato tenía arcadas como que iba a vomitar", contó. Le sacó una foto antes de desprenderse de el y se lo envió a las amigas, a la familia y lo publicó en su cuenta de Twitter, en donde encontró el respaldo, la comprensión y el cariño que no encontró en la soledad de su departamento.

"Estuve todo el día, toda la tarde y noche, pensando qué pasaba si me ponía otro pantalón. Responsabilizándome a mí. Es común que los hombres te rocen, te apoyen o incluso te toquen. Me pasó mil veces. Desde que tengo 12 años, no es la primera vez. Pero pienso en cómo no me di cuenta, en qué pude haber hecho para evitarlo para que eso no pase. No llegué a la parte de la bronca. Siento mucha angustia y asco", reveló.

"¿Me hubiese pasado si me ponía un pantalón más suelto?", se preguntó, casi de manera reflexiva, mientras hablaba con este medio. "Si me miran, si me tocan, si se me acercan, tomo recaudos. Como todas las mujeres. Lamentablemente vivimos así. Estamos acostumbradas todo el tiempo a este tiempo de historias. Gente que se masturba en el transporte".


Nota extraída de Infobae.
"Me mandaron mensajes muchas chicas. Noté el mismo apoyo y la misma sororidad que leo siempre cuando le pasa a otras mujeres. Esas cosas de que otra mujer te entienda, saber que no sos la única, saber que tenés un montón de gente alrededor que sabe que eso por lo que estás pasando es único. De alguna forma te sentís protegida", dijo la joven que comenzará a estudiar Medicina durante la próxima mitad de año.

Antonella se repite como consuelo que todo es común. Sin embargo, "esperaba que esto no me pasara. ¿Por qué carajo me tuvo que pasar? Todo se volvió costumbre. Saber que una piba desaparece es una costumbre. Y es una mierda que se normalice".