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Sólo enigmas sobre el país que vendrá

* Por Eduardo Van Der Kooy. Faltan nueve meses para las elecciones y poco y nada se sabe de candidatos y de alianzas. Al Gobierno le conviene el suspenso. Pero padece problemas de gestión cada día. La oposición sigue débil. Boudou y Moreno, en insólita campaña contra la inflación. Los dineros sin control.

¿Cristina Fernández, candidata segura? ¿O tal vez Daniel Scioli? Mauricio Macri lanzado: ¿junto a quién? ¿Qué hará al final Eduardo Duhalde? ¿Y Felipe Solá? ¿Será Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz o Julio Cobos el aspirante radical? ¿Hermes Binner acompañará a cualquiera de ellos? ¿Elisa Carrió y Pino Solanas caminarán en soledad sus propios caminos? Cualquier desprevenido podría suponer la existencia de una ansiedad política desmesurada en la Argentina. Cualquier desprevenido imaginaría, frente al torrente de dudas, a una sociedad sumergida con mucha antelación en el proceso electoral. Nada es, sin embargo, lo que induce a pensar en aquel manojo de preguntas. No se percibe ansiedad sino todavía un marcado desinterés por los comicios. Para esos comicios restan nueves meses y no dos años, como podría indicar el fárrago de cuestiones que el oficialismo y la oposición deben aún resolver.
Sólo un país extraño, donde abunda la improvisación , podría explicar los enigmas que cercan su futuro político inmediato. Aquella extrañeza no surge de ninguna comparación carente de equidad. Las referencias no serían las democracias de Francia, Alemania o España. Un año antes de las elecciones, Brasil sabía que el ganador saldría entre Dilma Rousseff, ahora presidenta, y el paulista José Serra. En Uruguay, tampoco había dudas en torno a José Mujica o Luis Lacalle. En Chile, sucedía algo similar con Santiago Piñera y Eduardo Frei. Ese repaso podría extenderse.
El Gobierno, a diferencia de la oposición, no tiene tanta urgencia por definir sus candidaturas. Ese tiempo es una ventaja política que intenta explotar. Los problemas del Gobierno se esconden en el propio Gobierno.
Se esconden en la gestión . Esa gestión acumula una cantidad de viejos problemas irresueltos.
La inflación de enero, según la unanimidad de las consultoras privadas, rozará el 2%. Si fuera así, las proyecciones realizadas por Roberto Lavagna sobre un 30% para el 2011 no resultarán exageradas . El ex ministro, que se sepa, no tiene ningún acuerdo con la CGT. Pero en el plenario que lideró la semana pasada Hugo Moyano sobresalieron dos cosas: la coincidencia de que los reclamos de aumentos en las paritarias tendrán una base del 25%, y la advertencia de la mano derecha del líder camionero, el taxista Omar Viviani, acerca de que los números del INDEC "no son confiables".
Cuando el debate sobre la inflación recrudece, el Gobierno acostumbra a poner en escena a Guillermo Moreno. El secretario de Comercio parecía apocado desde la muerte de Néstor Kirchner. Pero su espíritu guerrero también siempre sedujo a Cristina. La semana pasada se abalanzó sobre el problema inflacionario. Conminó, por empezar, a todas las consultoras privadas para que revelen la metodología de medición de precios cuyos resultados, mes a mes, muestran diferencias siderales con los del INDEC. Prohibió a un grupo de empresas que aumentaran sus precios. Una, fue la siderúrgica Techint y la otra, Cablevisión, perteneciente al Grupo Clarín. Ambas integran la Asociación de Empresas Argentinas (AEA) que el kirchnerismo identifica con sus enemigos políticos. Otra empresa que debió retrotraer precios fue Shell. Julio De Vido, el ministro de Planificación, opinó que la petrolera pertenece al "arco opositor".
La palabra oficial desembarca con demasiada recurrencia en las playas del disparate.
Amado Boudou, por el mismo tema, fue y vino. Aceptó que había un deslizamiento de precios pero deslindó responsabilidades del Gobierno. Luego negó todo. Pero volvió a recomendar a la gente que recorra las calles para descubrir los precios más convenientes. Boudou se parece cada vez menos a un ministro de Economía y cada vez más a Lita De Lázzari, aquella mujer de la Liga de Amas de Casa que, con sugerencias parecidas, saltó al estrellato durante la era menemista.
"Caminen chicas" , fue por entonces su latiguillo predilecto.
Boudou aconseja y Moreno castiga . El secretario aprovecha, de paso, para festejar su regreso y ocupar lugares vacíos en el poder. Un ladero suyo, según decreto rubricado por Cristina, fue designado la semana pasada como segundo de Daniel Reposo, el titular de la SIGEN. La Sindicatura es un organismo que debiera auditar los movimientos administrativos del Estado.
La SIGEN no parece controlar nada , con excepción de Papel Prensa, donde el Estado es socio minoritario.
La ausencia de controles, sobre todo del destino de fondos públicos , es un signo del Gobierno. Un caso emblemático lo representa Fútbol para Todos. Cuando el kirchnerismo abordó el proyecto afirmó que se financiaría con publicidad. Pero en el 2009 derivó $ 645 millones. El año pasado había estimado $ 830 millones aunque en diciembre, cuando concluyó el campeonato, ese monto superó los $ 1.000 millones . Las cifras para el 2011 serían incalculables, a raíz de nuevos planes deportivos oficiales y de que se trata de un año electoral .
Esa escalada de gastos en el fútbol permite suponer un desmadre. La suposición se convierte en certeza ni bien se repasan el estado de cuenta de los clubes de fútbol, al menos los de primera división. La mayoría de ellos habría empeorado la situación financiera el último año pese al enorme flujo de dinero estatal.
De manera aproximada, aquellos aportes del Estado al fútbol contrastarían con lo que el Gobierno destina a otros quehaceres. Apenas un 10% de esas sumas, por ejemplo, al SEDRONAR encargada del combate contra la drogas. Un porcentaje similar hubiera significado el gasto para la radarización del espacio aéreo del país, que nunca se terminó de concretar. Ese par de aspectos combinados constituyen el nuevo desafío potenciado que enfrenta el Gobierno en relación con la inseguridad. Esa inseguridad no estaría ya limitada a delitos violentos y homicidios. Ni a episodios del Far West , como el tren atracado en José León Suárez que transportaba autopartes, no alimentos . Un fiscal ordenó al juez Norberto Oyarbide investigar la factible conexión entre el avión que transportó casi mil kilos de cocaína a Barcelona y que anduvo por cuatro aeropuertos del país, con la mafia de los medicamentos, el asesinato de otro gremialista sucedido hace dos semanas y la matanza de narcos colombianos ocurrida en el 2008 en un shopping del norte bonaerense.
Si el crimen mafioso no está instalado en el país, al menos despunta.
Esas cuestiones aguardarán a Cristina en un hipotético segundo mandato, el tercero kirchnerista. La Presidenta sigue sin filtrar un indicio sobre su determinación, aunque el coro de adulones la incita a la reelección. Quizás la Presidenta esté cavilando en soledad, o sólo con los suyos, los beneficios y la acechanzas de la continuidad.
Estaría ahora en el mejor momento de la ponderación social desde aquella derrota electoral del 2009. Pero no ignora que en ese empinamiento incidió la súbita muerte de su marido.
Y que el efecto se irá atenuando.
Hay, además, un peronismo paralizado y un contexto económico externo que podría ayudarla. Se verifica también un desgaste personal y una gestión que se empobreció mucho.
Habría otros aspectos políticos del futuro que tampoco se podrían desdeñar. No hay garantías, ni siquiera ahora, que Cristina pueda ganar en primera vuelta. Aún ganando con un 40% de los votos -y diez puntos de ventaja sobre el segundo- su maquinaria de poder se vería dañada . La Presidenta renovará la cantidad de diputados que obtuvo con el 46% del 2007. La derrota del 2009 la dejó con 91 legisladores. Ese número podría descender todavía más. El Congreso fue un martirio para ella el último año, sólo amortiguado por las artimañas que urdió Kirchner.
¿Cómo gobernar cuatro años más en esas condiciones? ¿Cómo hacerlo sin el ex presidente? ¿Cómo, además, sin tener en el horizonte la promesa de otra reelección? ¿Cómo tener disciplinado tanto tiempo al peronismo? Nadie en las filas oficiales se atreve a contestar esas preguntas.
Sólo los ultrakirchneristas replican con un discurso duro: "Cristina seguirá porque de lo contrario la derecha copará el Gobierno" , dicen. La derecha para ellos es Scioli. Ese discurso se apuntala en un antecedente histórico. Nunca el peronismo supo resolver una sucesión estando en el poder. La resolución llegó siempre después de una derrota.
La oposición no parece ahora en condiciones de provocarla . Tampoco 60 días antes de junio del 2009 Francisco De Nárvaez asomaba en condiciones de derrotar a Kirchner.
Y ocurrió.
Macri debe darle todavía a su candidatura presidencial una arquitectura política. Para el diseño resultarían necesarios -entre otros- De Narváez, Solá, Duhalde, Carlos Reutemann. Pero esos hombres perseveran aún en sus desencuentros.
Los radicales hierven pensando en su interna de abril. El socialismo está hundido en una pelea casi sin antecedentes . Pero unos y otros dicen que hay mucho más humo que fuego. Incluso que el Acuerdo Cívico y Social podría ampliarse.
¿Regresaría Carrió? Un emisario conversó con la líder de la Coalición para que evalúe participar también como candidata de aquella alianza amplia en las internas de agosto.
Carrió no contestó nada.
Tampoco tabicó definitivamente ninguna puerta