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Simpatías y pertenencias, especulaciones sciolistas

Por Mariano Pérez de Eulate. Nunca la ministra de Infraestructura de la Provincia, Cristina Alvarez Rodríguez, apareció tanto en los diarios como en las últimas semanas.

Nunca la ministra de Infraestructura de la Provincia, Cristina Alvarez Rodríguez, apareció tanto en los diarios como en las últimas semanas. Su nombre suena muy fuerte para acompañar a Daniel Scioli como candidata a vicegobernadora en las elecciones de octubre. Es una opción más que potable para la Casa Rosada, explican las fuentes kirchneristas. Aunque, en verdad, no queda muy claro porqué habría de existir tanto fanatismo presidencial hacia la rubia funcionaria. ¿Será el pergamino familiar de ser la sobrina nieta de Eva Perón?

No se sabe de terturlias amistosas frecuentes que hayan juntado a la ministra con la Presidenta, con quien comparte nombre y militancia en el Peronismo. Sí, en cambio, que su esposo, Miguel Cuberos, ex titular del área de Turismo provincial, trabaja como cercano colaborador del ascendente ministro de Economía nacional, Amado Boudou. Otro que suena de vice, pero en este caso para el binomio presidencial.

Lo de Alvarez Rodríguez, cuya eventual consagración como dos de Scioli deberá ser digerida por los barones del PJ del Conurbano, viene a cuento porque ahora le cabe a ella, en el mundillo político provincial e incluso fuera de los límites del justicialismo, la definición de "kirchnerista". No se trata de juzgar lealtades. Pero a propósito de esto se insinúa en el gabinete del Gobernador -quien, probablementente, esté punteando una lista de colaboradores para un segundo mandato- un mapa de simpatías y pertenencias que suele dibujarse en reuniones de rosca partidaria, en veladas trasnochadas de intendentes y en encuentros discretos donde se toman decisiones.

Acaso el más kirchnerista de los ministros de Scioli sea el titular de Educación, Mario Oporto. Al punto de que ha sido fotografiado en reuniones políticas en las que sobrevolaron algunas criticas al sciolismo. No de él, claro. Oporto sueña, por esa condición de hombre K, con una vicegobernación que para el resto del espectro oficialista parece casi imposible. También parece seguro que no estará en un eventual segundo período de Scioli en la gobernación, cansado de tantos años al frente de un área en el que la discusión salarial insume energías y talentos.. Dicen que, si fuera por él, recomendaría a la pedagoga Silvia Gvirtz para sucederlo.

Alejandro Arlía, ministro de Economía, se lleva muy bien con el gobierno nacional. En verdad, y dada la compulsión de la Rosada a centralizar recursos, si fuera al revés no le convendría ni a él, ni a Scioli ni a la Provincia. En el gabinete, Arlía -que tiene ambiciones políticas y no le gusta que lo definan como un técnico- también es visto como uno de los ministros kirchneristas de Scioli.

El de Asuntos Agrarios, Ariel Franetovich, debería considerarse igual ya que su amigo y jefe político, Florencio Randazzo, es el minsitro del Interior del gobierno de Cristina. "Randazzo es kirchnerista pero antes es randazzista", cuentan, ponzoñosos, fuentes que no quieren bien al hombre de Chivilcoy, que le disputa a Scioli el color naranja como emblema identificatorio de la gestión.

EL RIÑON

El sciolismo puro existe en el Palacio de la calle 6. El jefe de Gabinete Alberto Pérez, el secretario general Javier Mouriño o el ministro de la Producción, Martín Ferré, son considerados estrictamente del riñon del Gobernador. Han crecido juntos en la política. Mouriño es, acaso, el que pueda mostrar más años de militancia. Están con Scioli desde la época en que el actual gobernador era más bien un proyecto político del peronismo de la Capital Federal.

El ministro de Desarrollo Social, Baldomero Alvarez, es un exponente del PJ bonaerense como estructura política que precede a Scioli, como esquema de poder tradicional con matriz duhaldista. Es, además, un representante de la logia de intendentes del conurbano en el gabinete. Su nombre también fue jugado como vice del gobernador para octubre pero, aparentemente, debió ceder aspiraciones.

Sus voceros lo desmienten pero otras fuentes bien informadas cuentan que cerró un acuerdo de peso con el sciolismo según el cual retendría -y aumentaría- la fuerte cuota de poder que ostenta hoy en el esquema ministerial. En verdad, aún es prematuro y habrá que ver cómo quedan parados los intendentes del conurbano que lo respaldan luego del cierre de listas.

Como Alvarez, el titular de Gobierno, Eduardo Camaño, hombre de porte tanguero, también es rotulado como un representante de la "orga" del PJ provincial. Comparte ese estatus con segundas líneas de la gestión, como Isidoro Lazo o Julio Pángaro, por nombrar sólo a algunos actores.

Imposible negarles lealtad sciolista a Oscar Cuartango (Trabajo), Alejandro Collia (Salud) o Ricardo Casal (Seguridad y Justicia), aún cuando la historia de ellos con el gobernador se inicia al llegar Scioli al sillón mayor de la Provincia. En verdad, la de Cuartango viene de antes, vía Alberto Pérez, pero su nombre además siempre tuvo consenso en el abanico gremial.

Casal viene desempeñandose en la administración provincial, en diferentes lugares, desde hace añares. Scioli lo bancó muchísimo cuando el kirchnerismo más cebado -incluida Nilda Garré- pedía su cabeza y se oponía públicamente a su política de prevención y lucha contra el delito. Ahora, con Garré se llevan transitoriamente bien. Conveniencias de la campaña electoral.

Se repite: no se trata de marcar divisiones, sino simpatías. Todos tributan, en definitiva, a la continuidad del Gobernador. Y, como decía ayer una fuente sciolista que suele encargar encuestas, "todo el gabinete, incluyendo a Scioli, es cristinista hasta que se demuestre lo contrario".