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Si Bolivia provocó esto, ¿Qué esperar de Colombia?

A los 11 minutos del partido jugado el 11 del 11 del 11, y que terminaría 1 a 1, Martins marcó el 1-0 de Bolivia. No fue el fin del mundo para la Argentina, pero sí la muestra más concreta de la catástrofe futbolística en que se ha transformado su defensa de un tiempo a esta parte.

La presencia del 9 boliviano, solitaria y esporádica, alcanzó y sobró para dejar en evidencia las enormes carencias, apenas maquilladas en la actuación de Clemente Rodríguez que, siendo sólo discreta, le alcanzó y le sobró -también a él- para ganarse el reconocimiento de un estadio con tantos espacios vacíos como gente en las tribunas. Lo de Demichelis fue de "cierre de ciclo", lo de Burdisso no fue suficiente para desembarazarse de los fantasmas de la Copa América y lo de Zabaleta fue la demostración de que, hoy por hoy, se recurre a lo que hay. Todo y todos, en conjunto, partiendo de esa última línea vulnerable, es lo que lleva a preguntar: si Martins y Bolivia provocaron esto, ¿qué se puede esperar de Colombia?

Cada partido es una historia, es cierto. Pero es en el potencial de Teo Gutiérrez y sus compañeros donde se centra la preocupación. Y es en la falta de respuestas argentinas donde se profundiza.

La imagen de frustración de Messi después de aquella pifia inusual en él se pareció demasiado a aquella de la Copa América, después de patear un tiro libre contra Colombia como si no fuera de él la zurda más talentosa del mundo. Sintetiza la impotencia de todos.

Sin Brasil en las eliminatorias, y con un calendario que suele marcarle un arranque accesible, la Argentina está muy por debajo de las expectativas. Habiendo jugado contra Chile (aquí), contra Venezuela (allá) y contra Bolivia (aquí), cualquiera podría haber estimado que tendría 9 puntos: pues tiene sólo 4, y los 5 que ha perdido fueron contra venezolanos y bolivianos. Presupuestar tres puntos contra los colombianos, en Barranquilla, formaba parte de estimaciones más que optimistas. Hoy parecen, directamente, una quimera.

Una de las lecciones que había dejado la serie anterior había sido que jugar con el mismo equipo en Buenos Aires y de visitante, con el desgaste del viaje y del cambio de clima, era excesivo y pernicioso. En la intimidad, Sabella admitió que tenía previstos cinco o seis cambios entre un compromiso y otro para la nueva serie. Se supone que están en su consideración más allá del condescendiente análisis que hizo del rendimiento de su equipo ante Bolivia. Pero, a esta altura, cuesta confiar que en ese simple recambio de nombres estén las soluciones..