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Se discrimina a la obesidad

Para que la inclusión y la integración de las personas obesas sea efectiva se necesitan programas especiales.

El 60% de la población argentina es obesa, según estadísticas oficiales y por estudiosos que miden el índice de masa corporal. La obesidad obedece a múltiples factores y por ello la legislación establece que la enfermedad debe tener cobertura de las obras sociales y en los centros de salud.

Para que la inclusión y la integración se realicen es necesario implementar planes ágiles, posibles y concretos para resolver en el corto plazo los problemas psicológicos, morales, económicos, emocionales, sociales, entre otros que acarrea la obesidad. Es más, si el obeso además tiene alguna discapacidad derivada de la dolencia, suma más discriminación por parte de quienes atienden su salud.

Pocos médicos parecen haber leído un texto sobre Relaciones Humanas, pero más allá de los libros en su formación profesional hay un vacío deshumanizante que agrede con la indiferencia. A esta sumatoria de inconvenientes deben agregarse la ausencia de aparatología de traslado y de vanguardia como tomógrafos, camas, ambulancias, camillas, sillas de ruedas a los que no puede acceder un obeso. La clave principal está en el recurso humano; no ya sólo en el facultativo con una experiencia mayor sino en los paramédicos, los enfermeros, los trasladistas, los rehabilitadores. El ámbito de las terapias marginan al obeso en general, que lo excluye sin compasión como ocurre en la ida diaria al no encontrar talles adecuados, ni trabajo aún con capacidades intelectuales excepcionales, ni amigos que solo ven en él un motivo de broma.

En la Universidad Nacional de San Juan existe preocupación por la obesidad y se están buscando los medios para resolver traslados más accesibles y la formación a través de enfermeros diplomados, como también en la Universidad Católica de Cuyo, pionera en este tema.

Difícilmente se cambia la mentalidad sobre el obeso de un día para el otro; sin embargo llegará el momento en que los humanos nos aceptemos como somos y quizás aparezca una toma de conciencia para pensar en los que sufren y que a veces no pueden remediarlo por falta de estímulos o por no poseer los medios necesarios.

La sociedad debe despertar y abandonar prácticas que llevan a la anorexia, a la bulimia como modelos de vida y poner su acento en la obesidad como el mayor destierro del planeta.