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Sarmiento en los colegios católicos

* Por José Amado Aguirre. Llegará el día en que la imagen del gran maestro presidirá aulas y colegios no sólo estatales, sino también los privados católicos. ¡Y será justicia!

Algunas notas sobre la originalidad sorprendente del máximo educador argentino nos manifiestan el contenido de sus contundentes ideas y audaces prácticas en todos los órdenes de la vida.

Si vio la luz el 15 de febrero de 1811, significa que comenzó su existencia con los gritos de libertad del 25 de mayo de 1810. Aprende a borbotones y ya es capaz de dirigir su primera escuelita a los 15 años. Su inmensa actividad no cabe ni en los 52 tomos escritos por su nieto Augusto Belín.

Quiero destacar algunos datos registrados en sus últimas horas. "Yo les he respetado sus creencias, sin violentarlas jamás. Devuélvanme ahora ese respeto. Que no haya sacerdotes junto a mi lecho de muerte (...)". ¿Cómo se puede comprender ahora ese mensaje?

Conociendo la historia de la lucha frontal de la Iglesia Católica contra sus ideas de libertad, democracia popular, educación laica, matrimonio civil, cementerios laicos. La nefasta doctrina de Pío IX, condensada en Syllabus Errorum (1864), ya se había difundido en el país. ¡Cuánto hubiera querido intuir la postura antitética del "papa bueno" Juan XXIII, un auténtico servidor de Cristo y de la humanidad!

Sarmiento, un leal masón, sabía que en ese tiempo la masonería estaba condenada con todas las penas eclesiásticas, incluso con la negación de la sepultura en los cementerios en manos de la Iglesia. ¿Abdicaría de su credo ideológico y político por miedo al escarnio sobre su cadáver? Veamos: "¿Estoy acaso libre de que me niegue la sepultura el cura del cementerio? Ya tomaré mis precauciones testamentarias para que, si la cremación no se practica, se lleve mi cadáver a Chile, donde no hay hombre ni mujer de 50 años que no haya aprendido a leer con la Conciencia de un niño y Vida de JesucristoSDRq. Y ya había escrito: "Era y soy el único propagador del cristianismo en las escuelas".

Penalidades. En la actualidad, la Iglesia Católica ha eliminado del Código de Derecho Canónico las nefastas penalidades que había para los inscriptos en la masonería. Al fin y al cabo, ¿cómo se pueden entender las acusaciones contra Sarmiento por su leal adhesión a esa institución "secreta" –la única forma de evitar las persecuciones del poder político y eclesiástico– y se silencia que nuestro máximo libertador, el General José de San Martín, también lo era, hasta el punto de ordenar en su testamento que no se lo pasara por el templo para los oficios fúnebres? ¿Acaso historiadores de la talla de Enrique de Gandía no han publicado ya los méritos de esa asociación secreta a favor de la independencia continental, desde el célebre patriota venezolano Francisco de Miranda hasta nuestros máximos líderes en la lucha por la libertad? ¡Y sin libertad, no hablemos de cristianismo!

"Ya siento que me flaquean las fuerzas, pero estoy preparado, llevo el último pasaporte admisible, porque está escrito en todas las lenguas: servir a la humanidad". He aquí el lema de la masonería, que es el mismo de todo auténtico creyente cristiano. A su modo, el testamento se inicia así: "En el nombre de Dios Todopoderoso, yo, Domingo Faustino Sarmiento...". "Su hija hizo llamar al sacerdote. Sarmiento pidió que lo dieran vuelta del lado izquierdo y así expiró. Eran las 2.15 del naciente 11 de septiembre de 1888. Con los primeros rayos de la luz de la aurora, entró un sacerdote vicentino y comenzó a decir sus oraciones, que todos los presentes, de rodillas, escuchaban y acompañaban con rezos".

Llegará el día en que la imagen del gran maestro presidirá aulas y colegios no sólo estatales, sino también los privados católicos. ¡Y será justicia!