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Río de Janeiro: no fue un operativo, fue una ejecución

Al menos 136 personas murieron, según cifras oficiales, otras fuentes hablan de más de 200 muertos, solo cuatro de ellas eran policías, y 81 detenidos en el megaoperativo contra el grupo criminal Comando Vermelho, en los complejos Alemão y Penha, en la Zona Norte de Río, según cifras confirmadas por el Palacio Guanabara, sede del gobierno de Brasil.

Cerca de 2.500 agentes de seguridad de Río de Janeiro salieron a ejecutar 100 órdenes de arresto. Cuando los equipos llegaron al enclave, de madrugada, los narcotraficantes respondieron con disparos y quemando barricadas. Los delincuentes lanzaron bombas con drones, para cubrir la retirada y huyeron en fila india por la parte alta de la comunidad, en una escena similar a la masacre de 2010 durante la ocupación de Alemão. 

Entre los aprendidos se encuentra Thiago do Nascimento Mendes, conocido como Belão do Quitungo, uno de los líderes del Comando Vermelho en la región. 

El gobernador de Río de Janeiro, Claudio Castro, calificó de "éxito" el operativo de las fuerzas de seguridad en una favela y afirmó que “las únicas víctimas fueron policías". En tanto, organizaciones de Derechos Humanos aseguraron que la seguridad "no se consigue con sangre".

Los medios refutaron las declaraciones del gobernador Castro sobre un éxito en las operaciones contra los narcos, al asegurar que murió gente inocente durante los enfrentamientos, y dijeron que el gobernador tiene el récord de más matanzas de civiles en la historia de la ciudad. Sin dudas un clásico exponente del bolsonarismo.

En un plan de seguridad, no se mata a 60 sospechosos. Fue un operativo errático e improvisado y que estuvo condenado al fracaso. Estas acciones muestran la falta de un verdadero plan estratégico de seguridad. Es poco serio, que se diga que la operación fue un éxito porque murió gente inocente. Murieron cuatro policías en una actividad sin planeamiento. El narcotráfico en Brasil no es solo un problema local; los grupos como el Comando Vermelho están profundamente arraigados en la economía y políticas del país, es un Estado paralelo. Río de Janeiro vive en estado de miedo permanente. La violencia existe desde siempre, sin importar el Gobierno.

Los operativos dejaron un saldo devastador. El 90% son pobres y negros. No se puede admitir que mueran personas en sus casas simplemente por ser sospechosas. 

Mientras tanto en Argentina, la inefable ministra de seguridad Patricia Bullrich dispuso una alerta máxima en las fronteras para que no pueda haber ningún tipo de cruce o de pase de aquellos que evidentemente se deben de estar moviendo de lugar, del conflicto en Río de Janeiro. “Vamos a mirar con cuatro ojos a los brasileños que vienen sin antecedentes o no”, una vez muestra su enorme desconocimiento e improvisación en seguridad, de ser experta en el área, habría alertado al presidente, de los vínculos del diputado Espert con algún grupo vinculado al narcotráfico. 

Igualmente, no dejo de escuchar gente por estos lados que reclama que se hagan esos operativos policiales como los de Río aquí en Gran Buenos Aires. Y parece que todo marcha lenta e inexorablemente hacia el clásico CÁRCEL O BALA… 
 


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