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Recalculando: la movida K

* Por Edgardo Alfano. La victoria en el Congreso, con la estatización de YPF, y el respaldo que esa decisión tuvo en importantes sectores de la sociedad...

... le permitieron al gobierno olvidar por unos días los males que lo aquejan y redefinir una estrategia política para los próximos meses.

En ese escenario, los principales ideólogos K pusieron sobre la mesa de trabajo de la presidente Cristina Kirchner sus principales objetivos:

Mauricio Macri, Hugo Moyano, Daniel Scioli, los medios no kirchneristas y las empresas donde el estado puede llegar a poner mano, como las del área energética y las mineras.

El Cristinismo cree tener el frente judicial relativamente bajo control, a pesar de que la Corte Suprema habilitó a la Fiscalía de Investigaciones Administrativas a investigar al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, por un supuesto enriquecimiento ilícito.

Que avanza la causa sobre la responsabilidad de funcionarios nacionales y empresarios en la tragedia de Once.

Y que Amado Boudou sigue bajo la lupa de la justicia por la ex Ciccone, por sus socios y amigos y por su comportamiento como ministro de Economía en el levantamiento de esa quiebra y su posterior reconversión, con un fondo de inversiones que tiene a Alejandro Vandenbroele como su cabeza visible. El mismo a quien su ex esposa denunció como supuesto testaferro de Boudou.

De todas formas, CFK logró que el gobierno se encolumne en defensa del vicepresidente y que su hijo, Máximo, haga que La Cámpora olvide por un tiempo los cuestionamientos que hace al ex ucedeísta y a su estilo de vida.

Hoy los principales cañones apuntan al jefe de gobierno porteño.

Macri acumula una serie de enfrentamientos con la Casa Rosada que se extiende al gobernador Daniel Scioli.

La atención de la salud a bonaerenses en territorio porteño, la seguridad callejera, el frustrado traspaso de la Policía Federal y la posterior creación de la Metropolitana, la custodia de los hospitales y escuelas, la transferencia de los subtes y colectivos y, el último conflicto, el aumento en el precio que la Ciudad debe pagar por la basura que deposita en la provincia.
Pero hay más, porque la red cloacal que termina arrojando sus residuos en el Río de la Plata, a la altura de Berazategui, en el sur del conurbano, también puede ser motivo de conflicto entre la Nación y la provincia, como bien lo sabe el secretario de Medio Ambiente y ex intendente de esa ciudad, Juan José Mussi.

Detrás de esos conflictos se ocultan también intereses políticos que se cruzan con un mismo objetivo, las elecciones legislativas de 2013 y las presidenciales de 2015.

El kirchnerismo considera hoy al macrismo como la única fuerza política opositora con fuerza como para diputarle espacios de poder.

Por eso apuntan a debilitar la gestión del gobierno porteño, a cualquier precio, aprovechando los flancos débiles que presenta Macri.

Pero el 2015 no solo enfrenta al kirchnerismo con el macrismo, algo similar ocurre con el sciolismo en la provincia de Buenos Aires.

A esta altura, nadie oculta desde el seno del cristinismo que Scioli es un objetivo a mantener bajo control y evitar que crezca como alternativa a Cristina Kirchner para el caso de que no haya reforma de la Constitución Nacional.

Scioli sufre desde el gobierno de Néstor Kirchner golpes en los tobillos de su crecimiento político y cada vez está más rodeado en su propio territorio.

A la cabeza está su vicegobernador Mariotto, un auditor que CFK le puso en la provincia.
Además, se suman las organizaciones políticas y sociales oficialistas, como La Cámpora, el Movimiento Evita, Kolina de Alicia Kirchner y hasta la nueva corriente, autodefinida como La Kirchner.

En ese escenario hay que entender la creación de La Juan Domingo, que nuclea a peronistas históricos de la provincia y a la mayoría del gabinete de Scioli.

Saben que el crecimiento de Scioli será directamente proporcional con los problemas que tenga el gobierno nacional, porque hoy los intendentes están alineados, por política o por razones económicas, con la Casa Rosada.

Por otra parte, hay un nombre que une a Scioli y Macri en los ataques del kirchnerismo y es Boldt, la empresa dedicada al juego y también a la actividad de la imprenta comercial.
Los K no se cansan de denunciar una supuesta connivencia de esos dos gobiernos con la compañía y ambas legislaturas parecen ser el campo propicio para alimentar esas críticas.
Mientras tanto, el camionero Hugo Moyano no se queda atrás a la hora de esquivar los dardos cristinistas a pesar de haber sido un privilegiado en el trato hacia su persona y sobre todo hacia su gremio desde 2003.

Hoy la CGT está dividida y si sigue así lo estará aún más en el momento de elegir la nueva conducción.

Y esto puede ser un buen negocio para Cristina como lo fue para Carlos Menem, si no puede tener una dirigencia sindical domesticada.

Para colmo, el candidato de la Rosada para suceder a Moyano, el metalúrgico Antonio Caló, está al frente de la lucha de su gremio por conseguir un aumento salarial conformado superior al 30 por ciento y muy lejos del 18 ó 20 que pretenden el gobierno y los empresarios del sector.
A todo esto, la presidenta sorprendió a propios y extraños cuando dijo, en medio de la expropiación de YPF, que este era "uno de sus últimos servicios a todos los argentinos".
Pero, la palabra de Cristina Kirchner, ¿hay que tomarla como un anticipo de que no irá por la re-reelección o, simplemente, es un párrafo más del relato oficial?