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Radicales desencantados del Tercer Gobierno Radical

Pero 249 funcionarios del Partido mojan la medialuna en el Ejecutivo.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

En el Tercer Gobierno Radical abundan radicales que se sienten paradójicamente desencantados. Pese a tener colocados, en el plantel del Ejecutivo, 249 funcionarios nacionales del Partido, minuciosamente contabilizados.

Por las medialunas mojadas en los cargos no deberían quejarse. Pero se compadecen injustamente, por no gravitar en los mecanismos de toma de decisiones, de las que suelen enterarse, en general, por los diarios, cuando el pescado está cocinado y listo para consumir. Sin ir más lejos pasó con la previsible salida de la Canciller, señora Susana Malcorra, Susanita. Facturada como propia.

Susanita supo empoderar a diversos radicales de la diplomacia, pero también a un activo copador como Mauricio Salmoraghi, quien ahora mira hacia la puerta de salida del edificio de la Casa Casta. Esmeralda y Juncal.

Severos síntomas de ingratitud impiden percibir el beneficioso efecto comparativo, presente en la pregunta contra-fáctica:
"¿Qué hubiera sido del radicalismo si no colaba en Cambiemos?".

Era real el riesgo de profundizar la paulatina decadencia, casi próxima a la práctica disolución.
Como también fue real que la candidatura de Mauricio Macri, el presidente del TGR, sólo adquirió cierta relevancia cuando la Línea Sanz, mal llamada Todo por Dos Pesos, se impuso en aquel Carnaval de Gualeguaychú.

Encabezaba la línea triunfante el mendocino Ernesto Sanz, Eterna Esperanza Blanca. En bordada consonancia con Emilio Monzó, El Diseñador, extraño peronista del macrismo.

Sanz pudo imponerse en Gualeguaychú sobre la Línea Cobos, la que orientaba El Cleto, sostenido en la inquietante Logia Santa Romana. Cobos es otro crédito mendocino, pero que impulsaba el acuerdo con la Franja de Massa. Junto con Gerardo Morales, El Milagritos.

En Gualeguaychú los radicales le brindaron a Macri lo que ansiosamente necesitaba. El esqueleto territorial. Para sumarlo al cóctel de la ética. De la transparencia imbatible por el agua bendita que emanaba desde la tercera pata del trípode. La señora Elisa Carrió, La Demoledora.

Parábola

Pese a las medialunas mojadas y mordidas, a los radicales que hoy comen caliente les cuesta aceptar la llamativa parábola política de Macri.
Nuestro héroe -Macri- se inició con Compromiso para el Cambio, la mutual macricaputista que derivaría en Propuesta Republicana, el Pro, aún imbuido de la filosofía macricaputista. Para conquistar en 2007 el Artificio Autónomo, la caja inagotable del Maxiquiosco porteño (donde hoy despacha Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, 24 por 24).

Ocho años después, gracias al trípode Cambiemos, Macri encara exitosamente en el desierto la conquista de la nación. Junto a los coalicionistas de Carrió y los radicales de Sanz (transferidos luego de José Rafael Corral, intendente de Santa Fe). Pero para gobernar, en adelante, como si no hubiera pasado nada, con los incondicionales mutualistas de Compromiso para el Cambio, en un retroceso que demuestra, en efecto, fortalecimiento. Ya sin Nicolás Caputo, el Ex Co, que se quedó cargado de reconocimientos morales pero afuera, en la banquina. Pero sí con Marcos Peña, El Pibe de Oro, que extiende su poder delegado como Premier, sostenido por la admiración casi apasionada de Macri, que lo supone, con motivos lícitos, un genio. Y sostenido por los pilares jónicos de la dupla Mario Quintana-Gustavo Lopetegui, Luz de Mis Ojos I y II. Son los que cargan con un tablero de control con rueditas para auditar a los ministros despersonalizados, apenas convertidos en encargados de área de la Argentina Socma.

Cuenta Macri también con María Eugenia, La Chica de Flores de Girondo, en la gobernación de la provincia inviable. Una dulce Heidi artificialmente coucheada como leona feroz.

Ycuenta con Rodríguez Larreta, el entusiasta a cargo de las golosinas del Maxiquiosco.

Completa el circuito Carlos Grosso, Il Consiglieri, que para brillar en semejante grupo le basta con aquello que olvidó.

Y con el oportunismo conceptual del pensador Jaime Durán Barba, El Equeco, que es "caro pero el mejor". Es el artesano que oficialmente hace ganar las elecciones. Y en simultáneo es el encargado de echarles Raid a los políticos deformados entre los siglos XIX y XX. Como Monzó, Carrió, y los radicales en general que suelen asediar cargados de curriculums. Con medialunas enarboladas. Para mojar.
Durán Barba marca la importancia de contar siempre con un Durán Barba. Útil para responsabilizarlo, en todo caso, del Raid. Para mantener alejados a los políticos molestos que simulan no saber que quien los espanta, según nuestras fuentes, es Macri.

Lección del XIX

Pero precisamente los radicales del siglo XIX le brindaron a Macri la primera alegría electoral.
Eduardo Tassano, médico como don Arturo Illia, hombre de Ricardo Colombi, escasamente sofisticado gobernador de Corrientes, le arrebató al peronismo la intendencia de la capital provincial.

Sorprendía la algarabía de los amarillos modernos que hegemonizan la idea del cambio y se imaginan, modestamente, como los dueños del futuro. Pero triunfaban los antiguos de las maneras superadas, rosqueros para exhibir en los museos de la post verdad.

El triunfo de Corrientes sirvió para que los radicales desencantados tomaran un poco de aire. Vitaminas saborizadas.

Menos que avanzar casilleros, los radicales desencantados procuran no retroceder. Se impone mantener, para la boina, los lugares que tienen conquistados. Aunque perdieron la Cancillería, usurpado territorio propio. Aunque por formación sea de la Casa Casta, el flamante Canciller, Jorge Faurie, El Breve, representa el eje de poder que anima Fulvio Pompeo. Una copia -Pompeo- del estratega brasileño Marco Aurelio García, pero reducido por los jíbaros. El eje de Pompeo desemboca en Peña, el que acapara. Y a Faurie prefieren facturarlo como peronista, pero se trata de un profesional que sobrevive airosamente a las turbulencias institucionales. Tan refinado como temible, y un gran experto en el desafío de ser ayudado por la suerte.

Dramas distritales


El desencanto de los radicales crece sobre todo por los dramatismos distritales que se les presenta en Córdoba y Santa Fe.

Aunque según nuestras fuentes diste de ser cierto, los macristas envolventes les facturan falsamente que, en virtud del clásico entendimiento de Macri con el gobernador Schiaretti, fue que cayó la candidatura de José De la Sota, Cordobecista Profesional. Era el único que podía golearlos.

Este desplazamiento le permite al macrismo imponer, en el primer plano, a Héctor Baldassi, una persona de bien al que apodan La Coneja. O El Soplapito, en alusión a su pasado de referee. Y también a Gabriel Frizza, intendente de Jesús María, Reino del Salame. En desmedro de la dinastía radical de Los Mestre, quienes hoy gobiernan la capital. Pero cuentan aparte con otro Mestre, el hermanito, que se queda en banda y sin banca. La solución consiste en promoverlo a Mestre para otro puesto nacional, y así llegar a los 250. Como con Barletta, de Santa Fe, que se queda también afuera de la grilla.

Sin embargo Barletta, para Corral, es, según nuestras fuentes, ministeriable. Es que son varios los radicales ministros que salen a disputar por legislaturas. Como Julio Martínez, de La Rioja, encargado del área de Defensa, ministerio casi tan devaluado como el de Educación. O José Manuel Cano, de Tucumán, que se encuentra a cargo, sin fierros pero con rango de ministro, del caramelo de madera del Plan Belgrano, que pasa al olvido de la historia como Plan Coreano.

Para suplir en Defensa a Martínez, nadie piensa, por supuesto, en Rosendo Fraga, el ministro natural. Quien se anota en el bolillero es el radical Ángel Tello, hoy secretario de Asuntos Militares.
Pero crece la promoción del homónimo del gran cuentista Horacio Quiroga, de Neuquén, apodado El Pechi. Aunque quien les lleva alguna ventaja, según nuestras fuentes, es Oscar Aguad, El Milico, hoy encargado del área de Comunicación.

Después de haberle entregado en bandeja al Grupo Clarín mucho más de lo que pretendía, el ministerio de Comunicación no tiene motivos para ser. Ni continuar. Carece de identidad. El proyecto transversal consiste, según nuestras fuentes, en cesarlo.

Bienvenida al nuevo gurú

A cada Doctora le llega su Florencio Randazzo, El Loco. Y a cada Rodríguez Larreta le llega su Martín Lousteau, El Personaje de Wilde.

Sir Lousteau es impulsado por el radicalismo de Enrique Nosiglia, El Cardenal Coti, y Christian Colombo, El Banquero que no se resigna. Lleva prendida la vacuna de la política.

Pero los radicales que ya mojaron, los que se aferran a las crocantes medialunas del TGR, le niegan a Lousteau la legitimidad radical. Prefieren entonces ir como adherencias de Carrió, aunque íntimamente les cuesta soportarla. Pero Carrió mantiene sus propios sermoneros para colocar. Y se reserva la autorización final para figurar en su lista. Aunque le propongan, incluso, al Hijo de Facundo. Facundito Suárez Lastra.

Al cierre del despacho, quien debería preocuparse, en adelante, es Durán Barba ("caro pero el mejor").

Ocurre que acaba de aterrizar, en Ezeiza, otro gurú que supera, para los radicales, en inteligencia y capacidad de trabajo, al pensador ecuatoriano.

Ignacio Varela Díaz es el español de cierta relevancia que en España lo valoran casi tanto como lo detestan.

Varela Díaz llega para producirle a los radicales brotes socialdemócratas de densidad ideológica.
En principio, trasciende que el parlanchín español lo va a ayudar a Facundo Manes, Cisura de Rolando, a quien pacientemente se lo prepara, según nuestras fuentes, no sólo para 2017. También para el 2019, tal vez 2023.

Estrategia casi similar, para ser francos, a la de Sir Lousteau.