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¿Qué ha sido de nuestra niñez?

La vida actual duerme la infancia. La pienso con ternura, con la sensación de recordar algo que absurdamente dejamos atrás.

Por Luciana Arnedo

luciana.arnedo@gmail.com

@LuArnedo

Hoy, con la consciencia de no estar segura, ¿qué cosa ignoro para saber quién soy?...

Abro una puerta. Allá, donde de niña jugaba a ser yo en la piel de un rico, un peluquero, un artista... Donde el mundo tenía más amaneceres, en un espacio más abierto, donde todo era menos confuso y más esperanzador. Allí, donde había un hogar a donde volver.

Sentada, junto al almohadón que sostiene un recuerdo, recobré toda mi niñez en un afecto escondido. Una especie de necesidad estimulada para distraerme de quien supongo ser.

Vuelvo los ojos a la ventana de mi infancia, la hallo con los recuerdos llenos de amistad. Hace frío. Me preparo un café mientras pienso con un sentimiento encendido. La fibra que fuimos de niños, los juegos que hicimos, los pensamientos que formamos...

Pestañeando me recordé en la casa abandonada de la niñez. Hoy, cuando pretendo entender el mundo, vuelvo a aquella infancia donde jugaba al policía y al ladrón, a la mujer súper héroe, a la oficinista... y sospecho "que es más fácil ser niño que comprender".

Se respiraba distinto cuando éramos chicos. Había algo parecido a un estado de libertad, de pertenencia interior. Una sensación de abrigo y una especulación genuina de que el mundo estaba hecho para soñarnos.

Evoco los juegos que hice de niña, la sensibilidad de mis acciones. Era preciso creerme en la piel de quien personificaba, incorporando en mí el saber de quien es.

Hoy extrañé a mi niñez como si hubiese perdido el alma. Si existe un estado de alma pertenece a esos años. Acaso mi infancia sobrevino ocupándome para acallar a aquello que la adormeció.

Hoy me puse de pie en la niñez. No tuve que esforzarme en creer, aquellos sueños que encontré me desenmarañaron la soledad que me circundó.

Recuerdo. Cuando me quedo sola me voy al fondo y espabilo la memoria. Unida sentimentalmente a la inocencia de mi infancia. Los juguetes, las imágenes, las voces... Como si todo lo vivido quedase en un rincón profundo del recuerdo. Como si estuviéramos huérfanos de aquel niño que fuimos. Sin embargo; "nuestra infancia está en todas partes"...

El día de hoy; ¿es real? Debajo de un aturdimiento espontáneo me pregunto: qué tengo que ver yo con toda la actuación que hago... Vivir siendo aquella niña, ¡quién supiera!

Cuando creo que no hay a dónde huir, regreso a mi infancia. La observo con atención. La niñez sugiere algo que va a llegar. Una expectativa por la vida, por los sueños, por el mundo por andar. Me despierta una nostalgia.

Sin ignorar la huella de algo que ya no es. Si pudiésemos tomar de la mano a aquel niño que fuimos y andar los pasos de la vida cotidiana con él.

De a poco me voy durmiendo protegida en una infancia profundamente mía. Voy cambiando de estado. Algo libera una imagen, nos perpetúa fumando cigarrillos de chocolate; ¡con tanta verdad!

"Soy de mi infancia como se es de un país". Antoine de Saint-Exupéry.