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Por una prensa libre e independiente

La celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa se ve opacada por los ataques de varios gobiernos, incluido el de la Argentina, a uno de los principales sustentos de la vida en democracia.

Hoy se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, instituido en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas a instancias de su Organismo para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con el objetivo de destacar los aportes de una prensa libre, pluralista e independiente. Sin embargo, la celebración se ve opacada por la actitud de numerosos gobiernos que no dudan en avanzar sobre uno de los pilares de las modernas democracias.

Los actos centrales homenajean a quienes pierden el valor más preciado, que es la vida misma, en el esfuerzo de promover un libre flujo de la información. A ellos debemos rendir hoy nuestro reconocimiento, por desempeñarse en sociedades totalitarias y represoras, por actuar en medio de conflictos bélicos y tragedias humanitarias, o por denunciar crímenes atroces, como la trata de personas, el narcotráfico y el terrorismo.

Queda pendiente un especial reconocimiento a quienes luchan contra la corrupción de los gobiernos, que siempre es un golpe a los más débiles, y contra cualquier tipo de atentado a las libertades y a las discriminaciones.

Los intentos de represión de una prensa libre se extienden desde China hasta los países árabes y Latinoamérica, donde han resurgido gobiernos populistas que intentan acallar las múltiples expresiones de la libertad de informar, incluso a través de las redes sociales de Internet. El populismo suele ser la antesala de un gobierno autoritario, como bien lo expuso el periodista mejicano Enrique Krauze en la reciente reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), realizada en Cádiz. La SIP eligió esa ciudad española, por conmemorarse en 2012 el bicentenario de la primera constitución hispana que reconoció el derecho a informarse libremente.

Venezuela, Ecuador y Nicaragua encabezan la lista de países latinoamericanos cuyos gobiernos han avanzado en el intento de controlar la prensa, ya sea mediante la persecución de los principales medios y editores, o conformando cadenas nacionales de periodismo oficialista o paraoficialista. Estas no están concebidas para brindar otra perspectiva, sino para denigrar y atacar las voces disonantes de los coros oficiales integrados por funcionarios, legisladores, sindicalistas, empresarios y dirigentes alineados.

A ese listado, se suma cada vez con mayor énfasis la Argentina, con la persecución de medios y periodistas no adictos, el control de la producción y comercialización de papel para periódicos y la conformación de una corporación de medios supuestamente "independientes", pero que son beneficiados por la pauta oficial de publicidad y conducidos por desconocidos personajes, a quienes se vincula con el Gobierno.

Valoremos en este día los beneficios de una prensa libre, pluralista e independiente, para construir una sociedad que respete los derechos humanos y sustentada en el bienestar.