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¿Por qué Alberto la hace sufrir tanto?

Según la percepción de Cristina, la Justicia, encabezada por la Corte, es el instrumento de intereses económicos que fueron lesionados por su gobierno, como la estatización de las jubilaciones.

alberto fernandez cristina kirchner
alberto fernandez cristina kirchner
Cristina entendió que la Corte no le va a dejar pasar nada

La justicia acumuló sentencias que muestran la voluntad de resistir: el rechazo de la suspensión de los traslados, el fallo que ratificó la sentencia contra Amado Boudou y el rechazo a medidas procesales de la defensa de Julio de Vido.

En instancias inferiores, Casación ha ratificado la validez de las declaraciones de encartados por el caso “cuadernos”, algo sólo posible con una señal favorable, de respaldo, de la Corte. A Cristina y a lo que ella represente, es una señal de que la Corte no está dispuesta a cederle un palmo.

Esto explica la saña con la cual describe en ese documento que es el “alarido de Cristina” el perfil de cada integrante de la Corte, algunos de los cuales fueron designados por ella y su marido, como es el caso de Ricardo Lorenzetti. Conmueve la ingenuidad con la cual Cristina encuentra señales de solidez en leyendas periodísticas como el “lawfare” o “la mesa judicial de Macri” (contra la que inició una querella, cuando se trata de un invento del relato periodístico) o cuando critica una foto del presidente de la Corte con el juez brasileño Sergio Moro y el fallecido Claudio Bonadío.

Como si esa imagen fuera un testimonio más que fotográfico. O cuando indica que Juan Carlos Maqueda fue designado en la Corte a propuesta de Eduardo Duhalde, a quien llama presidente “interino”, otra calificación que creó el periodismo. Estas fragilidades explican la poca suerte que tiene Cristina en sus emprendimientos. Mal asesorada, nada le sale como ella quiere y su leyenda de infalibilidad estratégica es difícil de demostrar en logros: no pudo ser ni candidata a presidente, está multiprecesada, embargada, no puede salir del país sin permiso de los jueces a quienes insulta. La contracara de un político exitoso.

¿Por qué Alberto la hace sufrir tanto?

Según la percepción de Cristina, la Justicia, encabezada por la Corte, es el instrumento de intereses económicos que fueron lesionados por su gobierno, como la estatización de las jubilaciones. Es comprensible que ella se queje, abrumada por procesamientos que la llevan a juicio sin que el gobierno que ella integra haga nada.

Es posible entender ese ataque a la Suprema Corte, que el mensaje individualiza en cada uno de sus miembros, es:

1) una revelación de impotencia política;

2) un mensaje a Alberto Fernández por consentir los dichos de su ministro del Interior de que en la Argentina hay presos políticos.

Si los hubiera, ¿no va él a hacer nada? La queja más severa de su “alarido” dice: “Esa articulación mediática-judicial para perseguir y encarcelar opositores, se desplegó en nuestro país con toda su intensidad desde la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación y, lo que es peor: aún continúa”.

El presidente miró para otro lado; dijo que la justicia no anda bien y que es corporativa. Una nadería de panelista en un país en donde nada anda bien, no sólo la justicia, y en un mundo en donde los poderes tienen conducta corporativa, la justicia, el fútbol, los partidos políticos, los pintores, de brocha fina y de brocha gorda.

Los fantasiosos ven en este minué un acercamiento de Cristina a un indulto. Si Alberto cree que ella es una perseguida política y que en la Argentina hay presos políticos, ¿por qué perpetúa su sufrimiento, si tiene a mano una herramienta como es el perdón presidencial?

No lo hace:
1) por el desprestigio que echaría sobre su gestión, ya herida por rayaduras y abollones, no sólo en la carrocería;
2) porque sostener el statu quo heredado es una herramienta que tiene para mantearla a raya a Cristina y sus fantasías hegemónicas.

Detrás de esta mirada hay otro dilema: ¿Cristina es alguien que quiere avanzar o que se quiere retirar? Si la polvareda que levanta es de alguien que quiere entrar en el juego político, un indulto la descalificaría de manera terminal. Si lo que quiere es salirse del escenario, un indulto sería una forma pacífica de decir adiós. No es una figura que muestre proyectos, más allá de su agenda personal, ni posicionamientos ligados al interés público.

Es una estilista del “posicionamiento”, esa virtud que tanto valora el peronismo de estar en la posición adecuada en el momento oportuno.

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