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Policía desaloja a los últimos jóvenes manifestantes de Barcelona

La policía catalana desalojó sin incidentes esta madrugada a los últimos integrantes de 15-M o "indignados" que seguían acampando en la céntrica plaza Catalunya, a pesar de que la asamblea del movimiento decidió abandonar el lugar hace dos semanas.

Cientos de agentes de la policía autonómica y la guardia urbana sitiaron la plaza después de las 2 y dieron un ultimátum a las ocupantes para que abandonaran el lugar en 15 minutos.

A pesar de que los primeros momentos fueron de tensión, la mayoría de los jóvenes que dormían en la plaza recogieron sus pertenencias y se retiraron sin oponer resistencia, mientras los servicios de limpieza ingresaban a lugar.

Un grupo más reducido se quedó hasta que los agentes de la guardia urbana dispersaron a estas personas a los empujones.

Todas las miradas estaban puestas en este operativo después de la represión policial vivida en plaza Catalunya el pasado 27 de mayo, en un intento fallido de desalojo en la primera semana de protestas del movimiento 15-M, y tras los incidentes violentos ocurridos durante el bloqueo del Parlamento catalán el 15 de junio.

Unas 100 personas, en su mayoría pertenecientes a grupos "antisistema", seguían durmiendo en carpas y en plataformas que colgaban de algunos árboles de la plaza y se negaban a abandonar el emblemático lugar que fue ocupado por primera vez el pasado 16 de mayo.

En más de una ocasión, la primera vez hace quince días, la asamblea de la "Acampada Barcelona" votó a favor de que se abandonara la plaza pero este grupo consideró que la decisión no era unánime.

Fue entonces que el movimiento de los "indignados" o 15-M –por la fecha en que comenzó la protesta por un cambio político y social- aseguró que lo hacían a título personal y que no eran representativos.

Desde aquel momento, estos "indignados", que no querían dejar el lugar hasta que se concretaran los objetivos del movimiento, convivieron pacíficamente en la plaza Catalunya con personas "sin techo" y marginales.

El Consejero de Interior catalán, Felip Puig, quien fue duramente criticado por los grupos de la izquierda parlamentaria por las actuaciones policiales contra los "indignados", advirtió a estos manifestantes que debían abandonar el lugar.

El Ayuntamiento de Barcelona buscó una salida negociada a la ocupación, que consideraba ilegal y que deterioraba la "imagen" de la ciudad, volcada al turismo, pero los interlocutores no fueron reconocidos por el grupo duro que se negaba a retirarse de la plaza Catalunya.

Finalmente, tras cumplirse el plazo dado hasta el miércoles a los indignados para que abandonaran el lugar, las autoridades ordenaron su desalojo.

No obstante, un reducido grupo de jóvenes regresó esta mañana a la plaza para protestar.