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Pablo Alarcón: "Los príncipes azules desteñimos rápido"

*Por Paola Florio. Te habías ido a la actividad comercial y volviste a la tele: ¿necesidad o vocación? Renuncié a mi cargo de gerente artístico del complejo City Center de Rosario porque me quitaba bastante tiempo y me convocó Adrián Suar en persona para hacer una participación en Los Únicos.

Es de esos galanes de los que conocemos su vida y pensamos: ¿por qué tiene tan poca suerte con el amor? Ahora, él lo contesta y habla de su vida a la que decidió tener siempre a los saltos.

Pero mi personaje se murió, así que no hay lugar para una vuelta. Igual armé una productora y estoy preparando una obra de una autora Italiana, titulada "Edipo.com". Aún no tengo definido el elenco pero la voy a protagonizar en un teatro de la calle Corrientes.

¿No te sentís inseguro en esos vaivenes de tener trabajo y después no? Inseguridad me da todo. Ni un seguro de vida me da tranquilidad, pero como no le doy bolilla a nada ni me preocupa; ahora la amo, parece que mañana ya no la amo nada, todo es así, por eso asumo riesgos. El mejor estado del ser humano es la incertidumbre y aceptarla es mejor. ¿Vendrá? No sé ¿Saldrá? No sé. Si la aceptás, es posible que se abra un gran camino.

¿Podés estar sin trabajar? Sí mientras que tenga cosas para hacer, como por ejemplo, estudiar. Ahora tomo clases de teatro con Augusto Fernández.

La carrera de actor es como la de un deportista, todo el tiempo tenés que saber nuevas técnicas y estar pre-parado. Se te van poniendo las manos rígidas, hay que hacer gimnasia y sumar.
Me viene muy bien porque me refresca los mecanismos, me aceita los engranajes y estoy rodeado de gente joven, que me mira con respeto, desconfianza, asombro y buena onda. Soy el mayorcito y a los chicos les debe servir verme para que sepan que hay que seguir estudiando.

¿No te alcanzan tus dos hijas adolescentes para rodearte de juventud? Mis hijas me viven despertando, si no, yo estaría como un mendigo en la vere-da. Como no tengo expectativas, me hubiera quedado quieto. Son chicas inteligentes, despiertas, que leen, proponen cosas y hay que seguirlas. Cuando no entiendo algo, les pregunto, no tengo pudor y ellas me instruyen. Tienen una cabeza sana, joven, me alegra que sean así. Antonella, la mayor, tiene 19 años y estudia biología, toca el piano, lee, escribe, sale mucho al cine y al teatro.

La chiquita, Agostina, tiene 17 años, está en el secundario y canta muy bien, estudia comedia musical en la escuela de Julio Bocca.

¿Cómo es tu relación con Claribel Medina, la mamá de tus hijas? Muy buena. Una relación de amor no tiene que morir, si hubo amor, hay amor, lo que no hay es necesidad de estar juntos, pero somos una familia.

Festejamos cumpleaños juntos, las fiestas de fin de año, a veces vamos a comer los cuatro, viene ella a comer a mi casa o yo a la de ellas. Es necesario porque los chicos necesitan tener un marquito, saber en qué entorno se crían. En lo posible hay que reconciliarse con la gente, no tener odios, saber perdonar y pedir perdón. Todos los días borro un enemigo de mi librito porque tantos los pequeños como los grandes rencores ocupan mucho lugar. ¿Qué hacés en tu casa? Además de tocar la armónica, me gusta cocinar recetas de la infancia: puchero, sopa de verdura, pollo al horno con papas, helados caseros. Soy un gran heladero, me compré una máquina, hice un curso y el año pasado tenía el freezer lleno de latitas. Ahora paré porque engorda.

Cocinás, cuidás a tus hijas, tus ex te reciben en sus casas: ¿por qué estás solo entonces? No me cierro, pero estoy muy bien solo.

Con Lucía Galán se terminó todo, pero es una buena amiga, una de las grandes personas que pude conocer en esta vida. Si llega el amor, bienvenido, pero ya no conviviría. Es un modelo de pareja que arrastramos, que dice que para acostarse hay que convivir y mucho mejor si te casas por iglesia y tenés anillos como palomas mensajeras. Está a la vista que no funcionó ese modelo.
Cada vez hay más parejas que pasan fines de semana juntos, que se hablan, pasean, comparten vacaciones y se aman, pero no conviven. Entiendo que es anti-económico mantener dos casas, pero el que no puede, al menos debería tener dos habitaciones.

¿La convivencia mata al amor? El modelo de pareja mata el amor. Yo te doy algo porque necesito otra cosa, un día vos no me das lo que te pido y te quito el amor y lo que te daba, y ahí arrancan los pases de factura. Creo en la pareja, pero tiene que tener razones más allá de la mera convivencia y conveniencia.

Se tiene que buscar la transcendencia física, aunque suene grande.
La media naranja no va, los príncipes azules desteñimos rápidamente y las princesas se transforman en ranas.

Los tipos nos ponemos odiosos, nos enojamos, aflojamos y todo se convierte en una gran negociación y no debe ser así.

"Mis hijas me viven despertando, si no, yo estaría como un mendigo en la vereda. Como no tengo expectativas, me hubiera quedado quieto".

"Con Lucía Galán se terminó todo, pero es una buena amiga, una de las grandes personas que pude conocer en esta vida".