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Oda al varón que huye

Hay varones que por su "huidiza" manera de ser, merecen el repudio unánime de las mujeres pero son muy pocos los que alcanzan a sostenerse en esa fuga permanente.

Por Cristina Wargon

@CWargon

Finalmente, alguna los agarra cansados y los cazan. Serán cornudas para siempre pero ese no es el tema. El tema trata de cuando esa cobarde naturaleza alcanza un grado que linda el heroísmo, y entonces hay que sacarse el sombrero y escribir esta especie de oda al varón que huye.

Mi héroe es un mozo de pelo rojizo e irresistibles pecas en la nariz. Conozco su trayectoria desde que éramos adolescentes y ya de muy mozuelo se le conocían grandes habilidades para estar con tres chicas al mismo tiempo. Sumaba a sus múltiples encantos una guitarra, muy mal tocada, pero esto, como comprenderán, es un detalle menor a semejante sex apeal.

Su modus operandi con las mujeres, lo hace un verdadero precursor de lo que después se volvió rutina; "este no es mi tiempo", "no puedo hacer proyectos", "necesito mi espacio" y pueden continuar agregando sandeces. Continuamente llegaban ecos de los escándalos que se armaban cuando las víctimas se encontraban y se reconocían.

Al terminar el secundario, comenzó abogacía (destino muy cordobés), sin dejar la guitarra que agregaba varios puntos a sus encantos. Ya podrán adivinar cuál vocación triunfó. Digamos que el Colorado se ponía mas lindo y seductor mientras crecía en él la fobia a cualquier tipo de compromiso.

Comenzaba a definirse como anarquista y por ende contrario al matrimonio (hasta que las chicas averiguaban qué era anarquista, él ya había pasado a otra). Allí andaba de peña en peña destrozando corazones cuando llegó la dictadura, se acabó la fiesta y todos nos desperdigamos a distintos refugios.

Primero me enteré que el Colorado se había casado, noticia más sorprendente que si hubiera caminado la estatua de Jerónimo Luis de Cabrera por la peatonal. Poco después me enteré que se había separado, y cuando supe que andaba en amores con otras tres chicas a la vez pensé que finalmente alguien estaba saliendo impune del infierno.

Duró poco, un día llegó la noticia que el Colorado estaba preso a disposición del Poder Ejecutivo. ¡Una tragedia! Reconstruyendo qué le pudo haber pasado a este chico, cuya única ideología era una bombacha, llegamos a la conclusión que ese chiste de declararse anarquista, bien podía costarle la vida. Los milicos, amén de salvajes y asesinos, eran brutos; para ellos, entre comunista, anarquista o alergista no había mayor diferencia.

Además de brutos eran conservadores, con lo cual, ninguna señorita que tuviese un buen recuerdo de el Colorado podría intervenir por él... para ese delicadísimo caso se requería una esposa con la debida libreta de casamiento.

De no hacerse presente nadie para pelear por él, su destino era la muerte, si alguien guerreaba fieramente, quizás conseguiría salir al exilio.

El Colorado tenía la extraña virtud de que entre sus múltiples víctimas, algunas lo odiaban y otras lo amaban con locura. La divina providencia hizo que su ex esposa estuviera entre las segundas y que fuera al parecer una muchacha aguerrida como para plantarse frente a los militares y reclamar por la vida de su marido. El tramite llevó meses, donde es fácil adivinar el riesgo y el miedo de la enamorada... Hasta que por fin llegó el primer atisbo de salvación con la noticia de que lo dejarían partir hacia el exilio.

Solo la leyenda reconstruye el diálogo final entre ellos.

Ella, temblorosa por la historia vivida y la por vivir, le preguntó –"Colo, ¿qué va a ser de nosotros?" En ese mismo instante, en ese lugar que imagino como una sombría sala de visitas, el Colo se levantó indignado al grito de: "No chiquita, con esas presiones yo no voy a ningún lado"

La respuesta fue condigna: "Entonces andate a la p... que te parió"– gritó ella, y delante de su cara rompió en dos los papeles salvadores, dio media vuelta y se fue para siempre. No sé porque extraños camino el Colo salvó la vida, y tampoco sé por donde anda, pero donde quiera que estuviere seduciendo a una mujer, cuenta con mi bendición. Porque pasó a ser de un pequeño carterista del amor a un héroe capaz de jugar su vida en el nombre de sus villanas convicciones. Tanta coherencia merece, por los menos, mis respetos.