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Noticia de un secuestro... virtual

Cuando suena el teléfono a la madrugada y escuchás la fría voz del otro lado diciendo que tienen a un familiar tuyo...

Sonó el teléfono. Me levanté sobresaltado de la cama, miré el reloj: 4.30 de la mañana. ¿Quién llama a altas horas de la madrugada a una casa de familia? Preocupación es lo primero que uno siente... ¿le habrá pasado algo a alguien? Desperté a mi novia para que fuera a atender el llamado (en mi defensa, estaba más cerca que yo), justo cuando atendió su padre.

"Tenemos a tu hija Marta, y nos vas a tener que pagar para que la devolvamos sana", fue lo primero que se escuchó desde el otro lado del tubo. Para nuestra fortuna, Marta es la madre de mi suegro, no su hija, por lo que el llamado no pasó a mayores.

Pero, ¿cómo hacen para conseguir los datos estos secuestradores "virtuales"? La guía telefónica es la primera opción, casi la única. Sacan teléfono, dirección y los datos personales de la persona inscripta (en este caso, Marta).

¿Desde dónde hacen estos llamados? Generalmente surgen de la cárcel. En el 2005 se tomó la medida de que los identificadores reconozcan a las llamadas provenientes de prisiones como tales, entonces comenzaron a hacerlas desde celulares descartables que, muchas veces, son provistos por los mismos guardias.

"Tenemos a tu hijo", suele ser la primera frase que dice un criminal experimentado en estos temas. Ahí, la víctima, dormida, desprevenida e indefensa siente el golpe y responde: "¿Fabián?". Y comienza la rueda.

Como los ciudadanos comenzaron a reconocer este tipo de trampas, los carcelarios le sumaron sonidos de gritos y llanto en el fondo. En la desesperación, uno reconoce esa voz como la del familiar desaparecido. Todo un arte.

Gracias a Dios, mi vivencia fue con un principiante en este tipo de robos. De todas formas, debo admitirlo, cuando dijo la dirección de la casa pasamos un sofocón importante.