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No es el rugby ni Villa Gesell, es la falta de valores 

El crimen que conmociona al país es el resultado de la sangre fría de diez bestias.

Luego de conocerse la lamentable noticia del asesinato de Fernando Báez Sosa comenzaron los "reviews" y nuevas informaciones sobre ataques de rugbiers hacia alguien más "débil", más golpizas en patota, violaciones en manada, el vídeo de los jugadores de rugby que atacaron a un indigente solo por estar aburridos, ataques de un grupito de tres contra uno más chico de edad y de contextura, revueltas que comenzaron en las redes sociales, provocaciones y "trofeos" de muy mal gusto que ellos mismos se adjudican. 

No hablemos de la falsa acusación contra Pablo Ventura, "el acusado número once" que no fue. A quien le complicaron la vida unos días tanto a él como a su familia. Un padre tratando de demostrar la inocencia de su hijo y una madre sufriendo en Zárate, de dónde son los presuntos diez asesinos que se llevaron porque sí la vida de Fernando.

Haciendo un repaso en cada uno de los hechos mencionados hay rugbiers implicados, pero nada tiene que ver el deporte con la violencia ni Villa Gesell con la criminalidad. Se leen constamente titulares como "Descontrol en Villa Gesell","Rugbiers asesinos en Villa Gesell" o "Villa Gesell y el descontrol adolescente". Nada tiene que ver. 

Villa Gesell es un lugar clásico elegido por los jóvenes en las playas argentinas, tierra de hippies, rebeldía de la buena y bosques que conformaron la Villa con la que soñó Carlos Gesell, su fundador. Pasar hermosos veranos en sus playas y caminar a cualquier hora por "la 3" es parte de la travesía. 

Fiestas en terrazas de hostels, encuentros espontáneos con amigos al azar. Muchos elegimos Gesell a los veintipico. Bandas de rock desconocidas, bohemios inofensivos y desconocidos -pero ilustres- personajes circularon por sus calles y vivieron en esos pagos. 

Rugbiers, clubes y terceros tiempos, nada tienen que ver con la aberración cometida por esas bestias. 

Eatán los que se juntan a hacer obras solidarias, a organizar campeonatos a beneficio y a tratar bien a mujeres y a hombres, aunque no fueran "del palo". Personas con valores y con respeto. Buena educación y divertidas anécdotas que nada tienen que ver con los hechos que vienen ocurriendo desde hace algunas temporadas. La simpatía a flor de piel, los más grandes, ya abuelos, visitan el club con sus nietos e hijos. Correctos y amables. Gentiles y atentos. Siempre agradecidos. 

Sí, es un deporte en que el equipo lo es todo. Sí, van a por el bien común. Sí, tienen fuerza y depende del puesto en el que jueguen son "grandotes". No por eso son asesinos, no por eso salen TODOS a matar. Al consultarle al licenciado en psicología Ricardo Antonowicz, que además es psicólogo deportivo, aseguró que "cualquiera no mata". 

Antonowicz detalló que "una persona tiene que tener una estructura psicópata previa" para hacer la salvajada que hicieron estas diez bestias con Fernando. Un chico lleno de sueños, lleno de vida. El licenciado continuó: "Lo que está en juego es la cuestión de la autoridad". 

Y profundizó sobre mi propia idea: "Dejemos al rugby afuera de esto. El deporte es saludable. El rugby se está implementando en las cárceles con mucho éxito para reinsertar a los presos en la sociedad.”  

Es que el rugby es un deporte que tiene lugar para todos, dejó de ser elitista, fortalece los principios del trabajo en conjunto para el bien común. Esos son los verdaderos rugbiers, no un grupo de cobardes que atacan por detrás a un ser indefenso. Esos no son deportistas. SON ASESINOS. Y esas no son costumbres del rugby, eso es falta de valores. La educación empieza por casa, no en la escuela ni en un club. "Esto es responsabilidad de la familia", como dice Antonowicz.  

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