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Moyano advirtió que no habrá "techo" en la discusión salarial

"Acá no hay tope, ni piso, ni techo ni nada", dijo sobre la pulseada que viene con los empresarios. Además, buscó enfriar el diálogo social que impulsa la Presidente.

Ni piso. Ni Techo. Ni nada. Con esas palabras, Hugo Moyano echó por tierra los intentos por ponerle algunos márgenes a la discusión por aumentos de sueldos y abrió la caja de pandora en la puja salarial para 2011.

En los últimos días, desde la cúpula de la Unión Industrial (UIA) se había sondeado informalmente al líder de la CGT para que los reclamos de incrementos salariales no se escapen más allá del 18 por ciento.

Desde la Casa Rosada, donde el fantasma inflacionario es la preocupación excluyente de cara al año electoral, dejaron saber al camionero que los reclamos no deberían superar el 20 por ciento.

Consultado al respecto ayer, Moyano rechazó cualquier límite.

"Recién han comenzado las primeras conversaciones. (Pero) De ninguna manera. Acá no hay tope, ni piso, ni techo, ni nada. Eso lo maneja cada organización gremial", subrayó.

Como en cada fin de año, empresarios y sindicalistas comenzaron a preparar el terreno para la pulseada salarial.

El promedio de las paritarias este año fue del 28 por ciento de aumento. Pero los reclamos que habían comenzado en el 20%, se dispararon hasta el 35% en algunos de los gremios que cerraron su negociación a mitad de año.

Debido a la inflación, muchos gremios reclamaron la reapertura de las paritarias. Lo que en algunos casos se solucionó con algún premio adicional por única vez.
Obviamente, Moyano cargó en los empresarios la responsabilidad principal. "Los trabajadores no somos los que remarcamos los precios. Los que tienen esa responsabilidad son los empresarios, Los que remarcan los precios, que elevan los costos para tener mayor ganancia. Y esto es lo que se reclama, una conciencia de la responsabilidad que tienen", dijo por Radio América.

El jefe de la CGT vive horas complicadas en diferentes frentes.

El lunes, como presidente formal del PJ bonaerense, debió aceptar jugar un rol secundario en la reunión del Consejo partidario en La Plata. Con el guiño de la Presidenta, fue Daniel Scioli el que convocó al encuentro en la gobernación, para cerrar el año con una foto de unidad partidaria que era imposible de obtener para el camionero, desde que asumió la conducción partidaria en agosto.

Su principal preocupación, sin embargo, es el avance de la investigación judicial por el cobro de subsidios por tratamientos de alta complejidad sobre la obra social de los camioneros que regentea su esposa, Liliana Zulet.

Moyano cree que ver detrás de la avanzada del juez Claudio Bonadio el impulso del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. En los despachos de la Casa Rosada se repite que Moyano no debe esperar de Cristina la misma complacencia que obtenía de Néstor. Los hombres más cercanos a la Presidenta afirman que ella nunca le tuvo simpatía. Nadie la ve predispuesta a manejar el tira y afloje que mantenía su esposo con el camionero y mucho menos terciar para sacarle las papas del fuego que se azuza en los estrados judiciales.

Nervioso por estas cuitas, Moyano empezó a desplegar sobre el escenario algunas de sus herramientas de presión. Canceló la reunión de ayer del Consejo directivo de la CGT (donde también crecen voces discordantes) y le puso suspenso al apoyo de la central obrera a la mesa tripartita de diálogo social que impulsa el Gobierno.

"Es un tema muy delicado y muy importante, que requiere un análisis muy profundo", paró la pelota ayer de una Casa Rosada que soñaba anunciarlo antes de fin de año.

Darles vía libre a los reclamos de aumentos salariales es otra manera de meter presión.

Una más es la que hará mañana en Santa Rosa, La Pampa, a donde llegará para presentar el capítulo local de Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista, el vehículo con el que intenta recuperar el protagonismo sindical perdido en la interna peronista y ganar lugares para los suyos en las boletas del año próximo.
Ayer también acompañó a Cristina en YPF y la proclamó como "la mejor candidata del peronismo". Parte de aquel juego de cariños, presiones y simulaciones que sabía mantener con Kirchner. Que ya no está.