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"Mi padre es un prócer del rock"

Miguel Mateos presenta a su hijo músico, Juan.

La música y su guitarra lo acompañan desde la adolescencia, cuando estudiaba en Villa Pueyrredón, el barrio en que nació, donde, según cuenta Miguel Mateos (57), siempre vuelve porque todavía residen allí sus padres. Con naturalidad recuerda que el fondo de su casa linda con el club barrial, muy importante en la zona porque posee una de las bibliotecas más completas en bibliografía de distintos géneros y autores. Y en ese mismo barrio de la infancia dio su primer beso una noche de carnaval.

Admite que las vivencias de esa etapa de su vida fueron bellas y especiales, como las peñas folklóricas de los fines de semana. El tiempo transcurrió y las responsabilidades y compromisos del músico crecieron de la mano de sus proyectos personales y profesionales, sin embargo, su esencia sigue intacta.

"Porque vivo de la música, un arte que me sigue resultando excitante y se convirtió en gran parte de mi existencia".

Compartir con el público cada tema de su autoría, fue y será para el músico un desafío, admite el creador de "Zas", la banda que le dio popularidad durante los ochenta. Desde hace once años disfruta otra madurez una nueva etapa como solista y el éxito de sus canciones, y para celebrar sus tres décadas como artista, el sábado 20, en el Luna Park, ofrecerá un recital para presentar su último trabajo, "Primera Fila", que incluye un DVD filmado completamente en alta definición. "Será un recorrido íntimo en vivo por mis grandes hits y voy a tocar para dos o tres generaciones de treinta y pico para arriba, y mi hijo Juan va a tocar conmigo", comenta.

—¿Qué es de su vida durante los períodos en que no ofrece conciertos? —Me resguardo y cuido. Cuando el vértigo me sobrepasa y me doy cuenta de que respondo al marketing más que a mi propia persona, paro. Mi vida artística fue siempre igual, he sido muy respetuoso de mi psique y mi cuerpo. Aprovecho para estudiar orquestación, piano, leer, viajo y también me tomo mis años sabáticos, porque a esta altura de mi vida es lindo recargar las pilas y volver con todo, ya que arranco el 20, y luego sigo con una gira programada hasta junio del 2012 por el exterior.

—¿Para usted, los excesos en el trabajo requieren una pausa? —Totalmente, además el estereotipo del roquero reventado no va más. Mick Jagger hace training todos los días, toma la mejor agua del mundo, sólo toma un par de cervezas para la foto. A mí me gusta disfrutar lo que hago, desde un amanecer hasta un buen solo en una canción. A Miguel le agrada correr al aire libre bien abrigado en invierno, en lugar de encerrarse en un gimnasio, practica básquet dos veces por semana en un reconocido club capitalino, disfruta el asado del domingo en compañía de su mujer y Juan (20), su único hijo, a quien le dedicó el tema "Rock Libre", y cuenta que también se permite un buen vaso de tinto en esas ocasiones.

"Es casi cultural, pero me cuido precisamente para ofrecer un concierto de más de dos horas o trajinar desde Chicago hasta Ushuaia." Estudiante de Administración de Empresas, Comercio Internacional y música, Juan escucha atentamente a su padre. "Desde que tengo memoria veo a mi padre arriba de un escenario, conviví con la música desde que nací y elegí la guitarra como instrumento profesional, pero tengo claro que primero voy a terminar mis dos carreras, luego el futuro dirá. Es algo que me tomo con calma porque estoy atravesando un período de formación, después veré qué puedo construir".

—¿Le resulta natural la carrera que forjó su padre, o sigue descubriendo su talento en cada concierto? —Es natural, pero también están la admiración y el orgullo. A mi viejo lo veo como un prócer en la música nacional, un gran showman en el escenario. Obvio, heredé su pasión porque mamé todo desde mi infancia, pero mi admiración no se detiene porque las luces se apagan, nosotros volvemos a casa y surgen otros temas de contacto. Hablamos en la cocina de política o economía? Eso le quita un poco la fantasía de la estrella del rock, pero lo que hizo es incuestionable, y es mi viejo. Lo más.